sábado, 30 de noviembre de 2013

Primer Domingo de Adviento: “SOMOS LLAMADOS A LA VIGILANCIA” – Nuevo Año Litúrgico (Ciclo “A”) – Liturgia





Dentro de cuatro semanas celebraremos la Navidad, el nacimiento de  Jesús. A estas semanas las llamamos Tiempo de Adviento, que significa “advenimiento”, “venida”.

Con el Adviento comienza un nuevo Año Litúrgico. Este año corresponde al “ciclo A” cuya característica es leer, habitualmente, el evangelio de san Mateo.

El color litúrgico del Adviento es el morado. Durante este tiempo, no se reza el Gloria que retomaremos solemnemente en la Misa de Nochebuena.

El momento de prepararnos a celebrar, llenos de esperanza, la llegada de Dios que toma rostro humano. ¡Esperamos a Jesús!

Este primer domingo de Adviento remarca la atenta y esperanzada vigilancia con que el cristiano espera a Jesús que viene a nuestro encuentro.

Vigilar significa estar atentos, salir al encuentro del Señor, que quiere entrar, este año más que el pasado, en nuestra existencia, para darle sentido total y salvarnos.

Durante esta primer semana las lecturas bíblicas y la predicación son una invitación con las palabras del Evangelio: "Velen y estén preparados, que no saben cuándo llegará el momento".

Es importante que, como familia nos hagamos un propósito que nos permita avanzar en el camino hacia la Navidad; ¿qué te parece si nos proponemos revisar nuestras relaciones familiares? Como resultado deberemos buscar el perdón de quienes hemos ofendido y darlo a quienes nos hayan ofendido para comenzar el Adviento viviendo en un ambiente de armonía y amor familiar. Desde luego, esto deberá ser extensivo también a los demás grupos de personas con los que nos relacionamos diariamente, como la escuela, el trabajo, los vecinos, etc.

Esta semana, en familia al igual que en cada comunidad parroquial, encenderemos la primera vela de la Corona de Adviento, color morada, como signo de vigilancia y deseos de conversión.


Liturgia de la Palabra

Primera lectura: Is 2,1-5

Isaías anuncia que llegará el tiempo del Señor, tiempo de prosperidad y paz.

Salmo: 121, 1-2. 4-9

En consonancia con este anuncio, el salmo expresa la alegría de quien va a encontrarse con el Señor.

Segunda lectura: Rom 13, 11-14

Como se acerca el día de la llegada del Señor, san Pablo nos exhorta a abandonar las obras del pecado y revestirnos de Cristo.

Evangelio: Mt 24, 37-44


A través de dos ejemplos, Jesús nos estimula a estar atentos y vigilantes esperando su venida.

Segundo día de novena a la "Inmaculada Concepción de María" - Año 2013


Lema: “Experimentemos la acción salvadora de Dios por medio de María”

Introducción

  Hermanos en este segundo día de oraciones, nuestra Santísima Madre nos reúne como pueblo creyente de Dios, que acude a Ella, en auxilio de nuestras necesidades.

Oración inicial

         ¡Virgen Santísima, que agradaste al Señor y fuiste su Madre; inmaculada en el cuerpo, en el alma, en la fe y en el amor! Por piedad, vuelve benigna los ojos a los fieles que imploran tu poderoso patrocinio! Acoge las súplicas de los que, unidos a ti en un solo corazón, te pedimos; para que todos lleguemos a la  salvación. Amén.

Cita bíblica:

“No hay nada imposible para Dios” (Lc. 1, 37)

María fue obediente a la voluntad de Dios durante toda su vida, segura de que para Él nada es imposible.

Ella, aceptando el designio del Señor, se entregó a sí misma por entero a la persona de Jesús y a su obra de salvación.

Roguemos a Dios que, por intercesión de nuestra Madre, aumente nuestra Fe para poder abandonarnos a su Amor y Misericordia.

  A cada intención respondemos “¡MADRE, RUEGA POR NOSOTROS!”

- Te pedimos por la Iglesia católica, los obispos y sacerdotes, para que sean fieles a los mandatos que dejó Jesucristo. Oremos.

- Por todos los fieles que conforman la Iglesia católica, para que den ejemplo de vida y santidad, a imagen y semejanza de Jesucristo nuestro Señor. Oremos.

- Santa Madre, queremos pedirte por todos los que han perdido la esperanza y arrastran una vida sin fe ni ilusiones. Oremos.

