domingo, 29 de marzo de 2015

Programa para Semana Santa


DOMINGO DE RAMOS: Sábado 28  y Domingo 29 de Abril de 2015

Sábado 28 de Abril: 

*19:20 hs Santo Rosario

* 20:00 hs Santa Misa – Bendición de ramos

Domingo 29 de Abril: 

*10:20 hs Santo Rosario.

* 11:00 hs Santa Misa – Bendición de ramos

*19:20 hs Santo Rosario

* 20:00 hs Santa Misa – Bendición de Ramos

JUEVES SANTO (2 de abril)

 *19:20 hs Santo Rosario

* 20:00 hs Santa Misa – Lavatorio de los Pies -

* 22:00 hs – 01:30 hs  Velada.

* Confesiones.

VIERNES SANTO (3 de abril)

* Confesiones de 9 a 13 hs .

El Monumento en honor a nuestro Señor Jesucristo, permanecerá abierto desde las 9:00 hs hasta las 0,30 hs.

*17,30  hs  Vía Crucis – Responsables: Catequesis de Comunión (1er y 2do año).

*18,30 hs., Primer Día de  Novena y Coronilla a Jesús de la Divina Misericordia. 

* 19:00 hs  Adoración de la Cruz.

* Finalizada la Adoración de la Cruz: Vía Crucis a cargo de CONFIRMACIÓN 1er– 2do año  y Catequesis para Adultos  alrededor de la plazoleta del barrio.

SÁBADO DE GLORIA (4 de abril)

* Confesiones de 9 a 13 hs.

*  19:30  Novena  y Coronilla a Jesús de la Divina Misericordia.

* 20:00 hs Santa Misa – Vigilia Pascual (Renovación de las promesas bautismales)

DOMINGO DE PASCUA (5 de abril)

* 10:20 hs Santo Rosario.

* 11:00 hs Santa Misa Pascua de Resurrección 

* 19:20 hs Novena y Coronilla a Jesús de la Divina Misericordia.

* 20:00 hs Santa Misa Pascua de Resurrección.

Domingo de Ramos: La Liturgia



1ª Lectura Is 50, 4-7
Lectura del libro de Isaías.

El mismo Señor me ha dado una lengua de discípulo, para que yo sepa reconfortar al fatigado con una palabra de aliento. Cada mañana, él despierta mi oído para que yo escuche como un discípulo. El Señor abrió mi oído y yo no me resistí ni me volví atrás. Ofrecí mi espalda a los que me golpeaban y mis mejillas, a los que me arrancaban la barba; no retiré mi rostro cuando me ultrajaban y escupían. Pero el Señor viene en mi ayuda: por eso, no quedé confundido; por eso, endurecí mi rostro como el pedernal, y sé muy bien que no seré defraudado.
Palabra de Dios.


Sal 21, 8-9. 17-18a. 19-20. 23-24
R. Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?

Los que me ven, se burlan de mí, hacen una mueca y mueven la cabeza, diciendo: “Confió en el Señor, que él lo libre; que lo salve, si lo quiere tanto”. R.
Me rodea una jauría de perros, me asalta una banda de malhechores; taladran mis manos y mis pies. Yo puedo contar todos mis huesos. R.
Se reparten entre sí mi ropa y sortean mi túnica. Pero tú, Señor, no te quedes lejos; tú que eres mi fuerza, ven pronto a socorrerme. R.
Yo anunciaré tu Nombre a mis hermanos, te alabaré en medio de la asamblea: “Alábenlo, los que temen al Señor; glorifíquenlo, descendientes de Jacob; témanlo, descendientes de Israel”. R.

2ª Lectura Flp 2, 6-11
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Filipos.

Jesucristo, que era de condición divina, no consideró esta igualdad con Dios como algo que debía guardar celosamente: Al contrario, se anonadó a sí mismo, tomando la condición de servidor y haciéndose semejante a los hombres. Y presentándose con aspecto humano, se humilló hasta aceptar por obediencia la muerte y muerte de cruz. Por eso, Dios lo exaltó y le dio el Nombre que está sobre todo nombre, para que al nombre de Jesús, se doble toda rodilla en el cielo, en la tierra y en los abismos, y toda lengua proclame para gloria de Dios Padre: “Jesucristo es el Señor”.
Palabra de Dios.


Evangelio Mc 14, 1—15, 47
Pasión de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos.

