Meditamos el Rosario de la Caridad del Padre Gustavo Jamut
Culminado el rezo del Santo Rosario,
le ofrecemos a nuestra Mamita, el cuarto día de la Novena!
Nos ponemos en presencia de Dios: en el nombre del
Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén
Virgen
María, Madre de Dios y Madre nuestra. Señora de Luján, Patrona de nuestra
Patria; hoy alzamos nuestros ojos y nuestros brazos hacia tí... Madre de la
Esperanza, de los pobres y de los peregrinos, escúchanos!
Hoy te pedimos
por Argentina, por nuestro Santo Padre, por nuestro pueblo. Ilumina nuestra
patria con el sol de justicia, con la luz de una mañana nueva, que es la luz de
Jesús. Enciende el fuego nuevo del amor entre hermanos.
Unidos estamos bajo la celeste y blanca de nuestra bandera, y
los colores de tu manto, para contarte que: hoy falta el pan material en
muchas, muchas casas, pero también falta el pan de la verdad y la justicia en
muchas mentes. Falta el pan del amor entre hermanos y falta el pan de Jesús en
los corazones.
*** Canto ***
SEXTO DÍA
En Luján,
tenemos una casa para estar con la Virgen. Pero Ella también quiere peregrinar
con nosotros.
La señora Ana de Matos, que tenía una
estancia unas 5 o 6 leguas de distancia de la de Rosendo, al ver el abandono en
el que había quedado la ermita decidió ofrecerle un lugar más digno a la Virgen
y construir, con el tiempo, una capilla para que la pudieran venerar los
peregrinos. Así, con una procesión que duró dos días, la Virgen peregrinó junto
a sus hijos hasta el lugar donde se construiría el nuevo templo.
También Ana de Matos, como el negro
Manuel, fue un instrumento de Dios para servir a su pueblo. Gracias a ella,
nuestra Madre pudo tener una casa para seguir recibiendo a sus hijos; y las
tierras que le donó a la Virgen dieron origen a la actual ciudad de Luján.
Escuchamos con atención la Palabra de Dios
Del evangelio
de san Lucas:
“En aquellos días, María partió y
fue sin demora a un pueblo de la montaña de Judá. Entró en la casa de Zacarías
y saludó a Isabel. Apenas ésta oyó el saludo de María, el niño saltó de alegría
en su seno, e Isabel, llena del Espíritu Santo, exclamó: ‘¡Tú eres bendita
entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para
que la madre de mi Señor venga a visitarme? Apenas oí tu saludo, el niño saltó
de alegría en mi seno. Feliz de ti por haber creído que se cumplirá lo que te
fue anunciado de parte del Señor.” (1, 39-45)
Recemos con el Salmo 84
Respondemos: Feliz quien
ama al Señor y marcha en sus caminos.
¡Qué amable es tu Morada,
Señor del
universo!
Feliz quien
ama al Señor y marcha en sus caminos.
Mi alma se
consume de deseos
por los atrios
del Señor;
mi corazón y
mi carne claman ansiosos
por el Dios
viviente.
Feliz quien
ama al Señor y marcha en sus caminos.
Hasta el
gorrión encontró una casa,
y la
golondrina tiene un nido
donde poner
sus pichones,
junto a tus
altares, Señor del universo,
mi Rey y mi
Dios.
Feliz quien
ama al Señor y marcha en sus caminos.
¡Felices los
que habitan en tu Casa
y te alaban
sin cesar!
¡Felices los
que encuentran su fuerza en ti,
al emprender
la peregrinación!
Feliz quien
ama al Señor y marcha en sus caminos.
Gloria al
Padre, al Hijo y al Espíritu Santo...
- Breve silencio para reflexionar.
Oración Final
Te pedimos madre, que extingas el
odio, que ahogues las ambiciones desmedidas, que arranques el ansia febril de
solamente los bienes materiales y derrama sobre nuestro suelo, la semilla de la
humildad, de la comprensión. Ahoga la mala hierba de la soberbia, que ningún
Caín pueda plantar su tienda sobre nuestro suelo, pero tampoco que ningún Abel
inocente bañe con su sangre nuestras calles.
Haz madre que comprendamos que somos
hermanos, nacidos bajo un mismo cielo, y bajo una misma bandera. Que sufrimos
todos juntos las mismas penas y las mismas alegrías. Ilumina nuestra esperanza,
alivia nuestra pobreza material y espiritual y que tomados de tu mano digamos más
fuerte que nunca: ¡Argentina, canta y camina!
Virgen
de Luján: Ruega por nosotros y por nuestra Patria!
Ave
María Purísima: Sin pecado concebida!