Tres veces al día -al amanecer, al mediodía y al anochecer-, los cristianos estamos invitados a elevar al cielo la sublime plegaria del Ángelus para saludar a María y recordarle la escena más grandiosa de su vida: la anunciación del ángel en Nazareth y el misterio de la Encarnación del Verbo en sus virginales entrañas: “El ángel del Señor anunció a María, y concibió del Espíritu Santo...”
En 1571, San Pío V inserta el Ángelus en un Oficio Parvo de la Virgen aprobado por él.
Benedicto XIII, el 14 de septiembre de 1724, con el breve Iniunctae nobis, concedía cien días de indulgencia por cada vez que se rezara y una plenaria al mes al que lo rezase diariamente de rodillas por la mañana, a mediodía y por la tarde al toque de las campanas.
Benedicto XIV estableció el 20 de abril de 1742 que durante el tiempo pascual se sustituyese el Ángelus por la antífona: Reginal Coeli.
Finalmente, Pío VII en 1815, añadió al Ángelus tres “Gloria al Padre...” en acción de gracias por los dones copiosamente otorgados por la Santísima Trinidad a la Virgen, particularmente por su gloriosa Asunción a los cielos.
Finalmente, Pío VII en 1815, añadió al Ángelus tres “Gloria al Padre...” en acción de gracias por los dones copiosamente otorgados por la Santísima Trinidad a la Virgen, particularmente por su gloriosa Asunción a los cielos.
Forma de Rezar el Ángelus
El ángel del Señor anunció a María.
Y concibió del Espíritu Santo.
Ave María.
He aquí la esclava del Señor.
Hágase en mí, según tu palabra.
Ave María.
Y el verbo se hizo carne.
Y habitó entre nosotros.
Ave María.
Oremos:
Te pedimos, Señor, infundas tu gracia en nuestras mentes, para que los que hemos conocido por el mensaje del ángel el misterio de la encarnación de tu Hijo, seamos conducidos a la gloria de la resurrección, por los méritos de su cruz y pasión. Por el mismo Cristo nuestro Señor.
Amén.
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
(tres veces)