Meditamos el Rosario de la Caridad del Padre Gustavo Jamut
Culminado el rezo del Santo Rosario,
le ofrecemos a nuestra Mamita, el cuarto día de la Novena!
le ofrecemos a nuestra Mamita, el cuarto día de la Novena!
Nos ponemos en presencia de Dios: en el nombre del
Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén
Oración
Inicial
Virgen
María, Madre de Dios y Madre nuestra.
Señora de Luján, Patrona de nuestra Patria; hoy alzamos nuestros ojos y
nuestros brazos hacia tí... Madre de la Esperanza, de los pobres y de los
peregrinos, escúchanos...
Hoy te pedimos
por Argentina, por nuestro Santo Padre, por nuestro pueblo. Ilumina nuestra
patria con el sol de justicia, con la luz de una mañana nueva, que es la luz de
Jesús. Enciende el fuego nuevo del amor entre hermanos.
Unidos estamos bajo la celeste y blanca de nuestra bandera, y
los colores de tu manto, para contarte que: hoy falta el pan material en
muchas, muchas casas, pero también falta el pan de la verdad y la justicia en
muchas mentes. Falta el pan del amor entre hermanos y falta el pan de Jesús en
los corazones.
*** Canto ***
CUARTO DÍA
El amor de la Virgen nos da la libertad para estar
al servicio de nuestros hermanos.
El negro Manuel fue traído de África
como esclavo, cuando tenía unos 25 años. Fue comprado en Brasil y traído a
Buenos Aires, junto con las imágenes. Después del milagro se dedicó, hasta su
muerte, por más de 50 años, a servir a la Virgen. Cuenta la tradición que
muchos enfermos recobraban la salud cuando Manuel los ungía con el aceite de la
lámpara que ardía en honor de Nuestra Señora. Se sabe que estuvo unos años
casado con una mujer criolla llamada Beatriz, que era esclava de la misma
familia a la que pertenecía; y luego enviudó.
Para que pudiera seguir cuidando la
imagen, fue comprado a sus antiguos dueños gracias a una colecta popular,
aunque él ya decía: “Soy de la Virgen, nomás”.
Escuchamos con atención la Palabra de Dios
Del Evangelio
de san Juan:
“Ya no los llamo servidores, porque
el servidor ignora lo que hace su Señor; yo los llamo amigos, porque les he
dado a conocer todo lo que oí de mi Padre. No son ustedes los que me eligieron
a mí, sino yo el que los elegí a ustedes, y los destiné para que vayan y den
fruto, y ese fruto sea duradero. Así todo lo que pidan al Padre en mi Nombre,
él se lo concederá. Lo que yo les mando es que se amen los unos a los otros.”
(15, 15-17)
Recemos con el Salmo 102
Respondemos: El amor del
Señor permanece para siempre.
Bendice al
Señor, alma mía,
que todo mi
ser bendiga su santo Nombre;
bendice al
Señor, alma mía,
y nunca
olvides sus beneficios.
El amor del
Señor permanece para siempre.
Él perdona
todas tus culpas
y cura todas
tus dolencias;
rescata tu
vida del sepulcro,
te corona de
amor y de ternura;
el Señor hace
obras de justicia
y otorga el
derecho a los oprimidos.
El amor del
Señor permanece para siempre.
Como un padre
cariñoso con sus hijos,
así es
cariñoso el Señor con sus fieles;
Él conoce de
qué estamos hechos,
sabe muy bien
que no somos más que polvo.
Pero el amor
del Señor permanece para siempre.
El amor del
Señor permanece para siempre.
- Breve silencio para reflexionar.
Oración Final
Te pedimos Madre, que extingas el
odio, que ahogues las ambiciones desmedidas, que arranques el ansia febril de
solamente los bienes materiales y derrama sobre nuestro suelo, la semilla de la
humildad, de la comprensión. Ahoga la mala hierba de la soberbia, que ningún
Caín pueda plantar su tienda sobre nuestro suelo, pero tampoco que ningún Abel
inocente bañe con su sangre nuestras calles.
Haz madre que comprendamos que somos
hermanos, nacidos bajo un mismo cielo, y bajo una misma bandera. Que sufrimos
todos juntos las mismas penas y las mismas alegrías. Ilumina nuestra esperanza,
alivia nuestra pobreza material y espiritual y que tomados de tu mano digamos
más fuerte que nunca: ¡Argentina!... ¡Argentina, canta y camina!
Virgen de
Luján: Ruega por nosotros y por nuestra Patria!
Ave María
Purísima: Sin pecado concebida!