Querido San José, tú que fuiste proclamado Patrono de la Iglesia universal, hoy volvemos a confiártela y a ponerla bajo tu protección y cuidado por medio de nuestra sencilla oración.
Ayúdanos a recordar que todos los bautizados somos Igesia; no sólo el Papa, los obispos, los sacerdotes y los religiosos, sino también todos y cada uno de los laicos, ya que también tú fuiste un laico comprometido con Dios, con la familia y con las necesidades de tu tiempo.
Recordando la misión tan importante que Dios te ha confiado de interceder por la Iglesia y por todos los que la constituimos, te pedimos que no ceses de cuidar esta barca que el mismo Jesús ha querido construir, para que, navegando indemne por las aguas tormentosas de este mundo, sea siempre atractiva como en los primeros tiempos, y esté abierta para recibir a una gran multitud de hombres y mujeres que necesiten subir a ella.
Tú que protegiste al Niño Jesús de Herodes y de quienes deseaban destruirlo, te pedimos que protejas a la Iglesia de los Herodes actuales, quienes, llenos de odio diabólico, intentan, por todos los medios, destruirla.
Finalmente, te pedimos que intercedas ante el Señor para que Él nos guie a todos los bautizados y que, como Iglesia que somos, cada día, podamos ser más fieles a los deseos de Jesús, profundizando en la permanente conversión y purificación, y abriéndonos al poder renovador del Espíritu Santo. Amén.
Ayúdanos a recordar que todos los bautizados somos Igesia; no sólo el Papa, los obispos, los sacerdotes y los religiosos, sino también todos y cada uno de los laicos, ya que también tú fuiste un laico comprometido con Dios, con la familia y con las necesidades de tu tiempo.
Recordando la misión tan importante que Dios te ha confiado de interceder por la Iglesia y por todos los que la constituimos, te pedimos que no ceses de cuidar esta barca que el mismo Jesús ha querido construir, para que, navegando indemne por las aguas tormentosas de este mundo, sea siempre atractiva como en los primeros tiempos, y esté abierta para recibir a una gran multitud de hombres y mujeres que necesiten subir a ella.
Tú que protegiste al Niño Jesús de Herodes y de quienes deseaban destruirlo, te pedimos que protejas a la Iglesia de los Herodes actuales, quienes, llenos de odio diabólico, intentan, por todos los medios, destruirla.
Finalmente, te pedimos que intercedas ante el Señor para que Él nos guie a todos los bautizados y que, como Iglesia que somos, cada día, podamos ser más fieles a los deseos de Jesús, profundizando en la permanente conversión y purificación, y abriéndonos al poder renovador del Espíritu Santo. Amén.