Buscaban la manera de arrestar a Jesús con astucia, para darle muerte
C. Faltaban dos días para la fiesta de la Pascua y de los panes Ácimos. Los sumos sacerdotes y los escribas buscaban la manera de arrestar a Jesús con astucia, para darle muerte. Porque decían:
S. “No lo hagamos durante la fiesta, para que no se produzca un tumulto en el pueblo”.
Ungió mi cuerpo anticipadamente para la sepultura.
C. Mientras Jesús estaba en Betania, comiendo en casa de Simón el leproso, llegó una mujer con un frasco lleno de un valioso perfume de nardo puro, y rompiendo el frasco, derramó el perfume sobre la cabeza de Jesús. Entonces algunos de los que estaban allí se indignaron y comentaban entre sí:
S. “¿Para qué este derroche de perfume? Se hubiera podido vender por más de trescientos denarios para repartir el dinero entre los pobres”.
C. Y la criticaban. Pero Jesús dijo:
+. “Déjenla, ¿por qué la molestan? Ha hecho una buena obra conmigo. A los pobres los tienen siempre con ustedes y pueden hacerles el bien cuando quieran, pero a mí no me tendrán siempre. Ella hizo lo que podía; ungió mi cuerpo anticipadamente para la sepultura. Les aseguro que allí donde se proclame la Buena Noticia, en todo el mundo, se contará también en su memoria lo que ella hizo”.
Prometieron a Judas Iscariote darle dinero
C. Judas Iscariote, uno de los Doce, fue a ver a los sumos sacerdotes para entregarles a Jesús. Al oírlo, ellos se alegraron y prometieron darle dinero. Y Judas buscaba una ocasión propicia para entregarlo.
¿Dónde está mi sala, en la que voy a comer el cordero pascual con mis discípulos?
C. El primer día de la fiesta de los panes Ácimos, cuando se inmolaba la víctima pascual, los discípulos dijeron a Jesús:
S. “¿Dónde quieres que vayamos a prepararte la comida pascual?”.
c. Él envió a dos de sus discípulos, diciéndoles:
+. “Vayan a la ciudad; allí se encontrarán con un hombre que lleva un cántaro de agua. Síganlo, y díganle al dueño de la casa donde entre: El Maestro dice: “¿Dónde está mi sala, en la que voy a comer el cordero pascual con mis discípulos?”. Él les mostrará en el piso alto una pieza grande, arreglada con almohadones y ya dispuesta; prepárennos allí lo necesario”.
C. Los discípulos partieron y, al llegar a la ciudad, encontraron todo como Jesús les había dicho y prepararon la Pascua.
Uno de ustedes me entregará, uno que come conmigo
C. Al atardecer, Jesús llegó con los Doce. Y mientras estaban comiendo, dijo:
+. “Les aseguro que uno de ustedes me entregará, uno que come conmigo”.
C. Ellos se entristecieron y comenzaron a preguntarle, uno tras otro:
S. “¿Seré yo?”.
C. Él les respondió:
+. “Es uno de los Doce, uno que se sirve de la misma fuente que yo. El Hijo del hombre se va, como está escrito de él, pero ¡ay de aquél por quien el Hijo del hombre será entregado: más le valdría no haber nacido!”.
Esto es mi Cuerpo. Ésta es mi Sangre, la Sangre de la alianza.
C. Mientras comían, Jesús tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo:
+. “Tomen, esto es mi Cuerpo”.
C. Después tomó una copa, dio gracias y se la entregó, y todos bebieron de ella. Y les dijo:
+. “Esta es mi Sangre, la Sangre de la Alianza, que se derrama por muchos. Les aseguro que no beberé más del fruto de la vid hasta el día en que beba el vino nuevo en el Reino de Dios”.
Antes que cante el gallo por segunda vez, me habrás negado tres veces
C. Después del canto de los Salmos, salieron hacia el monte de los Olivos. Y Jesús les dijo:
+.“Todos ustedes se van a escandalizar, porque dice la Escritura: ‘Heriré al pastor y se dispersarán las ovejas’. Pero después que yo resucite, iré antes que ustedes a Galilea”.
C. Pedro le dijo:
+. “Aunque todos se escandalicen, yo no me escandalizaré”.
C. Jesús le respondió:
+. “Te aseguro que hoy, esta misma noche, antes que cante el gallo por segunda vez, me habrás negado tres veces”.
C. Pero él insistía:
+. “Aunque tenga que morir contigo, jamás te negaré”.
C. Y todos decían lo mismo.
Comenzó a sentir temor y a angustiarse
C. Llegaron a una propiedad llamada Getsemaní, y Jesús dijo a sus discípulos:
+. “Quédense aquí, mientras yo voy a orar”.
C. Después llevó con él a Pedro, Santiago y Juan, y comenzó a sentir temor y a angustiarse. Entonces les dijo:
+. “Mi alma siente una tristeza de muerte. Quédense aquí velando”.
C. Y adelantándose un poco, se postró en tierra y rogaba que, de ser posible, no tuviera que pasar por esa hora. Y decía:
+. “Abbá –Padre– todo te es posible: aleja de mí este cáliz, pero que no se haga mi voluntad, sino la tuya”.
C. Después volvió y encontró a sus discípulos dormidos. Y Jesús dijo a Pedro:
+. “Simón, ¿duermes? ¿No has podido quedarte despierto ni siquiera una hora? Permanezcan despiertos y oren para no caer en la tentación, porque el espíritu está dispuesto, pero la carne es débil”.
C. Luego se alejó nuevamente y oró, repitiendo las mismas palabras. Al regresar, los encontró otra vez dormidos, porque sus ojos se cerraban de sueño, y no sabían qué responderle. Volvió por tercera vez y les dijo:
+. “Ahora pueden dormir y descansar. Esto se acabó. Ha llegado la hora en que el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los pecadores. ¡Levántense! ¡Vamos! Ya se acerca el que me va a entregar”.
Deténganlo y llévenlo bien custodiado
C. Jesús estaba hablando todavía, cuando se presentó Judas, uno de los Doce, acompañado de un grupo con espadas y palos, enviado por los sumos sacerdotes, los escribas y los ancianos. El traidor les había dado esta señal:
S. “Es aquel a quien voy a besar. Deténganlo y llévenlo bien custodiado”.
C. Apenas llegó, se le acercó y le dijo:
S. “Maestro”.
C. Y lo besó. Los otros se abalanzaron sobre él y lo arrestaron. Uno de los que estaban allí sacó la espada e hirió al servidor del Sumo Sacerdote, cortándole la oreja. Jesús les dijo:
+. “Como si fuera un bandido, han salido a arrestarme con espadas y palos. Todos los días estaba entre ustedes enseñando en el Templo y no me arrestaron. Pero esto sucede para que se cumplan las Escrituras”.
C. Entonces todos lo abandonaron y huyeron. Lo seguía un joven, envuelto solamente con una sábana, y lo sujetaron; pero él, dejando la sábana, se escapó desnudo.
¿Eres el Mesías, el Hijo del Dios bendito?
C. Llevaron a Jesús ante el Sumo Sacerdote, y allí se reunieron todos los sumos sacerdotes, los ancianos y los escribas. Pedro lo había seguido de lejos hasta el interior del palacio del Sumo Sacerdote y estaba sentado con los servidores, calentándose junto al fuego. Los sumos sacerdotes y todo el Sanedrín buscaban un testimonio contra Jesús, para poder condenarlo a muerte, pero no lo encontraban. Porque se presentaron muchos con falsas acusaciones contra él, pero sus testimonios no concordaban. Algunos declaraban falsamente contra Jesús:
S. “Nosotros lo hemos oído decir: ‘Yo destruiré este Templo hecho por la mano del hombre, y en tres días volveré a construir otro que no será hecho por la mano del hombre’”.