PADE NUESTRO – AVE MARÍA – GLORIA

Oración Final

Inmaculada Madre de Dios, Reina de los cielos, Madre de misericordia, abogada y refugio de los pecadores: he aquí que yo, iluminado y movido por las gracias que vuestra maternal benevolencia abundantemente me ha obtenido del Tesoro Divino, propongo poner mi corazón y mi vida en tus manos. Amén.

AVE MARÍA PURÍSIMA… SIN PECADO CONCEBIDA.
AVE MARÍA PURÍSIMA… SIN PECADO CONCEBIDA.
AVE MARÍA PURÍSIMA…. SIN PECADO CONCEBIDA


 Actos Litúrgicos 

NOVENA Y FIESTA EN HONOR A LA "INMACULADA CONCEPCIÓN DE MARÍA", en la advocación de "Nuestra Señora que desata los nudos"

  
Del 29 de Noviembre al 8 de Diciembre de 2013

Lema: “Experimentemos la acción salvadora de Dios por medio de María”

Queridos Hermanos: el Viernes 29 de Noviembre del año en curso, comenzamos el rezo de la Novena, en honor a la “Inmaculada Concepción de María”, en la advocación de “María que desata los nudos”, en la Vicaría "San Martín de Porres" (Av. Angelelli esq. Azcuénaga - Barrio Parque Sur - La Rioja - Argentina)

La misma se rezará del 29 de Noviembre al 7 de Diciembre en los siguientes horarios:


HORARIO MATUTINO:

5:20 hs. Santo Rosario

Novena en honor a la "Inmaculada Concepción de María"

6:00 hs. Santa Misa


HORARIO VESPERTINO:

19:30 hs. Santo Rosario

Novena en honor a la "Inmaculada Concepción de María"

20:00 hs. Santa Misa


Jueves 05 de Diciembre: Primer Jueves de Mes, dedicado a orar por los sacerdotes y las vocaciones.

19:00 hs. Hora Santa

Novena en honor a la "Inmaculada Concepción de María"

20:00 hs. Santa Misa

Domingo 8 de Diciembre:
Fiesta en honor a la "Inmaculada Concepción de María"


Horario Matutino

5:20 hs. Santo Rosario

6:00 hs. Santa Misa


10:20 hs. Santo Rosario

11:00 hs. Santa Misa


Horario Vespertino

19:00 hs. Procesión con la sagrada imagen de “Nuestra Señora que desata los nudos" y de todas las imágenes de María en sus distintas advocaciones, cuyas familias deseen participar, por las calles de nuestro barrio: Blas Parera, Ejército Argentino, Martín de Álzaga, Triunvirato y Av. Angelelli.

20:00 hs. Santa Misa

“Hay nudos en nuestras vidas que nos cierran el corazón, problemas personales que nos hacen tropezar. En ellos experimentamos la mano liberadora de María que hace brotar perdón y que ayuda a superar desencuentros e ilumina nuestro modo de obrar de cada día, en pos de la salvación del alma como último fin”.

Si no podemos asistir al rezo de la novena, día a día, publicaremos el texto completo de la misma, para que, desde el lugar donde nos encontremos, unidos espiritualmente en oración, le imploremos a la Madre: desata los nudos de nuestras vidas!!!

Hermanos Queridos, les pedimos, que nos ayuden a difundir esta invitación, para que muchas almas, vayamos al encuentro de nuestra Madre.


viernes, 29 de noviembre de 2013

Adviento: Reflexiones del padre Angel Rossi - Oración de Javier Quimsá - Qué es Adviento? - Cómo prepararnos? Corona de Adviento - Año Litúrgico (significado de los colores)


El próximo domingo comienza el tiempo del Adviento y el Padre Ángel Rossi hizo una reflexión alusiva a ésta festividad.

El sacerdote expresó que cuando escuchamos la palabra Adviento, nos pone de frente a la finalización del año y a que ya estamos cerca de la Navidad.

El Adviento celebramos al Señor que viene. "Adviento" significa "que está viniendo" por lo tanto si alguien está viniendo la actitud es la esperanza, esperarlo, y sobretodo si quien viene es alguien grato. Si te avisan que alguien viene, y realmente hay cariño, se prepara la casa, se disfruta, se prepara el corazón para el que llega. No sólo se disfruta cuando llega, sino la espera, el ir preparando esa alegría de la llegada. No hay que esperar la navidad para disfrutar sino que hay una gracia propia del Adviento.

