En cada estación podemos cantar o hacer una reflexión y también es
importante que podamos hacer momentos de silencio!
Oración inicial
Jesús, vamos a recorrer contigo las estaciones de tu agonía y tu
muerte. Vamos a pasar un poco de tiempo contigo, renovando el sacrificio
que nos dio la vida. Por ese sacrificio tuyo en la Cruz somos cristianos, y
hemos recibido las gracias de Dios. Por ese sacrificio tuyo hemos sido
salvados. Ayúdanos a comprender un poco mejor, a amar un poco más, para que
después de meditar sobre estas quince estaciones de tu Vocación salvadora,
nosotros mismos nos decidamos a dar algo de nosotros. Tú que vives y reinas
por los siglos de los siglos. Amén.
Estación I: Jesús, condenado a muerte
Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
R. Que por tu Santa Cruz redimiste al
mundo.
Estás totalmente solo. Ningún amigo te ayuda. Nadie va a defenderte.
Has gastado toda tu vida ayudando a los demás, haciendo milagros, curando y
haciendo favores a todos. Cuando yo soy acusado, por mis padres o maestros,
por algo que no he hecho, ayúdame a recordar la que Tú hiciste por mí, cómo
aceptaste las acusaciones y no te quejaste.
Oremos: Oh Dios,
muchas veces la gente no parece entenderme. Saltan a conclusiones y me
gritan por algo que no he hecho, o no tenía intención de hacer, Ayúdame a
aceptar los errores de los demás como Tú aceptaste los errores que yo
cometo en mi vida. Por Cristo Nuestro Señor. Amén.
Pequé, Señor, pequé. Ten piedad y misericordia de mí!
Padre Nuestro – Ave María – Gloria
Estación II: Jesús acepta su Cruz
Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
R. Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.
En el momento en el que cargas con la cruz sobre tus hombros, ya
sabes con seguridad que no te la quitarán hasta que te encuentres clavado a
ella en el monte Calvario. Pero la aceptas igual. La cruz son todos los
problemas, y los problemas nadie los quiere. La cruz no es nada dulce, pero
es algo que forma parte de nuestra vida humana. No creo que te pueda
prometer que buscaré la cruz a lo largo de mi vida, pero lo que sí te
prometo es que intentaré llevarla cuando me la envíes Tú.
Oremos: Oh Dios,
mis problemas les suelen parecer pequeños a muchas personas mayores, pero
Tú sabes que no son pequeños para mí. Estas cruces no son fáciles de
llevar, pero cuando esté a punto de quejarme de ellas, ayúdame a recordar a
Cristo y su Cruz.
Pequé, Señor, pequé. Ten piedad y misericordia de mí!
Padre Nuestro – Ave María – Gloria
Estación III: Jesús cae por primera vez
Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
R. Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.
Has perdido mucha sangre, oh Cristo, por el brutal trato que has
recibido. Estás débil y a punto de desmayarte de dolor. Y ahora caes al
suelo. Nadie parece dispuesto a ayudarte, tampoco. Los soldados te dan
empujones y patadas y te gritan que te levantes y sigas caminando. Caes de
debilidad pero de alguna manera logras encontrar fuerzas para levantarte y
seguir tu camino. Sigues con lo que has empezado.
Oremos: Oh Dios,
sé que muchas veces empiezo cosas y luego me canso de ellas. O no las hago
bien o intento olvidarme de ellas. A veces me tienen que regañar en la
escuela porque no pongo atención en lo que estoy haciendo. Ayúdame, oh
Dios, a ser como tu Hijo. Ayúdame a ser constante en las cosas buenas que
he empezado y a llevarlas hasta el final lo mejor que pueda.
Pequé, Señor, pequé. Ten piedad y misericordia de mí!
Padre Nuestro – Ave María – Gloria
Estación IV: Jesús encuentra a su madre
Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
R. Que por tu Santa Cruz redimiste al
mundo.
En medio de los gritos y los insultos que te dirigen tantas
personas, finalmente encuentras a alguien que te quiere bien y que siente
dolor por ti. Es tu Madre. Ella no puede hacer mucho para detener tu
sufrimiento, pero te dirige una mirada que te muestra que está sufriendo
contigo, y eso te ayuda en tu camino. Alguien te entiende.
Oremos: Oh Dios, Tú
me diste a mis padres. Nadie más en todo el mundo es mi padre y mi madre.
Gracias por este regalo que me has hecho. Por muy duras que sean las cosas
en la vida, yo sé que ellos están ahí y que de veras me quieren. Ayúdame a
mostrarles yo también mi amor.
Pequé, Señor, pequé. Ten piedad y misericordia de mí!
Padre Nuestro – Ave María – Gloria
Estación V: Simón ayuda a Jesús a llevar la Cruz
Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
R. Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.