C. Pero tampoco en esto concordaban sus declaraciones. El Sumo Sacerdote, poniéndose de pie ante la asamblea, interrogó a Jesús:
S. “¿No respondes nada a lo que éstos atestiguan contra ti?”.
C. Él permanecía en silencio y no respondía nada. El Sumo Sacerdote lo interrogó nuevamente:
S. “¿Eres el Mesías, el Hijo del Dios bendito?”.
C. Jesús respondió:
+. “Sí, yo lo soy: y ustedes verán ‘al Hijo del hombre sentarse a la derecha del Todopoderoso y venir entre las nubes del cielo’”.
C. Entonces el Sumo Sacerdote rasgó sus vestiduras y exclamó:
S. “¿Qué necesidad tenemos ya de testigos? Ustedes acaban de oír la blasfemia. ¿Qué les parece?”.
C. Y todos sentenciaron que merecía la muerte. Después algunos comenzaron a escupirlo y, tapándole el rostro, lo golpeaban, mientras le decían:
S. “¡Profetiza!”.
C. Y también los servidores le daban bofetadas.
Se puso a maldecir y a jurar que no conocía a ese hombre del que estaban hablando
C. Mientras Pedro estaba abajo, en el patio, llegó una de las sirvientas del Sumo Sacerdote y, al ver a Pedro junto al fuego, lo miró fijamente y le dijo:
S. “Tú también estabas con Jesús, el Nazareno”.
C. Él lo negó, diciendo:
S. “No sé nada; no entiendo de qué estás hablando”.
C. Luego salió al vestíbulo y en ese momento cantó el gallo. La sirvienta, al verlo, volvió a decir a los presentes:
S. “Este es uno de ellos”.
C. Pero él lo negó nuevamente. Un poco más tarde, los que estaban allí dijeron a Pedro:
S. “Seguro que eres uno de ellos, porque tú también eres galileo”.
C. Entonces él se puso a maldecir y a jurar que no conocía a ese hombre del que estaban hablando. En seguida cantó el gallo por segunda vez. Pedro recordó las palabras que Jesús le había dicho: “Antes que cante el gallo por segunda vez, tú me habrás negado tres veces”. Y se puso a llorar.
¿Quieren que les ponga en libertad al rey de los judíos?
C. En cuanto amaneció, los sumos sacerdotes se reunieron en Consejo con los ancianos, los escribas y todo el Sanedrín. Y después de atar a Jesús, lo llevaron y lo entregaron a Pilato. Éste lo interrogó:
S. “¿Eres tú el rey de los judíos?”.
C. Jesús le respondió:
+. “Tú lo dices”.
C. Los sumos sacerdotes multiplicaban las acusaciones contra él. Pilato lo interrogó nuevamente:
S. “¿No respondes nada? ¡Mira de todo lo que te acusan!”.
C. Pero Jesús ya no respondió a nada más, y esto dejó muy admirado a Pilato. En cada fiesta, Pilato ponía en libertad a un preso, a elección del pueblo. Había en la cárcel uno llamado Barrabás, arrestado con otros revoltosos que habían cometido un homicidio durante la sedición. La multitud subió y comenzó a pedir el indulto acostumbrado. Pilato les dijo:
S. “¿Quieren que les ponga en libertad al rey de los judíos?”.
C. Él sabía, en efecto, que los sumos sacerdotes lo habían entregado por envidia. Pero los sumos sacerdotes incitaron a la multitud a pedir la libertad de Barrabás. Pilato continuó diciendo:
S. “¿Qué quieren que haga, entonces, con el que ustedes llaman rey de los judíos?”.
C. Ellos gritaron de nuevo:
S. “¡Crucifícalo!”.
C. Pilato les dijo:
S. “¿Qué mal ha hecho?”.
C. Pero ellos gritaban cada vez más fuerte:
S. “¡Crucifícalo!”.
C. Pilato, para contentar a la multitud, les puso en libertad a Barrabás; y a Jesús, después de haberlo hecho azotar, lo entregó para que fuera crucificado.
Hicieron una corona de espinas y se la colocaron
C. Los soldados lo llevaron dentro del palacio, al pretorio, y convocaron a toda la guardia. Lo vistieron con un manto de púrpura, hicieron una corona de espinas y se la colocaron. Y comenzaron a saludarlo:
S. “¡Salud, rey de los judíos!”.
C. Y le golpeaban la cabeza con una caña, le escupían y, doblando la rodilla, le rendían homenaje. Después de haberse burlado de él, le quitaron el manto de púrpura y le pusieron de nuevo sus vestiduras. Luego lo hicieron salir para crucificarlo.
Condujeron a Jesús a un lugar llamado Gólgota y lo crucificaron
C. Como pasaba por allí Simón de Cirene, padre de Alejandro y de Rufo, que regresaba del campo, lo obligaron a llevar la cruz de Jesús. Y condujeron a Jesús a un lugar llamado Gólgota, que significa: “Lugar del Cráneo”. Le ofrecieron vino mezclado con mirra, pero él no lo tomó. Después lo crucificaron. Los soldados “se repartieron sus vestiduras, sorteándolas” para ver qué le tocaba a cada uno. Ya mediaba la mañana cuando lo crucificaron. La inscripción que indicaba la causa de su condena decía: “El rey de los judíos”. Con él crucificaron a dos bandidos, uno a su derecha y el otro a su izquierda.
Ha salvado a otros y no puede salvarse a sí mismo
C. Los que pasaban lo insultaban, movían la cabeza y decían:
S. “¡Eh, tú, que destruyes el Templo y en tres días lo vuelves a edificar, sálvate a ti mismo y baja de la cruz!”.
C. De la misma manera, los sumos sacerdotes y los escribas se burlaban y decían entre sí:
S. “¡Ha salvado a otros y no puede salvarse a sí mismo! Es el Mesías, el rey de Israel, ¡que baje ahora de la cruz, para que veamos y creamos!”.
C. También lo insultaban los que habían sido crucificados con él.
Jesús dando un gran grito, expiró
C. Al mediodía, se oscureció toda la tierra hasta las tres de la tarde; y a esa hora, Jesús exclamó en alta voz:
+. “Eloi, Eloi, lemá sabactaní”.
C. Que significa:
+. “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”.
C. Algunos de los que se encontraban allí, al oírlo, dijeron:
S. “Está llamando a Elías”.
C. Uno corrió a mojar una esponja en vinagre y, poniéndola en la punta de una caña le dio de beber, diciendo:
S. “Vamos a ver si Elías viene a bajarlo”.
C. Entonces Jesús, dando un gran grito, expiró.
Aquí todos se arrodillan, y se hace un breve silencio de adoración
C. El velo del Templo se rasgó en dos, de arriba abajo. Al verlo expirar así, el centurión que estaba frente a él, exclamó:
S. “¡Verdaderamente, este hombre era Hijo de Dios!”.
C. Había también allí algunas mujeres que miraban de lejos. Entre ellas estaban María Magdalena, María, la madre de Santiago el menor y de José, y Salomé, que seguían a Jesús y lo habían servido cuando estaba en Galilea; y muchas otras que habían subido con él a Jerusalén.
José hizo rodar una piedra a la entrada del sepulcro
C. Era un día de Preparación, es decir, víspera de sábado. Por eso, al atardecer, José de Arimatea –miembro notable del Sanedrín, que también esperaba el Reino de Dios– tuvo la audacia de presentarse ante Pilato para pedirle el cuerpo de Jesús. Pilato se asombró de que ya hubiera muerto; hizo llamar al centurión y le preguntó si hacía mucho que había muerto. Informado por el centurión, entregó el cadáver a José. Éste compró una sábana, bajó el cuerpo de Jesús, lo envolvió en ella y lo depositó en un sepulcro cavado en la roca. Después hizo rodar una piedra a la entrada del sepulcro. María Magdalena y María, la madre de José, miraban dónde lo habían puesto.
Palabra del Señor.

