VATICANO, 29 Oct. 13 / 03:42 pm (ACI/EWTN Noticias).- Al presidir hoy la habitual Misa en la Capilla de la Casa Santa Marta, el Papa Francisco reflexionó sobre la esperanza y aseguró que esta no es “optimismo” ni “ver las cosas con buen ánimo”, sino la “ardiente expectativa hacia la revelación del Hijo de Dios”.
El Santo Padre señaló que “no es fácil entender la esperanza”, pues en ocasiones “pensamos que ser personas de esperanza signifique ser personas optimistas”, pero esto no es así.
“La esperanza –indicó– no decepciona, es segura”.
Francisco remarcó que “la esperanza no es el optimismo, no es aquella capacidad de ver las cosas con buen ánimo y seguir adelante. No, eso es optimismo, no es esperanza”.
“Ni la esperanza es una actitud positiva frente a las cosas. Esa gente brillante, positiva... Esto es bueno, ¡eh! pero no es la esperanza”.
El Santo Padre dijo que “no es fácil entender bien lo que es la esperanza. Se dice que es la más humilde de las tres virtudes, porque está oculta en la vida. La fe se ve, se siente, se sabe lo que es. La caridad se hace, se sabe lo que es. Pero, ¿qué es la esperanza? ¿Qué es esa actitud de la esperanza?”.
“Para acercarnos un poco, podemos decir primero que la esperanza es un riesgo, es una virtud arriesgada, es una virtud, como dice San Pablo ‘de una ardiente expectativa hacia la revelación del Hijo de Dios’. No es una ilusión”.
El Santo Padre señaló que “no es fácil entender la esperanza”, pues en ocasiones “pensamos que ser personas de esperanza signifique ser personas optimistas”, pero esto no es así.
“La esperanza –indicó– no decepciona, es segura”.
Francisco remarcó que “la esperanza no es el optimismo, no es aquella capacidad de ver las cosas con buen ánimo y seguir adelante. No, eso es optimismo, no es esperanza”.
“Ni la esperanza es una actitud positiva frente a las cosas. Esa gente brillante, positiva... Esto es bueno, ¡eh! pero no es la esperanza”.
El Santo Padre dijo que “no es fácil entender bien lo que es la esperanza. Se dice que es la más humilde de las tres virtudes, porque está oculta en la vida. La fe se ve, se siente, se sabe lo que es. La caridad se hace, se sabe lo que es. Pero, ¿qué es la esperanza? ¿Qué es esa actitud de la esperanza?”.
“Para acercarnos un poco, podemos decir primero que la esperanza es un riesgo, es una virtud arriesgada, es una virtud, como dice San Pablo ‘de una ardiente expectativa hacia la revelación del Hijo de Dios’. No es una ilusión”.
Tener esperanza, indicó entonces el Papa, es “estar en tensión hacia esta revelación, hacia esta alegría que llenará nuestra boca de sonrisas”.
Los primeros cristianos, recordó, representaban a la esperanza “como un ancla: la esperanza era un ancla, anclada en la orilla” del más allá.
“Se me ocurre la pregunta, ¿dónde estamos anclamos nosotros, cada uno de nosotros? Estamos anclados allá en la orilla de aquel océano tan alejado o estamos anclados en una laguna artificial que hemos hecho nosotros, con nuestras normas, nuestros comportamientos, nuestros horarios, nuestros clericalismos, nuestras actitudes eclesiásticas… no eclesiales, ¿eh? ¿Estamos anclamos allí? Todos confortables y seguros, ¿eh? Aquella no es esperanza. ¿Dónde está anclado mi corazón, allí en esta laguna artificial, con un comportamiento impecable de verdad?”.
El Papa indicó que “estamos a la espera esto es un parto. Y la esperanza se encuentra en esta dinámica”, de “dar vida”.
“Una cosa es vivir en la esperanza, porque en la esperanza estamos salvados y otra cosa es vivir como buenos cristianos, nada más. Vivir a la espera de la revelación, o vivir bien con los mandamientos; estar anclados en la orilla del más allá, o aparcados en la laguna artificial”.
El Santo Padre señaló que al reflexionar sobre esto “pienso en María, una muchacha joven, cuando, después de haber oído que era mamá ha cambiado su actitud y va, ayuda y canta ese cántico de alabanza”.
“Cuando una mujer se queda embarazada es mujer, pero no es solo mujer: es madre. Y la esperanza tiene algo de esto. Nos cambia la actitud: somos nosotros, pero no somos nosotros; somos nosotros, buscando allí, anclados allí”.
Al concluir, el Papa Francisco se dirigió a un grupo de sacerdotes mexicanos presentes en la Misa, con ocasión del 25 aniversario de su ordenación sacerdotal, y les exhortó a que “sean años de esperanza, para vivir como sacerdotes de esperanza”.