Citando a Anselm Grün, el Padre Ángel comentó que esperamos la venida de Dios y Él viene en 3 formas: vino en el nacimiento hace 2000 años cuando nació Jesús, viene a nuestras almas hoy y vendrá al final de los tiempos en forma gloriosa. Como tiempo de espera el adviento,  debería ser un tiempo de silencio para escuchar la voz en nuestro interior como recomienda San Anselmo:

¡Arriba, tú, hombrezuelo! ¡Huye un poco de tus ocupaciones!
Entra un instante en ti mismo, apartándote del tumulto de tus pensamientos.
Arroja lejos de ti las preocupaciones que te agobian
y aparta de ti las inquietudes que te oprimen.
Búscate tiempo para Dios y descansa. Habla con Dios
y dile con todas tus fuerzas: “Quiero, oh Señor, buscar tu rostro” (salmo 27,8).
Señor mío y Dios mío, enseña a mi corazón dónde y cómo tengo que buscarte,
dónde y cómo puedo encontrarte".

Este texto sería un buen ejercicio para este tiempo de Adviento. Sentarse un rato, sin hacer nada y encontrarnos en nuestro interior y poder preguntarnos qué es lo que yo espero en este tiempo? Que es lo que mi corazón anhela, que es lo que en este momento puede llenar mi vida, que cosa le anda faltando a mi corazón en este tiempo.

Es bueno poder decírselo al Señor, porque a vece lo penamos pero no se lo decimos.

Adviento es preparar el corazón para la venida y a medida que se acerca más el día, es más el gozo por esa venida!
La oración propia de este tiempo es: VEN SEÑOR JESÚS!!! , pero también esto implica poder decirle “AQUÍ ESTOY SEÑOR”.

Luego el sacerdote jesuita compartió una oración de Javier Quimsá sj y recomendó tenerla presente y rezarla en este tiempo:

Aquí estoy, Señor, caminando en este Adviento,
un Adviento más estremecido, asustado, aturdido y expectante,
percibiendo cómo avivas en mi pobre corazón
 las cenizas del deseo, cómo después de un toque de nostalgia,
 la memoria que se despereza y abre sus ojos al pasado
 deslumbrado por el agradecimiento.
Aquí estoy, Señor, caminando en este Adviento,
desempolvando mi esperanza,
consintiendo en este esperar, siempre mismo, siempre nuevo,
consintiendo en este tener que esperar para vivir,
en este esperar como afirmación fundamental de mi vida,
en este esperar que traduce la profunda y secreta necesidad
de tender hacia lo que se me presente como inalcanzable
y, por ello, inesperable con mis propias fuerzas.
Aquí estoy, Señor, caminando en este Adviento,
una vez más enfrentado a la paradoja de esperar lo inesperable,
de tener que ejercer esta esperanza para existir,
de hacerme consciente de que ser es esperar.
Aquí estoy, Señor, con la mirada del corazón clavada en este Adviento,
con el anhelo encendido, con el deseo ardiendo,
luchando contra mis miedos y esperanzas
para que el fuego de la esperanza se abra e ilumine el primer paso.
Aquí estoy, Señor, intentando limpiar la niebla de mis ojos,
rogándote que enjugues Tú mis lágrimas
y que tu luz alce mi cabeza y oriente mi mirada
hacia el lugar de la promesa.
Aquí estoy, Señor, aguardando lo que no veo,
lo que no siempre quiero, lo que desconozco,
lo que, sin embrago- ¡qué ironía!- es mi mayor certeza.
¿Cómo aguardar amor y desvergüenza?
¿Cómo negar la espera al Dios de mi esperanza?
Aquí estoy, Señor, caminando en este Adviento,
estremecido, asustado, expectante, enamorado
y sintiendo Tu llamado como la cosa más cierta, más real,
como la única verdad de mi espera.
No te canses de llamar, Señor, no te canses de llegar,
no te canses de venir, Señor, que aquí estoy caminando,
Señor, a Tu encuentro en este Adviento.

Fuente: www.radiomaria.org.ar

Te recomendamos, visitar nuestra página, haciendo clic en los siguientes enlaces sobre: Que es el Adviento, cómo prepararnos, cómo construir la Corona de Adviento y el Año Litúrgico (Significado de los colores) 


Adviento: Ven, Señor Jesús!!

Tweet del Papa Francisco: 29 de Noviembre de 2013


Tweet del Papa Francisco: 28 de Noviembre de 2013


"El cristiano no se conforma con el modo de pensar mundano" - Homilía del Papa Francisco: 29 de Noviembre de 2013


 

(RV)- Un cristiano piensa según Dios y por ello rechaza el pensamiento débil y uniforme, destacó el Papa Francisco en la Misa matutina de este viernes en la Casa de Santa Marta. El Santo Padre explicó que para comprender los signos de los tiempos, un cristiano debe pensar no sólo con la cabeza, sino también con el corazón y con el Espíritu Santo. 