Domingo de Ramos: Homilía del Papa Francisco


VATICANO, 29 Mar. 15 / 08:06 am (ACI).- En el centro de esta celebración, que se presenta tan festiva, está la palabra que hemos escuchado en el himno de la Carta a los Filipenses: “Se humilló a sí mismo” (2, 8). La humillación de Jesús.

Esta palabra nos desvela el estilo de Dios y, en consecuencia, el que debe ser del cristiano: la humildad. Un estilo que nunca dejará de sorprendernos y ponernos en crisis: nunca nos acostumbraremos a un Dios humilde.

Humillarse es ante todo el estilo de Dios: Dios se humilla para caminar con su pueblo, para soportar sus infidelidades. Esto se aprecia bien leyendo la historia del Éxodo: ¡Qué humillación para el Señor oír todas aquellas murmuraciones, aquellas quejas! Estaban dirigidas contra Moisés, pero, en el fondo, iban contra él, contra su Padre, que los había sacado de la esclavitud y los guiaba en el camino por el desierto hasta la tierra de la libertad.

En esta semana, la Semana Santa, que nos conduce a la Pascua, seguiremos este camino de la humillación de Jesús. Y sólo así será “santa” también para nosotros.

Veremos el desprecio de los jefes del pueblo y sus engaños para acabar con él. Asistiremos a la traición de Judas, uno de los Doce, que lo venderá por treinta monedas. Veremos al Señor apresado y tratado como un malhechor; abandonado por sus discípulos; llevado ante el Sanedrín, condenado a muerte, azotado y ultrajado. Escucharemos cómo Pedro, la “roca” de los discípulos, lo negará tres veces. Oiremos los gritos de la muchedumbre, soliviantada por los jefes, pidiendo que Barrabás quede libre y que a él lo crucifiquen. Veremos cómo los soldados se burlarán de él, vestido con un manto color púrpura y coronado de espinas. Y después, a lo largo de la vía dolorosa y a los pies de la cruz, sentiremos los insultos de la gente y de los jefes, que se ríen de su condición de Rey e Hijo de Dios.

Esta es la vía de Dios, el camino de la humildad. Es el camino de Jesús, no hay otro. Y no hay humildad sin humillación.

Al recorrer hasta el final este camino, el Hijo de Dios tomó la “condición de siervo” (Flp 2, 7). En efecto, “humildad quiere decir también servicio, significa dejar espacio a Dios negándose a uno mismo, “despojándose”, como dice la Escritura (v. 7). Esta – este vaciarse – es la humillación más grande.

