¡Mira que soy muy débil, y caigo a cada momento y necesito tu apoyo para no desfallecer!
Sé todo para mí, Sagrado Corazón de Jesús: socorro de mi miseria, fuego de mis ojos; sostén de mis pasos, remedio de mis males; auxilio en toda necesidad. De ti lo espera todo mi pobre corazón. Tú lo animas y lo invitas repetidas veces como lo dijiste en tu Evangelio: “venid a mí; aprended de mí; pedid; llamad…” A las puertas de tu Corazón vengo hoy; y llamo, y pido, y espero. El mío, te lo entrego Señor, firme, formal y para siempre.
Tómalo Tú, y dame en cambio lo que sabes me conviene para vivir bien en la tierra y feliz en la eternidad. Amén