sábado, 12 de octubre de 2013

12 de Octubre: "Divino Niño Jesús" - Devoción popular


La devoción al Divino Niño es providencial, es luz para un mundo que desprecia la vida humana y en que tantos niños son abortados o abandonados. ¡Cuánto glorifica a Dios que reconozcamos que Él nos envió a Su único Hijo! Él se hizo un niño pequeñito, igual que nosotros en todo menos en el pecado.

Mientras el mundo apuesta por el poder de las armas y del dinero, que es la ley del más fuerte, Jesús nos enseña que el reinará por el amor cuando nos hagamos niños guiados por Su Padre Celestial. Nos pide una profunda conversión de corazón: Yo os aseguro: si no cambiáis y os hacéis como los niños, no entraréis en el Reino de los Cielos.  Mateo 18,3
La devoción al Divino Niño Jesús es una "Devoción popular" porque es el pueblo quien introdujo esta celebración entre los católicos.
El Divino Niño, es Jesús cuando era niño; pero la Iglesia no contempla su fiesta en el calendario oficial de liturgia. La celebración se realiza porque el pueblo desea rendirle culto.

La devoción al Divino Niño comienza en Colombia en el año 1907, primero entre los carmelitas y después en la Comunidad Salesiana. Fueron tantos los favores concedidos que los devotos agradecidos propagaron la devoción por todas partes.

Uno de los testimonios se da entre los Salesianos que, en el año 1914 estaban construyendo el Templo de San Roque, Barranquilla (Colombia). La gente de los alrededores eran totalmente pobres. Había que ir por toda la ciudad a pedir ayuda. El Padre superior de la casa, le dijo al Padre Juan del Rizzo: "Usted se va hacia el oriente y yo hacia occidente a pedir de casa en casa, a ver que recogemos para el templo". Pero al Padre Juan se le quedaban las palabras debajo de la lengua cuando iba a pedir limosna, le daba vergüenza… y volvió sin nada, porque se atrevió a pedirle a nadie.

Por la mañana, siguiendo una costumbre muy recomendada por San Juan Bosco, antes de salir de casa se fue a hacer una visita a Jesús Sacramentado en el templo, y se arrodilló luego junto a la imagen de María Auxiliadora para encomendarse a tan poderosa Patrona. Levantó los ojos y al ver el lindo Niño Jesús que estaba en brazos de la Virgen Santísima, con sus bracitos abiertos como queriéndole decir: “Llévame contigo, que quiero acompañarte en tu viaje”.

A partir de ese momento el Padre Juan recogió tres veces más de lo que el Superior había logrado recoger de casa en casa en toda la mañana. Aquella mañana había empezado su “enamoramiento” por el Divino Niño Jesús: “Las manos del Divino Niño son unos explosivos de milagros. Basta tocarlas con la oración y la fe, y se vuelcan sobre nosotros sus prodigios”.