Reflexionando sobre el Evangelio del día, el Santo Padre señaló que el Señor enseña a sus discípulos a comprender los signos de los tiempos, signos que los fariseos no logran comprender. Hay que «pensar en cristiano», para comprender el «paso de Dios en la historia»:

«En el Evangelio, Jesús no se enoja, pero lo finge cuando los discípulos no entienden las cosas. A los de Emaús dice: '¡necios y tardos de corazón'. "¡Oh necios, y tardos de corazón '... Él que no entiende las cosas de Dios es una persona así. El Señor quiere que entendamos lo que sucede: lo que pasa en mi corazón, lo que está pasando en mi vida, lo que sucede en el mundo, en la historia... ¿Qué significa esto que está pasando ahora? ¡Estos son los signos de los tiempos! En cambio, el espíritu del mundo nos hace otras propuestas, porque el espíritu del mundo no nos quiere como pueblo: nos quiere masa, sin pensamiento, sin libertad».

El espíritu del mundo, reiteró el Papa, «quiere que vayamos por un camino de uniformidad», como advierte San Pablo: «El espíritu del mundo nos trata como si no fuéramos capaces de pensar por cuenta nuestra; nos trata como personas no libres»:

«El pensamiento uniforme, el mismo pensamiento, el pensamiento débil, un pensamiento tan extendido. El espíritu del mundo no quiere que nos preguntemos delante de Dios: "Pero ¿por qué esto, por qué aquello, ¿por qué sucede esto? '. O incluso nos propone un pensamiento prêt-à-porter, de acuerdo a nuestros propios gustos: "Yo pienso como me da la gana '. Esto para ellos está bien, dicen... Pero lo que el espíritu del mundo no quiere es lo que Jesús nos pide: ¡el libre pensamiento, el pensamiento de un hombre y de una mujer que son parte del pueblo de Dios, y la salvación es precisamente ésta! Piensen en los profetas... "Tú no eras mi pueblo, ahora te digo ‘pueblo mío': así dice el Señor. Y ésta es la salvación: hacernos pueblo, pueblo de Dios, para tener libertad».

Jesús nos pide que pensemos libremente, nos pide pensar para comprender qué sucede. La verdad es que solos no podemos, sino que tenemos necesidad de la ayuda del Señor para comprender lo signos de los tiempos. Por eso el Espíritu Santo nos da un don: la inteligencia para comprender, y no para que otros me digan qué sucede:

«¿Cuál es el camino que quiere el Señor? Siempre con el espíritu de inteligencia para comprender los signos de los tiempos. Es hermoso pedir al Señor Jesús esta gracia, que nos envíe el espíritu de comprensión, para que no tengamos un pensamiento débil, un pensamiento uniforme, y un pensamiento según los propios gustos: sino un pensamiento como lo quiere Dios. Con este pensamiento, que es un pensamiento de mente, de corazón y de alma. Con este pensamiento, que es un don del Espíritu Santo, hay que buscar qué es lo que quieren decir las cosas y entender bien los signos de los tiempos».

(CdM - ER -RV)

El Papa nos enseña la lección más importante de la vida: cómo morir bien - Texto Completo de la catequesis del Papa - Audiencia General: 27 de Noviembre de 2013



Queridos amigos, la muerte nos atañe a todos y nos interroga de forma profunda, porque antes o después nos alcanzará. Por eso, quizá lo más importante que podemos aprender en la vida es a morir bien, cristianamente. Hoy el Papa nos explica que “si abrimos la puerta de nuestra vida y de nuestro corazón a los hermanos más pequeños y necesitados, entonces nuestra muerte será una puerta que nos llevará al Cielo”. El que practica la misericordia no teme la muerte.

Les ofrecemos a continuación el texto completo de la catequesis de hoy del Papa Francisco. Compártanla con sus amigos y conocidos, pues no hay nada más importante que saber cómo alcanzar la vida eterna. 

"Queridos hermanos y hermanas: 

Buenos días y felicitaciones porque son valientes, con este frío en la plaza. ¡Muchas felicitaciones!.
Deseo concluir las catequesis sobre el “Credo”, desarrolladas durante el Año de la Fe, que se clausuró el domingo pasado. En esta catequesis y en la próxima, quisiera considerar el tema de la resurrección de la carne, enfocando dos aspectos, así como los presenta el Catecismo de la Iglesia Católica. Es decir, nuestro morir y nuestra resurrección en Jesucristo. Hoy me detengo en el primer aspecto, «morir en Cristo».