Los soldados tienen miedo de que no seas capaz de llegar hasta el
monte, para la crucifixión. Estás cada vez más débil. Por eso llaman a un
hombre en la multitud, un hombre llamado Simón de Cirene, el Cirineo, y le
obligan a llevar tu cruz durante un rato. Él no quiere, pero le obligan. A
él le gustaría más bien estar allí, mirando, viendo lo que pasa. Él no
había venido para ayudarte: pero ahora está llevando tu Cruz.
Oremos: Oh Dios
tengo que confesar que yo soy bastante como este Simón. Cuántas veces
podría haber ayudado a otras personas: por ejemplo cuidando a mis
hermanitos pequeños, o ayudando a un compañero de clase en los estudios, o
prestándome a ir al Kiosco, poner la mesa, lavar los platos, etc. Ayúdame a hacer algo más que estar ahí y
contemplar lo que pasa a mí alrededor. Ayúdame a ayudar a los demás.
Pequé, Señor, pequé. Ten piedad y misericordia de mí!
Padre Nuestro – Ave María – Gloria
Estación VI: La Verónica seca el rostro de Jesús
Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
R. Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.
De repente se detiene la marcha hacia el Calvario. Una mujer se
adelanta. Su nombre es Verónica. Toma un lienzo de tela y te seca la cara,
para quitarte el sudor y la sangre.
Oremos: Oh Dios, enséñame a dar un poco de mí mismo a todo el que me necesita. Enséñame a salir de mi propio camino y a ayudarles aun cuando no me lo hayan pedido. Ya sé que hace falta mucha valentía para ser como la Verónica: ayudar a los que han caído en desgracia y son objeto de burlas de la gente. Ayúdame a ser como ella, o sea, a ser un buen cristiano.
e. Te ofrece un poco de alivio. Y para
premiar su bondad, Tú haces que en la tela quede impreso tu rostro. A pesar
de que estás a punto de morir, sigues haciendo el bien a todos.
Pequé, Señor, pequé. Ten piedad y misericordia de mí!
Padre Nuestro – Ave María – Gloria
Estación VII: Jesús cae por segunda vez
Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
R. Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.
Es la segunda vez que has caído en el camino de la Cruz. Esta vez te
costará más levantarte. El peso de esa cruz se te hace cada vez más pesado.
Pero te esfuerzas y pronto estás de nuevo en pie, para continuar tu marcha,
la marcha que te llevará a tu muerte y a nuestra salvación.
Oremos: Oh Dios, hay tantas cosas que intentan hundirme a mí. Yo no
las entiendo todas. Todo eso que leo en los periódicos y veo en la
televisión sobre muertes y crímenes. Ayúdame a levantarme de todo eso.
Ayúdame a continuar mi camino, como
lo hizo tu Hijo Jesús.
Pequé, Señor, pequé. Ten piedad y misericordia de mí!
Padre Nuestro – Ave María – Gloria
Estación VIII: Jesús se encuentra con las mujeres
Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
R. Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.
A lo largo del camino que Tú sigues, hay un grupo de mujeres que te
están contemplando. Cuando pasas junto a ellas, te das cuenta que están
llorando. Te detienes un poco para dirigirles tu palabra. Quieres darles un
poco de alivio para su dolor. Es muy propio de Ti: están llorando por Ti,
por tu dolor y Tú te paras y quieres ayudarles para que no sufran ellas.
Oremos: Oh Dios, cuántas veces me encierro en mí mismo y me olvido de los
demás. Cuántas veces no pienso en nadie más que en mí mismo. Ayúdame a
darme cuenta de que también los demás tienen problemas y que necesitan
ayuda. Enséñame a darles toda la ayuda de que yo sea capaz.
Pequé, Señor, pequé. Ten piedad y misericordia de mí!
Padre Nuestro – Ave María – Gloria
Estación IX: Jesús cae por tercera vez
Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
R. Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.
Te estás acercando al monte Calvario. Y una vez más caes bajo el
peso de la cruz. La cumbre de esa colina significa el final de tu vida
humana, pero es también el lugar en el que vas a salvar a la humanidad
cumpliendo la voluntad de tu Padre. Sobreponiéndote a la debilidad que ha
llenado tu cuerpo, la vista de esa montaña te da las fuerzas que necesitas
para levantarte una vez más y seguir tu camino. Te levantas. Tomas tu Cruz.
Sigues.
Oremos: Oh Dios,
estas tres caídas son toda una lección para mí. Me estás diciendo que no
importa cuántas veces pueda yo caer en desobediencia, en descuidos, en
mentiras, en engaños: lo que yo necesito cada vez es saber levantarme y
probar una vez más. Y si yo lo intento, Tú me ayudarás. Y cuando trabajamos
juntos, Tú y yo, yo puedo ser el que Tú quieres que sea.
Pequé, Señor, pequé. Ten piedad y misericordia de mí!
Padre Nuestro – Ave María – Gloria
Estación X: Jesús es despojado de sus vestidos
Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
R. Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.
