A la luz de la Sagrada Escritura:
San
José es el
jefe de la familia y actúa siempre como Dios le manda, muchas veces sin
comprender el por qué de lo que Dios le pide, pero teniendo fe y confianza en
Él. "Al despertarse, José hizo lo que el Ángel del Señor le había
ordenado: llevó a María a su casa". Cuando Herodes tenía intenciones de
matar al Niño Jesús y ante otro aviso del Ángel del Señor, José toma a su
familia y marcha hacia Egipto. Por último, con la muerte de Herodes y ante un
nuevo aviso del Ángel de Dios, lleva a su familia a instalarse en Nazaret. El
Niño Jesús aprende de su "santo padre adoptivo" muchas cosas, entre
estas, el oficio de carpintero.
La Santísima Virgen
María desde
el momento de la
Anunciación, responde con un Sí rotundo poniéndose en las
manos de Dios. En Santa María vemos una continua vivencia de la dinámica de la
alegría-dolor: criando, educando, siguiendo de cerca a su Hijo Jesús
mostrándole en todo momento un auténtico amor maternal. "Su madre
conservaba estas cosas en su corazón".
El
niño Jesús
desde chico, Jesús demuestra que es el Hijo de Dios y que cumple fielmente lo
que su Padre le manda. "Vivía sujeto a ellos". Como niño, Él obedecía
a su madre y a su padre adoptivo, y permanecía siempre junto a ellos. María y
José fueron sus primeros educadores. "El niño iba creciendo y se
fortalecía, lleno de sabiduría, y la
Gracia de Dios estaba con Él". Jesús aprende el oficio
de carpintero de su padre adoptivo José. Cuando Jesús se queda en el Templo, a
los doce años, Jesús demuestra en este
hecho su plena independencia con respecto a todo vínculo humano cuando está de
por medio el Plan de su Padre y la
Misión que Él le ha encomendado.
“Dios ha querido nacer y crecer en
una familia humana.
De esta forma, la ha consagrado como
la primera y ordinaria vía de su encuentro con la humanidad…
El Evangelio revela la más auténtica
y profunda vocación de la familia: la de acompañar a cada uno de sus
miembros en el camino de descubrimiento de Dios y del designio que Él ha
dispuesto para cada uno...
La
Sagrada Familia de Nazaret es
verdaderamente el "prototipo" de toda familia cristiana que, unida en el
Sacramento del matrimonio y nutrida por la Palabra y la Eucaristía, está llamada a realizar la
extraordinaria vocación y misión de ser célula viva no sólo de la sociedad, sino de la Iglesia, signo e instrumento de unidad para
todo el género humano”
- Benedicto XVI -