1. Entre nosotros comúnmente, hay una forma equivocada de mirar la muerte. La muerte nos atañe a todos y nos interroga de forma profunda, en especial cuando nos toca de cerca, o cuando golpea a los pequeños, los indefensos de una manera que nos resulta «escandalosa». A mí siempre me impactó la pregunta: ¿por qué sufren los niños? ¿Por qué mueren los niños? Si se entiende como el fin de todo, la muerte asusta, aterroriza, se transforma en amenaza que despedaza todo sueño, toda perspectiva, toda relación e interrumpe todo camino. Ello sucede cuando consideramos nuestra vida como un tiempo encerrado entre dos polos: el nacimiento y la muerte; cuando no creemos en un horizonte que va más allá de la vida presente; cuando se vive como si Dios no existiera. Esta concepción de la muerte es típica del pensamiento ateo, que interpreta la existencia como un encontrarse de casualidad en el mundo y un caminar hacia la nada. Pero también hay un ateísmo práctico, que es un vivir sólo para sus propios intereses, un vivir sólo para las cosas terrenas. Si nos dejamos llevar por esta visión equivocada de la muerte, no tenemos otra opción que la de ocultar la muerte, negarla o banalizarla, para que no nos asuste.

2. Pero contra esta falsa solución, se rebela el ‘corazón’ del hombre, el anhelo que todos tenemos de infinito, la nostalgia que todos tenemos de lo eterno. Y, entonces, ¿cuál es el sentido cristiano de la muerte? Si miramos los momentos más dolorosos de nuestra vida, cuando perdimos a un ser querido – nuestros padres, un hermano, una hermana, un esposo, un hijo un amigo – percibimos que, aun ante el drama de la pérdida, aun lacerados por la separación, se eleva del corazón la convicción de que no puede haber acabado todo, que el bien dado y recibido no ha sido inútil. Hay un instinto poderoso dentro de nosotros, que nos dice que nuestra vida no acaba con la muerte. 

Esta sed de vida ha encontrado su respuesta real y digna de confianza en la resurrección de Jesucristo. La resurrección de Jesús no da sólo la certeza de la vida más allá de la muerte, sino que ilumina también el misterio mismo de la muerte de cada uno de nosotros. Si vivimos unidos a Jesús, fieles a Él, seremos capaces de afrontar con esperanza y serenidad también el pasaje de la muerte. La Iglesia, en efecto reza: «Si nos entristece la certeza de tener que morir, nos consuela la promesa de la inmortalidad futura». ¡Ésta una hermosa oración de la Iglesia!

Una persona tiende a morir como ha vivido. Si mi vida fue camino con el Señor, un camino de confianza en su inmensa misericordia, voy a estar preparado para aceptar el último momento de mi existencia terrena, como confiado abandono definitivo en sus manos acogedoras, en espera de contemplar cara a cara su rostro. Y esto es lo más bello que puede sucedernos. Contemplar cara a cara aquel rostro maravilloso del Señor, verlo como Él es: hermoso, lleno de luz, lleno de amor, lleno de ternura. Nosotros vamos hacia esa meta: encontrar al Señor. 

En este horizonte se comprende la invitación de Jesús a estar siempre listos, vigilantes, sabiendo que la vida en este mundo nos es dada también para preparar la otra vida, aquella con el Padre celestial. Y para ello hay un camino seguro: prepararse bien a la muerte, estando cerca de Jesús. Ésta es la seguridad: yo me preparo a la muerte estando cerca de Jesús. ¿Y cómo se está cerca de Jesús?: con la oración, con los Sacramentos y la práctica de la caridad. Recordemos que Él mismo se identificó en los más débiles y necesitados. Él mismo se identificó con ellos en la célebre parábola del juicio final, cuando dice: «tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; estaba de paso, y me alojaron; desnudo, y me vistieron; enfermo, y me visitaron; preso, y me vinieron a ver... Les aseguro que cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo». (Mt 25,35-36.40). 

Por lo tanto, un camino seguro es el de recuperar el sentido de la caridad cristiana y del compartir fraterno, cuidar las llagas corporales y espirituales de nuestro prójimo. La solidaridad en el compartir el dolor e infundir esperanza es premisa y condición para recibir en herencia ese Reino preparado para nosotros. El que practica la misericordia no teme la muerte. Piensen bien en esto: ¡el que practica la misericordia no teme la muerte! ¿Están de acuerdo? ¿Lo decimos juntos para no olvidarlo? El que practica la misericordia no teme la muerte. Y ¿por qué no teme la muerte? Porque la mira a la cara en las heridas de los hermanos y la supera con el amor de Jesucristo.