Hay otra vía, contraria al camino de Cristo: la mundanidad. La mundanidad nos ofrece el camino de la vanidad, del orgullo, del éxito... Es la otra vía. El maligno se la propuso también a Jesús durante cuarenta días en el desierto. Pero Jesús la rechazó sin dudarlo. Y, con él, sólo con su gracia, con su ayuda, también nosotros podemos vencer esta tentación de la vanidad, de la mundanidad, no sólo en las grandes ocasiones, sino también en las circunstancias ordinarias de la vida.

En esto, nos ayuda y nos conforta el ejemplo de muchos hombres y mujeres que, en silencio y sin hacerse ver, renuncian cada día a sí mismos para servir a los demás: un familiar enfermo, un anciano solo, una persona con discapacidad, un sin techo...

Pensemos también en la humillación de los que, por mantenerse fieles al Evangelio, son discriminados y sufren las consecuencias en su propia carne. Y pensemos en nuestros hermanos y hermanas perseguidos por ser cristianos, los mártires de hoy – hay tantos – no reniegan de Jesús y soportan con dignidad insultos y ultrajes. Lo siguen por su camino. Podemos hablar en verdad de “una nube de testigos”: los mártires de hoy (cf. Hb 12, 1).

Durante esta Semana Santa, pongámonos también nosotros en este camino de la humildad, con tanto amor a Él, a nuestro Señor y Salvador. El amor nos guiará y nos dará fuerza. Y, donde está él, estaremos también nosotros (cf. Jn 12, 26).

viernes, 27 de marzo de 2015

Semana Santa: ¿Las fechas las define la luna llena?


LIMA, 26 Mar. 15 / 02:14 am (ACI/EWTN Noticias).- Cada año varían las fechas del Jueves santo, el Viernes Santo, el Sábado de gloria y el Domingo de Resurrección. Este año el tiempo de Pascua comenzará el próximo 5 de abril. Cada Semana Santa es una nueva fecha, siempre distinta en el calendario: existe una razón histórica para eso.

En Semana Santa, los cristianos celebramos la resurrección de Cristo, la fiesta más importante del calendario litúrgico. De hecho, durante los tres primeros siglos de la fe era la única fiesta que se celebraba.

El origen de la fecha se debe a que la muerte de Cristo ocurrió alrededor de la la fiesta de la Pascua Judía. Los Evangelios se refieren a esta celebración en el pasaje bíblico de la Última Cena en la que Jesús se reúne con sus discípulos para celebrar esta fiesta en la que los judíos recordaban la salida de Egipto en donde fueron esclavos por años.

Los judíos, de acuerdo a sus normas, deben renovar cada año esta celebración el día 15 del mes de Nisan, que empieza con la primera luna nueva de primavera: es decir, el primer plenilunio de primavera, independientemente del día de la semana que toque.

Luna llena

Con el paso del tiempo y aunque algunas regiones en el mundo se resistían, la Iglesia comenzó a unificar la fecha de la Pascua. Desde el I Concilio Ecuménico de Nicea en el año 325, la Semana Santa se celebra el primer domingo de luna llena después del equinoccio primaveral (alrededor del 21 de marzo).

Al principio se tenía en cuenta que no coincidiera con la celebración de la Pascua Judía, pero con el paso del tiempo se fue perdiendo esta costumbre, al menos en Occidente.

Así pues el Domingo de Pascua acontece en un paréntesis de 35 días, entre el 22 de marzo y el 25 de abril.

Las fechas de Pascua se repiten en un periodo de 5.700.000 años y en ese intervalo de tiempo la fecha más frecuente es el 19 de abril. La mayoría de las veces la Semana Santa cae durante la primera o segunda semana de abril.

AÑO SANTO DE LA MISERICORDIA!!!



WASHINGTON D.C., 26 Mar. 15 / 04:20 am (ACI/EWTN Noticias).- El sorpresivo anuncio del Papa Francisco de la realización de un Año Santo de la Misericordia ha llevado a los católicos a profundizar en el significado del acontecimiento, el cual para algunos puede resumirse en que el Santo Padre quiere que todos sepan cuánto los ama Dios.

El 13 de marzo, el Papa Francisco anunció en la Basílica de San Pedro la celebración de un Jubileo Extraordinario de la Misericordia, que comenzará a finales de este año en la solemnidad de la Inmaculada Concepción, 8 de diciembre, y terminará en la solemnidad de Cristo Rey, el 20 de noviembre de 2016.

La Orden sacerdotal de los Padres de la Misericordia, que se describe como "de predicación misionera itinerante", manifestó su particular alegría por esta decisión. "Vemos de primera mano la realidad y belleza de la conversión, la misericordia de Dios en acción", dijo el P. Wade a ACI Prensa.

"La misericordia es quien Dios es. Es el segundo nombre del amor", dijo por su parte el P. Menezes, para quien la conversión es su "expresión más concreta", citando la encíclica papal de San Juan Pablo II Dives in Misericordia (1980) sobre la misericordia divina.

"Dios está más interesado en nuestro futuro que en nuestro pasado", explicó el sacerdote, ya que Él toma el pecado pasado "en serio" pero nunca "como la última palabra" porque "quiere que cada uno de nosotros se convierta en la 'mejor versión' de nosotros mismos, el cual Él espera para cada uno de nosotros, de manera personal, en su eterna y divina mente, y esto requiere conversión".

Esto es exactamente lo que el Papa Francisco tiene en mente al anunciar el Año de la Misericordia, dijo Kathryn Jean Lopez, directora fundadora de Voces Católicas en Estados Unidos.

