viernes, 15 de julio de 2016

Los 5 remedios para combatir la tristeza según santo Tomás



La tristeza, las penas, las melancolías, los desencantos y las tribulaciones no son estados de ánimo que afectan solo a los hombres y mujeres de nuestro siglo. Ciertamente hoy están mucho más difundidos junto a las enfermedades mentales y psicológicas.

El hombre cada vez está más solo y le resulta difícil desahogarse con otro cuando sufre penas y tristezas. La globalización de la economía no ha llegado a las personas, y más bien se ha fortalecido el individualismo y el egocentrismo.

Entonces, a veces, uno se encierra sobre sí mismo (sobre sí misma) para ahogar las penas, pero en lugar de aliviarlas las hace más grandes desgranando el presente y el pasado, que se ve gris y oscuro, de su vida.

Esta no es la solución. Las penas deben ser compartidas y aliviadas por el consejo de personas amigas o que te quieren desinteresadamente.

La tristeza no es un estado de ánimo de hoy, sino del hombre de todos los tiempos, después del pecado original. Los desamores, las contrariedades familiares y profesionales, las antipatías y animadversiones, no son de hoy, vienen ya de Adán y Eva.

Uno de los grandes sabios de la humanidad, y gran conocedor de lo humano y lo divino, es un santo medieval: santo Tomás de Aquino. Fue este santo el que estableció ya en el siglo XIII los cinco remedios contra la tristeza. Tienen mucha actualidad, aunque fueron escritos hace casi 800 años.

Las recordó en una conferencia el sacerdote italiano Carlo De Marchi, en el Convegno Ecclesiale Nazionale celebrado en Florencia. Se peguntó: ¿cómo superar el malhumor y recuperar la sonrisa? Cualquiera tiene jornadas tristes.

Veamos cuáles son los cinco remedios que propone Santo Tomás:

1.  Darse un placer cualquiera. Algo agradable. Puede parecer algo materialista, pero en nuestros días, tras una jornada triste o atribulada, es bueno tomar una cerveza o un plato de buena comida. Dice Carlo De Marchi que en el Evangelio también el Señor gustaba de buen vino (las Bodas de Caná) y de ir a banquetes, porque apreciaba las cosas buenas de la vida. El Salmo 104 afirma que “el vino alegra el corazón del hombre”. Naturalmente sin caer en excesos, ni en cerveza ni en vino, pues de la alegría se pasa a la embriaguez que es mala para la salud del alma y del cuerpo.

2.  Llorar. Santo Tomás dice que el llorar es un desahogo importante, tanto para el alma como para el cuerpo: limpia el dolor. También Jesús lloró ante la muerte de su amigo Lázaro. El papa Francisco comenta: “algunas realidades de la vida se ven mejor con los ojos lavados por las lágrimas. Invito a todos a pedirse: ¿he aprendido a llorar?

3. La compasión de los amigos. Cuando uno se siente bajo de forma y tiende a verlo todo de color gris u oscuro, es muy eficaz desahogarse con un amigo y escuchar sus consejos. A veces tomando un vino o una cerveza en un bar, a veces con solo un golpe de teléfono y se aclara todo.

4. La contemplación de la verdad. Es contemplar las maravillas de las cosas, de una obra de arte, una película, contemplar la naturaleza, escuchar música y dejarse sorprender. Es un remedio muy eficaz contra la tristeza.

5. Dormir mucho y bañarse o ducharse. Este remedio de santo Tomás es muy eficaz. Algunos dirán que es “poco teológico”, pero es un remedio muy cristiano que para aliviar penas del alma conviene apaciguar el cuerpo. Jesús fue perfecto Dios y perfecto Hombre y por lo tanto superó la separación entre la materia y el espíritu.

Hay un prejuicio extendido, señala Di Marchio, que consiste en oponer el alma y el cuerpo, en el sentido que el cuerpo sería un obstáculo para la vida espiritual. En realidad, el humanismo cristiano considera que la persona (cuerpo y alma) se “espiritualiza” cuando busca la unión con Dios.

Esto indica también que esta interrelación entre alma y cuerpo, que la tendremos hasta el final de nuestro andar terreno, necesita un médico para el alma (un consejero o director espiritual) y otro para el cuerpo (el médico), y en el primer caso es muy aconsejable el sacramento de la confesión, que limpia el alma de todas las impurezas, y así de la tristeza se pasa a la alegría.

¿Estamos tristes? Busquemos al médico del cuerpo y al médico del alma.