Si abrimos la puerta de nuestra vida y de nuestro corazón a los hermanos más pequeños y necesitados, entonces también nuestra muerte será una puerta que nos llevará al cielo, a la patria bienaventurada, hacia la cual nos dirigimos, anhelando morar para siempre con nuestro Padre, Dios, con Jesús, con la Virgen María y los santos. 
(Traducción del italiano: Cecilia de Malak – RV)

Papa Francisco, Exhortación apostólica “Evangelii Gaudium” (La alegría del Evangelio)



“Invito a cada cristiano, en cualquier lugar y situación en que se encuentre, a renovar ahora mismo su encuentro personal con Jesucristo o, al menos, a tomar la decisión de dejarse encontrar por Él, de intentarlo cada día sin descanso. No hay razón para que alguien piense que esta invitación no es para él, porque «nadie queda excluido de la alegría reportada por el Señor». Al que arriesga, el Señor no lo defrauda, y cuando alguien da un pequeño paso hacia Jesús, descubre que Él ya esperaba su llegada con los brazos abiertos. Éste es el momento para decirle a Jesucristo: «Señor, me he dejado engañar, de mil maneras escapé de tu amor, pero aquí estoy otra vez para renovar mi alianza contigo. Te necesito. Rescátame de nuevo, Señor, acéptame una vez más entre tus brazos redentores». ¡Nos hace tanto bien volver a Él cuando nos hemos perdido!”.

Papa Francisco, Exhortación apostólica “Evangelii Gaudium” (La alegría del Evangelio)

"El que practica la misericordia no teme a la muerte!, clama el Papa" - Audiencia General: 27 de Noviembre de 2013

VATICANO, 27 Nov. 13 / 10:35 am (ACI/EWTN Noticias).- "¡El que practica la misericordia no teme a la muerte!", fue el clamor del Papa Francisco esta mañana en su catequesis de la audiencia general, en medio del intenso frío de la Plaza de San Pedro en donde miles de fieles escucharon con atención la reflexión del Santo Padre sobre la vida eterna y la esperanza que da la resurrección de Cristo.
El Santo Padre afirmó que "la solidaridad en el compartir el dolor e infundir esperanza es premisa y condición para recibir en herencia ese Reino preparado para nosotros. El que practica la misericordia no teme la muerte. Piensen bien en esto: ¡el que practica la misericordia no teme la muerte! ¿Están de acuerdo? ¿Lo decimos juntos para no olvidarlo? El que practica la misericordia no teme la muerte. Y ¿por qué no teme la muerte? Porque la mira a la cara en las heridas de los hermanos y la supera con el amor de Jesucristo".
El Papa explicó que "entre nosotros comúnmente, hay una forma equivocada de mirar la muerte. La muerte nos atañe a todos y nos interroga de forma profunda, en especial cuando nos toca de cerca, o cuando golpea a los pequeños, los indefensos de una manera que nos resulta ‘escandalosa’. A mí siempre me impactó la pregunta: ¿por qué sufren los niños? ¿Por qué mueren los niños?"
"Si se entiende como el fin de todo, la muerte asusta, aterroriza, se transforma en amenaza que despedaza todo sueño, toda perspectiva, toda relación e interrumpe todo camino. Eso sucede cuando consideramos nuestra vida como un tiempo encerrado entre dos polos: el nacimiento y la muerte; cuando no creemos en un horizonte que va más allá de la vida presente; cuando se vive como si Dios no existiera".
Esta concepción de la muerte, dijo luego el Papa, "es típica del pensamiento ateo, que interpreta la existencia como un encontrarse de casualidad en el mundo y un caminar hacia la nada. Pero también hay un ateísmo práctico, que es un vivir solo para los propios intereses, un vivir solo para las cosas terrenas. Si nos dejamos llevar por esta visión equivocada de la muerte, no tenemos otra opción que la de ocultarla, negarla o banalizarla para que no nos asuste".