"En nuestras ocupadas, frenéticas y algunas veces bifurcadas vidas, a menudo no encontramos el tiempo para el silencio de un examen de conciencia. Este Papa es un director espiritual jesuita para el mundo que nos impulsa a ver lo mucho que Dios nos ama, reorientando nuestros corazones hacia el Suyo", dijo López a ACI Prensa.

En lugar de proponer algo radicalmente nuevo, señaló López, el Papa Francisco continúa la devoción a la misericordia de sus predecesores San Juan Pablo II y el Papa Emérito Benedicto XVI.

"El Papa Juan Pablo II amaba la Divina Misericordia, el Papa Benedicto lo llamaría el apóstol de la Divina Misericordia. Benedicto XVI también diría que la Divina Misericordia es el nombre de Dios mismo", dijo.

"Los católicos hacen el trabajo de educar, atender al moribundo, cuidar al enfermo, alimentar al hambriento, visitar al encarcelado, acompañar al que está solo. Este es el encuentro del cual habla el Papa Francisco", dijo López, al recordar luego las obras de misericordia corporales.

"Un mensaje de misericordia lleva a las personas a la puerta para encontrar libremente el corazón de Cristo en la vida sacramental de la Iglesia", añadió López.

Según el sitio web del Vaticano, el año jubilar tiene sus raíces en la ley monástica cuando cada cincuentavo año se hacía sagrado para el pueblo judío. Las deudas eran perdonadas, los esclavos liberados y las tierras volvían a sus "dueños originales".

Los jubileos ordinarios ocurren cada 25 o 50 años mientras que los jubileos extraordinarios se convocan por alguna ocasión trascendental. Dos jubileos extraordinarios fueron convocados en el siglo 20: en 1933 para conmemorar el aniversario número 1900 de la redención de Cristo en el año 33; y 1983 en su aniversario número 1950.

El año jubilar es un "año santo" marcado por actos de fe, caridad y "comunión fraterna", se señala en la página web del Vaticano.

"Estoy convencido de que toda la Iglesia podrá encontrar en este Jubileo la alegría de redescubrir y hacer fecunda la misericordia de Dios, con la cual todos somos llamados a dar consuelo a cada hombre y cada mujer de nuestro tiempo", dijo el Papa Francisco después anunciar el año jubilar.

"A partir de este momento, encomendamos este Año Santo a la Madre de la Misericordia para que dirija a nosotros su mirada y vele en nuestro camino", concluyó el Papa.