Fuente: Aleteia

8 formas en la que podemos usar el agua bendita




«No hay nada como el agua bendita para poner en fuga a los demonios y evitar que vuelvan nuevamente» Santa Teresa de Ávila
"De larga experiencia he aprendido que no hay nada como el agua bendita para poner en fuga a los demonios y evitar que vuelvan nuevamente. También huyen de la Cruz, pero regresan; así que el agua bendita debe tener gran virtud. Por mi parte, siempre la llevo, con ella mi alma siente un particular y muy notable consuelo"- [Santa Teresa de Ávila]

Esta cita de Santa Teresa enfatiza la importancia del agua bendita. Su uso nos recuerda nuestro bautismo y las promesas que en él hicimos. Nuestras promesas bautismales incluyen renunciar a Satanás y rechazar el pecado, pero es probable que rara vez tengamos esto en mente al usar agua bendita.

Debemos recordar que esta agua, a través del sacerdote, es bendecida por Dios en virtud del bautismo de Cristo. La Iglesia Católica posee un enorme poder de impartir la gracia sacramental, y el agua bendita como un sacramental recibe su poder a través de la oración y la autoridad de la Iglesia.

El rito de la bendición, dicho por el sacerdote sobre el agua para que sea santa contiene oraciones de exorcismo. Con ella se puede expulsar demonios y sanar a los enfermos, pero la mayoría de las veces la usamos sin pensar en lo que en verdad representa.

Para ser más conscientes de su valor debemos conocer las formas de usarla y hacerlo con frecuencia, por ello te compartimos una lista de ocho maneras de utilizar el agua bendita en la vida cotidiana:

1.- Bendícete a ti mismo.

Esta sugerencia es obvia, pero si sólo la usamos el domingo para bendecirnos al hacer la señal de la cruz con ella cuando entramos al templo ¿no estamos perdiendo en el resto de la semana? Nunca puedes tener demasiado gracia o bendición en tu vida. Utiliza agua bendita todos los días. Mantener una pila de agua bendita en la casa es una gran idea para que tú, tu familia y los huéspedes puedan usarla para bendecirse en el hogar. Mantén la fuente junto a la puerta de entrada para asegurarte de no salir de casa sin ella.

2.- Bendice tu casa.

Si no te has tomado el tiempo para bendecir tu casa con agua bendita, entonces no hay mejor momento que el presente. Tu casa es iglesia doméstica y también necesita protección espiritual. Puedes rociar agua bendita tú mismo en tu casa, o pedirle a un sacerdote que bendiga formalmente tu casa con agua bendita, como parte de la ceremonia de bendición del hogar.

3.- Bendice a tu familia.

Utiliza el agua bendita para orar y hacer la señal de la cruz sobre tu cónyuge e hijos antes de ir a dormir por la noche. La unión de la familia entre sí y con Dios de esta manera es una gran tradición familiar para adoptar. Mantén una botella de agua bendita a un lado de la cama con este propósito.

4.- Bendice tu espacio de trabajo.

Si trabajas fuera de casa, es una gran idea rociar tu espacio de trabajo con agua bendita, no sólo para protección espiritual mientras desempeñas tus labores, sino también para santificar tu trabajo diario para la gloria de Dios.

5.- Bendice tu vehículo.

Tu vehículo es, probablemente, el lugar más peligroso en el que pasa una cantidad significativa de tiempo diario. Nunca subestimes el poder del agua bendita aplicada a tu vehículo para mantenerte a salvo del peligro, cuando se utiliza con fe y confianza en Dios. De hecho, también puedes pedirle a un sacerdote que bendiga tu vehículo con agua bendita.

6.- Bendice tu jardín o huerto.

Era una práctica común en la Edad Media que la gente espolvorease sus huertas con agua bendita. En momentos en que la gente era muy dependiente de los cultivos para su subsistencia, la falta de lluvia o heladas tempranas resultaba devastadora. El uso de agua bendita para bendecir y santificar las plantas que se utilizarían para el sustento de la familia mostraba confianza en la gracia de Dios.

7.- Bendice a los enfermos.

Si sabes de algún amigo o familiar enfermo, visítalo y bendícelo con agua bendita, lo cual además será una obra corporal y espiritual de misericordia. Si visitas a los enfermos en un hospital o asilo de ancianos, rocía bendiciendo su espacio vital con agua bendita y déjales una botella de agua bendita como un consuelo en sus momentos de necesidad.

8.- Bendice a tus mascotas.

Muchas parroquias en la fiesta de San Francisco de Asís tiene un rito de bendición para mascotas. Las mascotas son amados compañeros para individuos y familias y, a menudo nos proporcionan un gran servicio, e incluso estos pueden ser bendecidos con agua bendita, porque toda la creación tiene el fin de dar gloria a Dios. Esto también se aplica a los animales de granja que proveen mano de obra, medios de subsistencia y alimento para los seres humanos.

Te compartimos una simple oración que puedes decir cuando utilices el agua bendita:

"Por esta agua bendita y por tu Preciosa Sangre, lava todos mis pecados, Señor. Amén".

