¡BIENVENIDO EL QUE VIENE EN NOMBRE DEL SEÑOR!
Como aquella entrada triunfal de Jesús en Jerusalén, hoy alfombramos su paso con nuestros corazones, reconociendo que es El, el Rey de nuestras vidas, de nuestras familias, el Rey del mundo entero!
Junto a nuestros ramos, en casa, -la Iglesia doméstica- y unidos a todos los hermanos, levantamos el corazón para consagrarlo al Señor de la Vida, al Señor de la Historia, de nuestra historia!
Ven, entra Jesús! Mi corazón es el trono que vos quieres y buscas y hoy especialmente, te lo ofrezco, te lo doy, así como soy y estoy!
De la mano de María, tu Madre y madre nuestra, te aclamamos, te proclamamos Rey y Señor! A tu paso, doblamos las rodillas para agradecer tu entrega amorosa, abrazando la cruz, nuestra cruz!
¡Ven, entra, Señor! Recorre cada lugar de mi corazón, de mi casa, mi familia, mi patria, el mundo entero!
Que imitando tu entrega de amor, también nosotros podamos morir a todo lo que nos aparta de Vos!
Durante todo el año, al mirar los ramos bendecidos en este domingo especial en el que por la cuarentena nos quedamos en casa, recordaremos que hemos vencido el egoísmo, el individualismo y donándonos por amor, pondremos en práctica lo que nos pides, nuestro Rey y Señor!
¡Ven, entra, Señor y quédate con nosotros!
¡BENDECIDO DOMINGO DE RAMOS, EN JESÚS, NUESTRO ÚNICO REY Y REDENTOR!
