viernes, 4 de octubre de 2013

San Francisco de Asís - Memoria Obligatoria


Francisco Bernardone nació en Asís, Italia, en el año 1182.  De joven se caracterizó por su vida despreocupada: no tenía reparos en hacer gastos cuando andaba en compañía de sus amigos ni en dar limosnas; como cualquier hijo de un potentado tenía ambiciones de ser exitoso.
Siendo joven participó en la guerra entre las regiones de Perusa y Asís, y en una fue tomado prisionero y liberado al año siguiente. Se unió nuevamente al ejército y partió a la guerra, pero en el trayecto tuvo un sueño en el que una voz le ordenó volver; así lo hizo y volvió ante la sorpresa de quienes lo vieron, envuelto ahora en meditaciones solitarias, con una conducta de desapego a lo terrenal, en un estado de quietud y paz. Paseándose en cierta ocasión a caballo por la llanura de Asís, encontró a un leproso. Las llagas del mendigo aterrorizaron a Francisco; pero, en vez de huir, se acercó al leproso, y pesar de su repulsa natural, venció su voluntad y le dio un beso. Aquello cambió su vida. Fue un gesto movido por el Espíritu Santo, pidiéndole a Francisco una calidad de entrega.
A partir de entonces, comenzó a visitar y servir a los enfermos en los hospitales. Algunas veces regalaba a los pobres sus vestidos, otras, el dinero que llevaba.. De este modo desarrollaba su espíritu de pobreza, su profundo sentido de humildad y su gran compasión. En cierta ocasión, mientras oraba en la iglesia de San Damián en las afueras de Asís, le pareció que el crucifijo le repetía tres veces: "Francisco, repara mi casa, pues ya ves que está en ruinas".
Francisco la reparó y fijó en ella su residencia. Ahí,  el día de la fiesta de San Matías, 
el evangelio de la misa decía: "Id a predicar, diciendo: El Reino de Dios ha llegado... Dad gratuitamente lo que habéis recibido gratuitamente...” (Mat.10, 7-19). Estas palabras penetraron hasta lo más profundo en el corazón de Francisco y éste, aplicándolas literalmente, regaló su vestimenta y se quedó solamente con la pobre túnica ceñida con un cordón. Tal fue el hábito que dio a sus hermanos un año más tarde.  San Francisco tuvo muchos seguidores y algunos querían hacerse discípulos suyos. 
Cuando ya eran doce discípulos, redactó una regla que dictaba el estilo de vida para los franciscano, centrada una vida en el amor, la oración y la paz; votos de pobreza completa, lo que incluía renunciar a las propiedades; sustento del propio trabajo o, en caso necesario, de la limosna; y ofrecer ejemplo de renuncia de sí mismo. Después de varios años se autorizó por el Papa Inocencio III la regla y les dio por misión predicar la penitencia.
Años más tarde, recibió en su cuerpo las Llagas de Cristo. En ese tiempo también tuvo una grave afección a los ojos que lo dejó casi ciego, pero pese a su condición continuó predicando. Su estado de salud siguió empeorando progresivamente, por lo que murió a la edad de 44 años.