"Pero contra esta falsa solución, el ‘corazón’ del hombre se rebela, el anhelo que todos tenemos de infinito, la nostalgia que todos tenemos de lo eterno. Y, entonces, ¿cuál es el sentido cristiano de la muerte? Si miramos los momentos más dolorosos de nuestra vida, cuando perdimos a un ser querido –nuestros padres, un hermano, una hermana, un esposo, un hijo un amigo– percibimos que, incluso ante el drama de la pérdida o lacerados por la separación, se eleva del corazón la convicción de que no puede haber acabado todo, que el bien dado y recibido no ha sido inútil. Hay un instinto poderoso dentro de nosotros que nos dice que nuestra vida no acaba con la muerte".
El Santo Padre resaltó que "esta sed de vida ha encontrado su respuesta real y digna de confianza en la resurrección de Jesucristo. La resurrección de Jesús no nos da solo la certeza de la vida más allá de la muerte, sino que ilumina también el misterio mismo de la muerte de cada uno de nosotros. Si vivimos unidos a Jesús, fieles a Él, seremos capaces de afrontar con esperanza y serenidad también el pasaje de la muerte. La Iglesia, en efecto reza: ‘Si nos entristece la certeza de tener que morir, nos consuela la promesa de la inmortalidad futura’. ¡Ésta una hermosa oración de la Iglesia!"
"Una persona tiende a morir como ha vivido. Si mi vida fue camino con el Señor, un camino de confianza en su inmensa misericordia, voy a estar preparado para aceptar el último momento de mi existencia terrena, como confiado abandono definitivo en sus manos acogedoras, en espera de contemplar cara a cara su rostro. Y esto es lo más bello que puede sucedernos. Contemplar cara a cara aquel rostro maravilloso del Señor, verlo como Él es: hermoso, lleno de luz, lleno de amor, lleno de ternura. Nosotros vamos hacia esa meta: encontrar al Señor".
En este horizonte, dijo el Pontìfice, "se comprende la invitación de Jesús a estar siempre listos, vigilantes, sabiendo que la vida en este mundo nos es dada también para preparar la otra vida, aquella con el Padre celestial. Y para ello hay un camino seguro: prepararse bien a la muerte, estando cerca de Jesús. Ésta es la seguridad: yo me preparo a la muerte estando cerca de Jesús. ¿Y cómo se está cerca de Jesús?: con la oración, los Sacramentos y también en la práctica de la caridad".
"Recordemos que Él mismo se identificó en los más débiles y necesitados. Él mismo se identificó con ellos en la célebre parábola del juicio final, cuando dice: ‘tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; estaba de paso, y me alojaron; desnudo, y me vistieron; enfermo, y me visitaron; preso, y me vinieron a ver... Les aseguro que cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo’. Por lo tanto, un camino seguro es el de recuperar el sentido de la caridad cristiana y del compartir fraterno, cuidar las llagas corporales y espirituales de nuestro prójimo".
Para concluir el Papa aseguró que "si abrimos la puerta de nuestra vida y de nuestro corazón a los hermanos más pequeños y necesitados, entonces también nuestra muerte será una puerta que nos llevará al cielo, a la patria bienaventurada, hacia la cual nos dirigimos, anhelando morar para siempre con nuestro Padre, Dios, con Jesús, con la Virgen María y los santos".

