Estamos en este séptimo en la Casa de Dios y es nuestra Santísima Virgen la que
nos llama a entrar en el refugio del amor y la misericordia de su Hijo Jesús.
Oración
inicial:
Cita bíblica
“María conservaba estas cosas y las meditaba en su
corazón”
Nuestra Madre,
Inmaculada desde su concepción, no olvida los numerosos beneficios que recibe
del Señor. Ella custodia todos sus recuerdos… Está atenta a todo lo que el
Señor le ha dicho y hecho, y medita, es decir, toma contacto con esos recuerdos
y los profundiza en su corazón.
María nos anima a
meditar sobre lo que el Señor nos quiere enseñar, sobre cómo está presente y
actúa en nuestra vida: ser capaces de meditar y asimilar los misterios de
nuestra fe y lo que Dios obra en nosotros.
Pidamos a María que
interceda ante Nuestro Señor para que podamos guardar en nuestro corazón todos
los tesoros recibidos. Que sepamos ser agradecidos y reconocer al Señor que
habita en nosotros.
A
cada intención respondemos: “Madre Santísima intercede por nuestras necesidades”
- Por los que
siguen a Jesucristo en servicio a los demás y en pobreza. Que el Señor los
bendiga y los acompañe en su entrega. Oremos.
- Por los
seglares cristianos que se esfuerzan por ser fieles al Evangelio en la vida de
cada día. Oremos.
- Por los
hombres, mujeres, ancianos, personas que viven la guerra y el hambre. Que el
Señor toque el corazón de los responsables de tanto dolor, y a nosotros nos
mueva a la solidaridad. Oremos.
- Para que el
Señor bendiga a todos los que están lejos de sus lugares de nacimiento y
siempre sientan la acogida y la solidaridad. Oremos.
- Para
que el Señor nos haga crecer la fe, en la esperanza y en la caridad. Oremos.
- Por todos los
habitantes de nuestro pueblo que están lejos para que nunca olviden sus raíces
y sientan un amor profundo a la
Virgen allí donde estén. Oremos.
- Por nosotros,
para que, como María, sepamos ser portadores de Jesús a todos los que están a
nuestro alrededor. Oremos.
*** Ave María ***
Oración
Final
Inmaculada Madre de
Dios, Reina de los cielos, Madre de misericordia, abogada y refugio de los
pecadores: he aquí que yo, iluminado y movido por las gracias que vuestra
maternal benevolencia abundantemente me ha obtenido del Tesoro Divino, propongo
poner mi corazón ahora y siempre en vuestras manos para que sea consagrado a
Jesús.
A Vos, oh Virgen
santísima, lo entrego, en presencia de los nueve coros de los ángeles y de
todos los santos; Vos, en mi nombre, consagradlo a Jesús; y por la filial
confianza que os tengo, estoy seguro de que haréis ahora y siempre que mi
corazón sea enteramente de Jesús, imitando perfectamente a los santos,
especialmente a San José, vuestro purísimo esposo. Amén.
Ave
María Purísima… Sin pecado concebida.
Ave
María Purísima… Sin pecado concebida.
Ave
María Purísima…. Sin pecado concebida