viernes, 3 de mayo de 2013

Quinto Día de Novena a la Virgen de Luján: Patrona de Argentina y de Cáritas


 
Meditamos el Rosario de la Caridad del Padre Gustavo Jamut
 
 
Concluido el rezo del Santo Rosario, le ofrecemos a nuestra Madre, el quinto día de novena.
 
 
Nos ponemos en presencia de Dios: en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén

 
Oración Inicial

 
   Virgen María, Madre de Dios y Madre nuestra.  Señora de Luján, Patrona de nuestra Patria; hoy alzamos nuestros ojos y nuestros brazos hacia tí... Madre de la Esperanza, de los pobres y de los peregrinos, escúchanos...

       Hoy te pedimos por Argentina, por nuestro Santo Padre, por nuestro pueblo. Ilumina nuestra patria con el sol de justicia, con la luz de una mañana nueva, que es la luz de Jesús. Enciende el fuego nuevo del amor entre hermanos.

Unidos estamos bajo la celeste y blanca de nuestra bandera, y los colores de tu manto, para contarte que: hoy falta el pan material en muchas, muchas casas, pero también falta el pan de la verdad y la justicia en muchas mentes. Falta el pan del amor entre hermanos y falta el pan de Jesús en los corazones.


                                  *** Canto ***

 QUINTO DÍA

 
Desde el cielo, el negro Manuel nos anima a acercar a la Virgen a nuestros hermanos y a rezar por sus necesidades.


          La primera ermita que le construyeron a la Virgen estuvo terminada en 1633. Pero a pesar de que crecía la fama de los milagros y gracias que Ella concedía, el lugar quedó más tarde abandonado durante unos cuarenta años. Sólo el negro Manuel mantuvo vivo en ese tiempo el culto a “Nuestra Señora de Luján”, como ya se la acostumbraba a llamar. Él era quien recibía a los peregrinos, rezaba por sus necesidades, cuidaba de la ermita y de la imagen, y contaba la historia del milagro. 

          Su gran amor a la Señora y la fidelidad a su servicio durante esos años, permitieron que hoy conservemos la imagen de la Virgen y guardemos en la memoria su presencia milagrosa entre nosotros.


Escuchamos con atención la Palabra de Dios


Del evangelio de san Mateo:

          “En aquel tiempo, Jesús dijo: ‘Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, por haber ocultado estas cosas a los sabios y a los prudentes y haberlas revelado a los pequeños. Sí, Padre, porque así lo has querido. Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados, y yo los aliviaré. Carguen sobre ustedes mi yugo y aprendan de mí, porque soy paciente y humilde de corazón, y así encontrarán alivio. Porque mi yugo es suave y mi carga liviana’. ” (11, 25-26. 28-30)


Recemos con el Salmo 27


Respondemos: Señor, no me dejes ni me abandones!

 

El Señor es mi luz y mi salvación,

¿a quién temeré?

El Señor es el baluarte de mi vida,

¿ante quién temblaré?

Señor, no me dejes ni me abandones!

 Aunque acampe contra mí un ejército

mi corazón no temerá;                              

aunque estalle una guerra contra mí,

no perderé la confianza.

Señor, no me dejes ni me abandones!
 

No alejes con ira a tu servidor,

tú, que eres mi ayuda;

no me dejes ni me abandones,

mi Dios y mi salvador.

Aunque mi padre y mi madre me abandonen,

el Señor me recibirá. 

Señor, no me dejes ni me abandones!

 
Yo creo que contemplaré la bondad del Señor

en la tierra de los vivientes.

Espera en el Señor y sé fuerte;

ten valor y espera en el Señor.


Señor, no me dejes ni me abandones!


Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo...


- Breve silencio para reflexionar.

 
Oración Final

 
Te pedimos madre, que extingas el odio, que ahogues las ambiciones desmedidas, que arranques el ansia febril de solamente los bienes materiales y derrama sobre nuestro suelo, la semilla de la humildad, de la comprensión. Ahoga la mala hierba de la soberbia, que ningún Caín pueda plantar su tienda sobre nuestro suelo, pero tampoco que ningún Abel inocente bañe con su sangre nuestras calles.

Haz madre que comprendamos que somos hermanos, nacidos bajo un mismo cielo, y bajo una misma bandera. Que sufrimos todos juntos las mismas penas y las mismas alegrías. Ilumina nuestra esperanza, alivia nuestra pobreza material y espiritual y que tomados de tu mano digamos más fuerte que nunca: ¡Argentina!... ¡Argentina, canta y camina!


Virgen de Luján: Ruega por nosotros y por nuestra Patria!

Ave María Purísima: Sin pecado concebida!