El Papa en Evangelii Gaudium: La homilía no puede ser un espectáculo entretenido

VATICANO, 27 Nov. 13 / 07:01 am (ACI).- En la primera exhortación apostólica de su pontificado titulada “Evangelii Gaudium, el Papa Francisco resaltó que “la homilía no puede ser un espectáculo entretenido, no responde a la lógica de los recursos mediáticos, pero debe darle el fervor y el sentido a la celebración”.
Por la importancia del tema, el Santo Padre dedica una sección de este documento a explicar cómo debe ser la homilía: “es un género peculiar, ya que se trata de una predicación dentro del marco de una celebración litúrgica; por consiguiente, debe ser breve y evitar parecerse a una charla o una clase”.
En el numeral 138, el Papa afirma que “el predicador puede ser capaz de mantener el interés de la gente durante una hora, pero así su palabra se vuelve más importante que la celebración de la fe. Si la homilía se prolongara demasiado, afectaría dos características de la celebración litúrgica: la armonía entre sus partes y el ritmo”.
“Cuando la predicación se realiza dentro del contexto de la liturgia, se incorpora como parte de la ofrenda que se entrega al Padre y como mediación de la gracia que Cristo derrama en la celebración. Este mismo contexto exige que la predicación oriente a la asamblea, y también al predicador, a una comunión con Cristo en la Eucaristía que transforme la vida. Esto reclama que la palabra del predicador no ocupe un lugar excesivo, de manera que el Señor brille más que el ministro”.
El Papa Francisco asegura además que “la homilía es la piedra de toque para evaluar la cercanía y la capacidad de encuentro de un Pastor con su pueblo. De hecho, sabemos que los fieles le dan mucha importancia; y ellos, como los mismos ministros ordenados, muchas veces sufren, unos al escuchar y otros al predicar. Es triste que así sea. La homilía puede ser realmente una intensa y feliz experiencia del Espíritu, un reconfortante encuentro con la Palabra, una fuente constante de renovación y de crecimiento”.
Tras poner como ejemplo de la predicación a San Pablo, el Papa señala que “la proclamación litúrgica de la Palabra de Dios, sobre todo en el contexto de la asamblea eucarística, no es tanto un momento de meditación y de catequesis, sino que es el diálogo de Dios con su pueblo, en el cual son proclamadas las maravillas de la salvación y propuestas siempre de nuevo las exigencias de la alianza”.
“Hay una valoración especial de la homilía que proviene de su contexto eucarístico, que supera a toda catequesis por ser el momento más alto del diálogo entre Dios y su pueblo, antes de la comunión sacramental. La homilía es un retomar ese diálogo que ya está entablado entre el Señor y su pueblo”.
El que predica, prosigue, “debe reconocer el corazón de su comunidad para buscar dónde está vivo y ardiente el deseo de Dios, y también dónde ese diálogo, que era amoroso, fue sofocado o no pudo dar fruto”.
El Papa alerta luego que “la predicación puramente moralista o adoctrinadora, y también la que se convierte en una clase de exégesis, reducen esta comunicación entre corazones que se da en la homilía y que tiene que tener un carácter cuasi sacramental: ‘La fe viene de la predicación, y la predicación, por la Palabra de Cristo’”.
“En la homilía, la verdad va de la mano de la belleza y del bien. No se trata de verdades abstractas o de fríos silogismos, porque se comunica también la belleza de las imágenes que el Señor utilizaba para estimular a la práctica del bien. La memoria del pueblo fiel, como la de María, debe quedar rebosante de las maravillas de Dios. Su corazón, esperanzado en la práctica alegre y posible del amor que se le comunicó, siente que toda palabra en la Escritura es primero don antes que exigencia”.
Para el Santo Padre, “hablar de corazón implica tenerlo no sólo ardiente, sino iluminado por la integridad de la Revelación y por el camino que esa Palabra ha recorrido en el corazón de la Iglesia y de nuestro pueblo fiel a lo largo de su historia”.
La identidad cristiana, precisa, “que es ese abrazo bautismal que nos dio de pequeños el Padre, nos hace anhelar, como hijos pródigos –y predilectos en María–, el otro abrazo, el del Padre misericordioso que nos espera en la gloria. Hacer que nuestro pueblo se sienta como en medio de estos dos abrazos es la dura pero hermosa tarea del que predica el Evangelio”.

Educar el pensamiento crítico para vencer relativismo exhorta el Papa en Evangelii Gaudium



VATICANO, 27 Nov. 13 / 02:36 am (ACI).- En su primera Exhortación Apostólica, Evangelii Gaudium (El Gozo del Evangelio), el Papa Francisco señala que la secularización ha reducido la fe y la Iglesia a un ámbito privado e íntimo, niega toda trascendencia, provoca una deformación ética, y el debilitamiento del sentido del pecado personal y social, así como el progresivo aumento del relativismo que desorienta a la adolescencia y juventud, por lo que es necesario enseñar a pensar críticamente para ofrecer un camino de “maduración en valores”.


Para explicar esto el Santo Padre recuerda la reflexión de los Obispos estadounidenses donde señalan que hay quienes declaran que la Iglesia “insiste” en promover normas morales objetivas que son “injustas” y “opuestas a los derechos humanos básicos” creando en las personas un “prejuicio particular” y que a su vez interfiere en la libertad individual.



Este tipo de pensamiento, dice el Papa, se debe a la “forma de relativismo moral que está unida, no sin inconsistencia, a una creencia en los derechos absolutos de los individuos”.



En la exhortación resalta también que la saturación indiscriminada de información produce “una tremenda superficialidad a la hora de plantear las cuestiones morales”.



En otra parte del documento menciona que “una cultura en la cual cada uno quiere ser el portador de una propia verdad subjetiva, vuelve difícil que los ciudadanos deseen integrar un proyecto común más allá de los beneficios y deseos personales”, perjudicando no sólo a la Iglesia sino también a la vida social.



Además el Papa habla del relativismo que se desarrolla en los agentes pastorales que “aparentemente poseen sólidas convicciones doctrinales y espirituales” pero su estilo de vida los aferra al poder, la gloria humana, la seguridad económica,  “en lugar de dar la vida por los demás en la misión”.



“Este relativismo práctico es actuar como si Dios no existiera, decidir como si los pobres no existieran, soñar como si los demás no existieran, trabajar como si quienes no recibieron el anuncio no existieran”, explica en su exhortación.

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