Estamos aquí en este cuarto día para decirte:
A ti la gloria por ser ejemplo de santidad y obediencia. Ayúdanos a imitar
tu vida para alcanzar la vida eterna.
Oración inicial
¡Virgen Santísima, que agradaste al Señor
y fuiste su Madre; inmaculada en el cuerpo, en el alma, en la fe y en el amor!
Por piedad, vuelve benigna los ojos a los fieles que imploran tu poderoso
patrocinio. La maligna serpiente, contra quien fue lanzada la primera
maldición, sigue combatiendo con furor y tentando a los hijos de Eva. ¡Ea,
bendita Madre, nuestra Reina y Abogada, que desde el primer instante de tu
concepción quebrantaste la cabeza del enemigo! Acoge las súplicas de los que,
unidos a ti en un solo corazón, te pedimos las presentes ante el trono del
Altísimo para que no caigamos nunca en las emboscadas que se nos preparan; para
que todos lleguemos al puerto de salvación, y, entre tantos peligros, la Iglesia y la sociedad
canten de nuevo el himno del rescate, de la victoria y de la paz. Amén.
Cita bíblica:
“Feliz
de Ti por haber creído que se cumplirá lo que te fue anunciado de parte del
Señor”
(Lc. 1, 45)
María
creyó, ésta fue su grandeza, este es el fundamento de toda su alegría y
felicidad, su fe. María, sin poder explicarse el modo como se iba a realizar el
Plan de Dios, lo acepta cuando se le anuncia y se abandona a Él sin reservas
durante toda su vida… con su fe, hizo que la obra de Dios fuera una realidad,
por eso es madre de todos los creyentes.
Dirigiéndonos hoy a Nuestra Madre , le pedimos
obtener para nosotros también, de la Providencia Divina ,
el poder pronunciar cada día nuestro “sí” a los planes de Dios con la misma fe
humilde y sincera con la que Ella pronunció el suyo.
A cada intención respondemos: ¡Virgen María, Escúchanos!
*
Para que en Ti y en tu Hijo Jesús encontremos la verdadera curación a
todos nuestros males.
*
Para que cada día seamos más
fieles a tus enseñanzas.
*
Para que aprendamos a tener esa ternura, esa compasión y esa mirada de
misericordia para con nuestros hermanos, como la que tienes tú.
***
Ave María ***
Oración
Final
Inmaculada Madre de
Dios, Reina de los cielos, Madre de misericordia, abogada y refugio de los
pecadores: he aquí que yo, iluminado y movido por las gracias que vuestra
maternal benevolencia abundantemente me ha obtenido del Tesoro Divino, propongo
poner mi corazón ahora y siempre en vuestras manos para que sea consagrado a
Jesús.
A Vos, oh Virgen
Santísima, lo entrego, en presencia de los nueve coros de los ángeles y de
todos los santos; Vos, en mi nombre, consagradlo a Jesús; y por la filial
confianza que os tengo, estoy seguro de que haréis ahora y siempre que mi
corazón sea enteramente de Jesús, imitando perfectamente a los santos, especialmente
a San José, vuestro purísimo esposo. Amén.
Ave
María Purísima… Sin pecado concebida.
Ave
María Purísima… Sin pecado concebida.
Ave
María Purísima…. Sin pecado concebida