La Rioja, 15 de Diciembre de 2011
Querido Padre Claudio:
Cuando el Señor, instituyó el Sacramento de la Eucaristía, quiso prolongar su misterio en el ministerio de los sacerdotes, por eso dijo: “Hagan esto en memoria mía” (Lc22,19; 1Cor11,24-25). El único sacerdocio de la Nueva Alianza es el de Jesús, que es participado por aquellos que Él elige, para que prolonguen su presencia en la historia, hasta su segunda venida.
Como cada primer jueves de mes, como todos los días de nuestras vidas, queremos renovar ante el Sumo Sacerdote, nuestro compromiso de orar, por Ud. Padre Claudio, por su santidad, perseverancia y por su entrega generosa, en la salvación de las almas que el Señor le ha confiado.
El Santo Cura de Ars decía: “Cuando se quiere destruir la religión, se comienza atacando al sacerdote… Hoy nuevamente Cristo es condenado en sus sacerdotes, cuando son calumniados o difamados injustamente. No asumamos la actitud de Pilato lavándonos las manos, o la de aquellos que gritaban “crucifícale”, más bien, oremos por la conversión de aquellos sacerdotes que la necesitan y roguemos por la santidad de quienes hacen presente a Jesús en su Palabra y en la Eucaristía”.
Jesús cargó con nuestros pecados en la cruz que pesa sobre sus hombros, el sacerdote prolonga esta presencia de Jesús que nos muestra la misericordia de Dios que sana desde lo más profundo, especialmente a través del sacramento de la reconciliación. Rogamos al Señor, para que Ud., Padre Claudio, siempre ame al modo del Corazón de Jesús.
Por haber experimentado personalmente la prueba y el sufrimiento, Jesús, puede ayudar a aquellos que están sometidos a la prueba. Con su entrega de tantas horas en el confesionario, Padre Claudio, podemos experimentar la misericordia de Dios, y al mismo Cristo que nos sostiene en la prueba.
María, se une de corazón al Corazón de su Hijo. Se cruzan dos miradas, dos dolores, y se encuentran en un mismo momento la obediencia de Cristo al Padre y el “Hágase en mi tu Palabra‟ de la Madre. Esto se da cada vez que el corazón del sacerdote sabe confiar y busca la intercesión de María, como lo hace Ud., Padre Claudio. Ella, sostiene al sacerdote, especialmente en los momentos de dificultad.
El Santo Cura de Ars le rezaba así: “Virgen María, Madre mía, me consagro a ti y confío en tus manos toda mi existencia. Acepta mi pasado con todo lo que fue. Acepta mi presente con todo lo que es. Acepta mi futuro con todo lo que será… te confío cuanto tengo y cuanto soy, todo lo que he recibido de Dios”.
Padre Claudio, el Señor le ha dicho: “Amigo mío, ocúpate de esta almas; a mi vuelta, te lo pagaré todo”.
Quizá sea propicio traer también la imagen del Cirineo ayudando a llevar la cruz, y comparar el ministerio sacerdotal con este acompañamiento, que redunda en bien de quien lo hace, pues desde la eternidad es el mismo Cristo glorioso quien se transforma en el samaritano o el cirineo, que nos ayudan a llevar nuestras pequeñas o grandes cruces, especialmente las que se hacen presentes en las vidas de nuestros sacerdotes que también necesitan de nuestro auxilio en los momentos de aflicción.
San Juan María Vianey decía: “Cuando vean al sacerdote, piensen en nuestro Señor Jesucristo”. Pensar en Cristo asistido por aquella santa mujer, es pensar que nosotros también podemos asumir esta misión, tomando conciencia que el sacerdocio es don de Cristo para su Iglesia, que somos todos nosotros. Como la Verónica, asumamos nuestro compromiso de oración, presencia y colaboración. Por ello, le entregamos al Señor todas aquellas heridas que aún tiene en su alma para que sean sanadas y el que el dueño de la Viña, realice todas las podas que sean necesarias para el crecimiento de su ministerio.
Con estas reflexiones de su Santo Patrono, el Cura de Ars, queremos agradecerle por su entrega generosa en la salvación de nuestras almas, por hacernos tomar conciencia de la importancia que tiene la oración de intercesión para la santificación de los sacerdotes y el aumento de las vocaciones sacerdotales, para los enfermos, los privados de libertad, para los niños y tantos hermanos que no conocen a Jesús. Agradecer, por el crecimiento espiritual de cada uno de nosotros, quienes nos comprometemos a servirle al Señor, con los talentos que nos ha regalado, como Obreros de su Viña. Agradecer, por cada bendición de nuestras casas, por cada unción de nuestros enfermos, por cada bendición después de la misa, por ofrecernos en la patena, por tanto tiempo de escucha y acompañamiento en la Dirección espiritual, por cada corrección que nos hace crecer como servidores humildes, por cada agradecimiento que nos impulsa a seguir trabajando para la Gloria de Dios. En fin, son tantas y tantas las bendiciones derramadas por Dios, desde que El, lo eligió para ser sacerdote y tantas las bendiciones derramadas por Dios en nuestra Comunidad, desde que le confió la salvación de nuestras almas y el compromiso asumido por Ud., en la zona sur de nuestra capital riojana, -que al no contar con un sacerdote-, son muchas las almas que necesitan la presencia de Dios en sus vidas.
En memoria de este día, en que el Señor lo ordenó sacerdote para siempre, deseamos Padre Claudio, que cada día de su vida le ore al Señor que lo eligió, con las palabras de su Santo Patrono, el Cura de Ars, diciéndole:
“Te amo, Dios mío, y mi único deseo es amarte hasta el último suspiro de mi vida.
Te amo, Dios mío infinitamente amable, y prefiero morir amándote a vivir sin amarte.
Te amo, Señor, y la única gracia que te pido es amarte eternamente…
Dios mío, si mi lengua no puede decir en todo momento que te amo,
quiero que mi corazón te lo repita cada vez que respiro”.
Pedimos la intercesión de San Martín de Porres, para que a ejemplo de Él, crezca en sus virtudes de Humildad, Obediencia y Caridad.
FELICES CINCO AÑOS DE ORDENACIÓN, QUERIDO PADRE CLAUDIO!
Comunidad “San Martín de Porres”