Último viernes de Cuaresma: Meditamos, el Vía Crucis


1ª Estación: Jesús sentenciado a muerte
Te adoramos, Señor, y te bendecimos, porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo. Sentenciado y no por un tribunal, sino por todos. Condenado por los mismos que le habían aclamado poco antes. Y El calla... Nosotros huimos de ser reprochados. Y saltamos inmediatamente...
Dame, Señor, imitarte, uniéndome a Ti por el Silencio cuando alguien me haga sufrir. Yo lo merezco. ¡Ayúdame! Señor, pequé, ten piedad y misericordia de mí.
Padre Nuestro, Ave María y Gloria...
2ª Estación: Jesús cargado con la cruz
Te adoramos, Señor, y te bendecimos, porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo. Que yo comprenda, Señor, el valor de la cruz, de mis pequeñas cruces de cada día, de mis achaques, de mis dolencias, de mi soledad.
Dame convertir en ofrenda amorosa, en reparación por mi vida y en apostolado por mis hermanos, mi cruz de cada día. Señor, pequé, ten piedad y misericordia de mí.
Padre Nuestro, Ave María y Gloria...
3ª Estación: Jesús cae, por primera vez, bajo el paso de la cruz
Te adoramos, Señor, y te bendecimos, porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo. Tú caes, Señor, para redimirme. Para ayudarme a levantarme en mis caídas diarias, cuando después de haberme propuesto ser fiel, vuelvo a reincidir en mis defectos cotidianos. ¡Ayúdame a levantarme siempre y a seguir mi camino hacia Ti! Señor, pequé, ten piedad y misericordia de mí.
Padre Nuestro, Ave María y Gloria...
4ª Estación: Encuentro con la Virgen
Te adoramos, Señor, y te bendecimos, porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo. Haz Señor, que me encuentre al lado de tu Madre en todos los momentos de mi vida.
Con ella, apoyándome en su cariño maternal, tengo la seguridad de llegar a Ti en el último día de mi existencia. ¡Ayúdame Madre! Señor, pequé, ten piedad y misericordia de mí.
Padre Nuestro, Ave María y Gloria...
5ª Estación: el Cirineo ayuda al Señor a llevar la Cruz
Te adoramos, Señor, y te bendecimos, porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo. Cada uno de nosotros tenemos nuestra vocación, hemos venido al mundo para algo concreto, para realizarnos de una manera particular.
¿Cuál es la mía y cómo la llevo a cabo? Pero hay algo, Señor, que es misión mía y de todos: la de ser Cirineo de los demás, la de ayudar a todos. ¿Cómo llevo adelante la realización de mi misión de Cirineo? Señor, pequé, ten piedad y misericordia de mí.
Padre Nuestro, Ave María y Gloria...
6ª Estación: la Verónica enjuga el rostro de Jesús
Te adoramos, Señor, y te bendecimos, porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo. Es la mujer valiente, decidida, que se acerca a Ti cuando todos te abandonan. Yo, Señor, te abandono cuando me dejo llevar por el "qué dirán", del respeto humano, cuando no me atrevo a defender al prójimo ausente, cuando no me atrevo a replicar una broma que ridiculiza a los que tratan de acercarse a Ti.
Y en tantas otras ocasiones. Ayúdame a no dejarme llevar por el respeto humano, por el "qué dirán". Señor, pequé, ten piedad y misericordia de mí.
Padre Nuestro, Ave María y Gloria...
7ª Estación: Segunda caída en el camino de la Cruz
Te adoramos, Señor, y te bendecimos, porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo. Caes, Señor, por segunda vez. El Via Crucis nos señala tres caídas en tu caminar hacia el Calvario. Tal vez fueran más.
Caes delante de todos... ¿Cuándo aprenderé yo a no temer el quedar mal ante los demás, por un error, por una equivocación?. ¿Cuándo aprenderé que también eso se puede convertir en ofrenda? Señor, pequé, ten piedad y misericordia de mí.
Padre Nuestro, Ave María y Gloria...
8ª Estación: Jesús consuela a las hijas de Jerusalén
Te adoramos, Señor, y te bendecimos, porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo. Muchas veces, tendría yo que analizar la causa de mis lágrimas. Al menos, de mis pesares, de mis preocupaciones. Tal vez hay en ellos un fondo de orgullo, de amor propio mal entendido, de egoismo, de envidia.
Debería llorar por mi falta de correspondencia a tus innumerables beneficios de cada día, que me manifiestan, Señor, cuánto me quieres. Dame profunda gratitud y correspondencia a tu misericordia. Señor, pequé, ten piedad y misericordia de mí.
Padre Nuestro, Ave María y Gloria...
9ª Estación: Jesús cae por tercera vez
Te adoramos, Señor, y te bendecimos, porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo. Tercera caída. Más cerca de la Cruz. Más agotado, más falto de fuerzas. Caes desfallecido, Señor.
Yo digo que me pesan los años, que no soy el de antes, que me siento incapaz. Dame, Señor, imitarte en esta tercera caída y haz que mi desfallecimiento sea beneficioso para otros, porque te lo doy a Ti para ellos. Señor, pequé, ten piedad y misericordia de mí.
Padre Nuestro, Ave María y Gloria...
10ª Estación: Jesús despojado de sus vestiduras
Te adoramos, Señor, y te bendecimos, porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo. Arrancan tus vestiduras, adheridas a Ti por la sangre de tus heridas. A infinita distancia de tu dolor, yo he sentido, a veces, cómo algo se arrancaba dolorosamente de mí por la pérdida de mis seres queridos.
Que yo sepa ofrecerte el recuerdo de las separaciones que me desgarraron, uniéndome a tu pasión y esforzándome en consolar a los que sufren, huyendo de mi propio egoismo. Señor, pequé, ten piedad y misericordia de mí.
Padre Nuestro, Ave María y Gloria...
11ª Estación: Jesús es clavado en la Cruz
Te adoramos, Señor, y te bendecimos, porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo. Señor, que yo disminuya mis limitaciones con mi esfuerzo y así pueda ayudar a mis hermanos. Y que cuando mi esfuerzo no consiga disminuirlas, me esfuerce en ofrecértelas también por ellos. Señor, pequé, ten piedad y misericordia de mí.
Padre Nuestro, Ave María y Gloria...
12ª Estación: Jesús muere en la Cruz
Te adoramos, Señor, y te bendecimos, porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo. Te adoro, mi Señor, muerto en la Cruz por Salvarme. Te adoro y beso tus llagas, las heridas de los clavos, la lanzada del costado... ¡Gracias, Señor, gracias! Has muerto por salvarme, por salvarnos.
Dame responder a tu amor con amor, cumplir tu Voluntad, trabajar por mi salvación, ayudado de tu gracia. Y dame trabajar con ahínco por la salvación de mis hermanos. Señor, pequé, ten piedad y misericordia de mí.
Padre Nuestro, Ave María y Gloria...
13ª Estación: Jesús en brazos de su madre
Te adoramos, Señor, y te bendecimos, porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo. Déjame estar a tu lado, Madre, especialmente en estos momentos de tu dolor incomparable. Déjame estar a tu lado. Más te pido: que hoy y siempre me tengas cerca de Ti y te compadezcas de mí. ¡Mírame con compasión, no me dejes, Madre mía! Señor, pequé, ten piedad y misericordia de mí.
Padre Nuestro, Ave María y Gloria...
14ª Estación: el cadáver de Jesús puesto en el Sepulcro
Te adoramos, Señor, y te bendecimos, porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo. Todo ha terminado. Pero no: después de la muerte, la Resurrección. Enséñame a ver lo que pasa, lo transitorio y pasajero, a la luz de lo que no pasa. Y que esa luz ilumine todos mis actos. Así sea. Señor, pequé, ten piedad y misericordia de mí.
Padre Nuestro, Ave María y Gloria...
Oración Final
Te suplico, Señor, que me concedas, 
por intercesión de tu Madre la Virgen, 
que cada vez que medite tu Pasión, 
quede grabado en mí 
con marca de actualidad constante, 
lo que Tú has hecho por mí 
y tus constantes beneficios.
Haz, Señor, que me acompañe, 
durante toda mi vida, 
un agradecimiento inmenso a tu Bondad. Amén

Fuente: Aciprensa


viernes, 20 de marzo de 2015

Fechas para bautismos, durante el mes de Abril de 2015, en la Vicaría



Las fechas para bautismos son:  11, 18 y 25 de Abril de 2015, a las 10:00 hs.

Los mismos son celebrados por el Presbítero Claudio Gonzalo Minué.


Los padres y padrinos, deben cumplir con los requisitos para que los bautizados reciban el Primer Sacramento de los Cristianos.