No hay oración específica para orar al utilizar agua bendita, que no sea la señal de la cruz, "En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo." También se puede rezar un Padre Nuestro o incluso la oración de San Miguel Arcángel. Tenga en cuenta que el agua bendita ya ha sido bendecida por las oraciones del sacerdote.

¿Cómo se utiliza el agua bendita?

El agua bendita es uno de esos hermosos regalos (y armas) de Dios para ayudarnos a santificar nuestra vida cotidiana, y para mantener santificadas las cosas que habitualmente utilizamos. Si nos detenemos a pensar en lo que realmente representa para nosotros, la utilizaremos con más frecuencia, conciencia y gratitud.

Algunos padres de familia incluso utilizan agua bendita para bendecir las cosas que sus hijos usan regularmente, tales como bicicletas y libros escolares. Si tienes otras maneras creativas y piadosas en las que has utilizado el agua bendita para santificar tu vida cotidiana, por favor compártela en los comentarios de esta publicación.

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Adaptación y traducción al español por: PildorasdeFe.net. del artículo publicado originalmente en Catholic Company, autor: Gretchen Filz

sábado, 9 de julio de 2016

Mensaje del Papa Francisco, por el Bicentenario de la Independencia Argentina



Ciudad del Vaticano, 8 de julio de 2016. 

S.E.R. 
Mons. José María Arancedo 
Presidente de la Conferencia Episcopal Argentina 
Buenos Aires 

Querido hermano: 
En vísperas de la celebración del bicentenario de la lndependencia quiero hacer llegar un cordial saludo, a vos, a los hermanos Obispos, a las Autoridades nacionales y a todo el Pueblo argentino. Deseo que esta celebración nos haga más fuertes en el camino emprendido por nuestros mayores hace ya doscientos años. Con tales augurios expreso a todos los argentinos mi cercanía y la seguridad de mi oración. 

De manera especial quiero estar cerca de los que más sufren: los enfermos, los que viven en la indigencia, los presos, los que se sienten solos, los que no tienen trabajo y pasan todo tipo de necesidad, los que son o fueron víctimas de la trata, del comercio humano y explotación de personas, los menores víctimas de abuso y tantos jóvenes que sufren el flagelo de la droga. Todos ellos llevan el duro peso de situaciones, muchas veces límite. Son los hijos más llagados de la Patria. 

Sí, hijos de la Patria. En la escuela nos enseñaban a hablar de la Madre Patria, a amar a la Madre Patria. Aquí precisamente se enraiza el sentido patriótico de pertenencia: en el amor a la Madre Patria. Los argentinos usamos una expresión, atrevida y pintoresca a la vez, cuando nos referimos a personas inescrupulosas: "éste es capaz hasta de vender a la madre"; pero sabemos y sentimos hondamente en el corazón que a la Madre no se la vende, no se la puede vender... y tampoco a la Madre Patria. 

Celebramos doscientos años de camino de una Patria que, en sus deseos y ansias de hermandad, se proyecta más allá de los límites del país: hacia la Patria Grande, la que soñaron San Martin y Bolívar. Esta realidad nos une en una familia de horizontes amplios y lealtad de hermanos. Por esa Patria Grande también rezamos hoy en nuestra celebración: que el Señor la cuide, la haga fuerte, más hermana y la defienda de todo tipo de colonizaciones. 

Con estos doscientos años de respaldo se nos pide seguir caminando, mirar hacia adelante. Para lograrlo pienso -de manera especial- en los ancianos y en los jóvenes, y siento la necesidad de pedirles ayuda para continuar andando nuestro destino. A los ancianos, los "memoriosos" de la historia, les pido que, sobreponiéndose a esta "cultura del descarte" que mundialmente se nos impone, se animen a soñar. Necesitamos de sus sueños , fuente de inspiración. A los jóvenes les pido que no jubilen su existencia en el quietismo burocrático en el que los arrinconan tantas propuestas carentes de ilusión y heroísmo. Estoy convencido de que nuestra Patria necesita hacer viva la profecía de Joel (cf. Jl 4, 1). Sólo si nuestros abuelos se animan a soñar y nuestros jóvenes a profetizar cosas grandes, la Patria podrá ser libre. Necesitamos de abuelos soñadores que empujen y de jóvenes que -inspirados en esos mismos sueños- corran hacia adelante con la creatividad de la profecía. 

Querido hermano pido a Dios, nuestro Padre y Señor, que bendiga nuestra Patria, nos bendiga a todos nosotros; y a la Virgen de Lujan que, como madre, nos cuide en nuestro camino. Y, por favor, no te olvides de rezar por mí. 
Fraternalmente. 
Francisco