Los requisitos para solicitar el Sacramento del Bautismo son:


- DNI del niño/a, de los padres y padrinos

-Si los padres son casados por Iglesia, presentar la Libreta de Familia Cristiana

-Al menos uno de los padrinos debe ser confirmado y presentar el Certificado de Confirmación

-La charla es obligatoria tanto para padres y padrinos. La misma se realiza el día jueves anterior al Bautismo en la Vicaría a las 21:30 hs., (salvo que ese día sea 3, 8 o 12, en cuyo caso la charla se traslada a otro día en el mismo horario).

-Una colaboración en dinero

-Los requisitos deben ser presentados 72 hs. antes del Bautismo en la secretaría.
Los padrinos y madrinas (pueden ser cuatro):

-Deben tener capacidad e intención de desempeñar esta misión

-Haber cumplido dieciséis años

-Ser católicos, estar confirmados y haber recibido ya el Sacramento de la Eucaristía. Asimismo deben llevar una vida coherente con la fe y la misión a la que se han comprometido

-Se recomienda que no sean los abuelos de quien se bautizará

-Pueden ser solteros o casados.

Los Bautismos, se celebran los días sábados, en las fechas en que se establecen para cada mes, a las 10:00 hs.



Las consultas e inscripciones, se pueden realizar personalmente por secretaría:

De Martes a Domingo de: 9:30 a 11:30 hs.

Todos los días: de 18:00 a 20:00 hs.

viernes, 6 de marzo de 2015

Por qué es importante el silencio en la misa?



Sucede que no todos siguen con atención la misa. A veces, el párroco es obligado a reprobar las charlas entre los fieles, interrumpiendo temporalmente la liturgia. Un reclamo que no es accidental. Porque el silencio durante la misa tiene una importancia antes que nada teológica. Descubramos el porqué.

Silencio sagrado

“El silencio en la iglesia durante el culto santo –explica a Aleteia el liturgista don Enrico Finotti– es una cuestión primordial en cuanto a que del correcto enfoque del “silencio sagrado” depende en buena medida la eficacia espiritual de la acción litúrgica".

"No considero oportuno, sin embargo, intervenir en las situaciones concretas, en cuanto a que se presume que cada sacerdote se comporte de manera adecuada en circunstancias a veces difíciles”, añade.

La escucha de Dios

En sentido general, explica el sacerdote, se pueden indicar algunas pautas. Primero que nada, “el clima de silencio interior y exterior es propio de cada celebración litúrgica. De hecho, se trata de disponer el ánimo para escuchar a Dios, que habla a su pueblo, de elevarle alabanzas con regocijo y recibir de su misericordia las maravillas de la gracia que son los sacramentos”.

La majestad del Padre

En segundo lugar, observa don Enrico, “Dios no puede nunca ser reducido a nuestro nivel. Él permanece siempre envuelto por el fulgor de su trascendencia. Aunque con la Encarnación el Hijo Unigénico vino a habitar entre nosotros y permaneció con nosotros como con amigos (Dei verbum), Él no ha quitado la mirada de la Majestad divina del Padre, a quien demuestra una absoluta obediencia adoradora".

"Él mismo, como ‘el Hijo’, está permanentemente envuelto de la misma sustancia que el Padre y, a menudo, tal esplendor irrumpe por su igualmente verdadera humanidad -continúa- De hecho, muchos de sus contemporáneos han declarado que ninguno nunca ha hablado con tanta autoridad como Él. Esta majestad del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, exige, sobretodo en la sagrada liturgia, el silencio y la veneración”.

Los tres silencios

Sobre esta base teológica, la Iglesia prevé más de un silencio: “El silencio preparatorio a una celebración (para los ministros en la sacristía y para los fieles en la nave); el silencio ritual para realizar coralmente los gestos y pronunciar las oraciones establecidas, pero también para interiorizar los contenidos de la Palabra proclamada y de los ‘signos santos’, que velan los santos misterios; y el silencio sucesivo a las celebraciones para no dispersar inmediatamente la intensidad del recogimiento interior”.

La importancia del templo

Para distinguir el ambiente de silencio del de la conversación y el encuentro fraterno, “la arquitectura eclesiástica clásica otorga al principio el vestíbulo de la iglesia y más adentro el templo, que es el lugar de mediación y de pasaje entre el culto del templo y el tumulto del mundo".

"En el templo, la devoción del corazón y el encuentro adorador con Dios se traduce en esa ‘sobria exaltación del Espíritu’ que invade a los fieles en el éxodo de la asamblea santa, donde reciben la Palabra que salva y el Pan de la vida eterna: una fraternidad regenerada, que del lugar santo se expande al mundo”.

Educar a los fieles

Desgraciadamente, constata don Enrico, “en el contexto contemporáneo el silencio no tiene mucha consideración y se vuelve difícil ponerlo en práctica, incluso en la iglesia, y la educación al ‘silencio litúrgico’ debe ser retomada con constancia y determinación".

"De hecho, no existen alternativas: sin silencio interior y exterior, cualquier intento de reflexión, de devoción y de contemplación se extingue al nacer -advierte-. No es, de hecho, posible considerar suficiente para el crecimiento en la fe una celebración litúrgica sólo formal y exterior. No podemos honrar a Dios sólo con las palabras, sin una adecuada correspondencia del corazón”.

Fe y paciencia

Para concluir, el liturgista invita a no sorprenderse por las “dificultades que el silencio puede encontrar incluso en su propio lugar, la iglesia y en la acción más santa, la liturgia".

"No debemos perder el ánimo -afirma-. Trabajemos con confianza, sostenidos por la fe, para que con paciencia y gradualmente el pueblo cristiano alcance nuevamente esa madurez religiosa de los tiempos mejores, que no será fruto de imposiciones formales, sino exigencia de una oración convencida y de una fe viva”.