Los soldados te arrebatan el manto que te habían puesto después de
haberte azotado en casa de Pilato. Las heridas se te abren de nuevo y todo
tu cuerpo está lleno de sangre y heridas. Algunos entre la gente se burlan
de ti y te insultan. Te dicen que hagas un milagro y que entonces creerán
en ti. Poco saben lo que estás a punto de hacer: el mayor de los milagros,
la salvación de todo el mundo.
Oremos: Oh Dios, ante Jesús que es despojado de sus vestidos, ayúdame a
recordar siempre que mi cuerpo lo tengo que conservar puro y limpio.
Ayúdame a superar las tentaciones de este mundo y ser como tu Hijo. Ayúdame
a colaborar con El, en la salvación del mundo, siendo valiente para
conservar puros mis pensamientos, mis palabras y acciones.
Pequé, Señor, pequé. Ten piedad y misericordia de mí!
Padre Nuestro – Ave María – Gloria
Estación XI: Jesús es clavado en la cruz.
Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
R. Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.
Estás ahora extendido sobre la cruz y los soldados han empezado a
clavarte los gruesos clavos en tus manos y en tus pies. Todos se ríen de
ti. Los soldados se han jugado a los dados tus vestidos. Todos parecen
haberse vuelto locos. Tú no les has dado más que amor y bondad, y todo lo
que te ofrecen ahora son unos clavos a través de tus manos y tus pies.
Oremos: Oh Dios, el hombre parece a veces más un animal que un ser humano.
Nos hacemos daño los unos a los otros burlándonos del color de la piel, o
de los defectos en el modo de hablar, o de los vestidos pobres; cosas que
no tienen ninguna importancia. Haz que nunca sea yo quien clave un clavo en
el cuerpo de otros con mis desprecios, mis injusticias o mi fanatismo.
Pequé, Señor, pequé. Ten piedad y misericordia de mí!
Padre Nuestro – Ave María – Gloria
Estación XII: Jesús muere en la Cruz
Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
R. Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo. Mueres en la cruz.
¿Qué te diré? Voy a hacer silencio durante unos momentos para
hablarte con mis palabras, desde dentro, y decirte cuáles son mis
sentimientos y mi amor por ti. (Silencio).
Pequé, Señor, pequé. Ten piedad y misericordia de mí!
Padre Nuestro – Ave María – Gloria
Estación XIII: Jesús es bajado de la cruz
Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
R. Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.
Con qué brutalidad te clavaron en la cruz, y con qué delicadeza te
bajan ahora de la misma. Te colocan en los brazos de tu Madre y te limpian
de toda tu sangre y suciedad. Te tratan con todo cariño. Parece que siempre
nos sentimos más amables cuando vemos la muerte, y nos volvemos más
favorables a una persona cuando ya ha muerto. Si aprendiéramos a decir esas
cosas amables cuando las personas están vivas, y ser buenos los unos para
con los otros cuando vivimos: sería mucho más fácil vivir esa vida nueva
que Tú nos has enseñado.
Oremos: Oh Dios,
yo viviré en esta tierra puede ser que diez, veinte, sesenta o setenta
años. Ayúdame a hacer felices a todos los que vivan a mi lado. Ayúdame a
ser amable en mis palabras y en mis acciones para con ellos, mientras
viven. Si les ayudo a ser felices, también yo seré más feliz.
Pequé, Señor, pequé. Ten piedad y misericordia de mí!
Padre Nuestro – Ave María – Gloria
Estación XIV: Jesús es enterrado
Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
R. Que por tu Santa Cruz redimiste al
mundo.
Eres colocado en tu sepulcro. Echan a rodar la gran piedra en la
entrada y allí quedas tú, en tu tumba. Pero yo sé que en tres días Tú vas a
resucitar. Y vas a dar un nuevo sentido a la vida, y nos vas a enseñar un
nuevo modo de vivirla. Resucitarás de entre los muertos y así la muerte
habrá perdido su presa sobre la humanidad y nuestros miedos serán
superados, porque Tú has demostrado que eres el Hijo de Dios.
Oremos: Oh Dios,
por difíciles que parezcan las cosas, no podrán llegar a lo dura que fue la
vida de tu Hijo. Y a pesar de sus sufrimientos, todo acabó bien al final.
Tú nos prometes también a nosotros la victoria final, y por eso queremos
permanecer contigo. Ayúdame a seguir siempre el camino de Cristo Jesús:
aceptando lo que no podemos cambiar, cambiando lo que podemos por el bien
de la humanidad, siguiendo de cerca el camino que Tú has pensado para mí en
los años que me toque vivir en este mundo.
Pequé, Señor, pequé. Ten piedad y misericordia de mí!
Padre Nuestro – Ave María – Gloria
Esta estación, podemos meditarla a partir del Domingo de Pascua
Estación XV: La resurrección de Jesús
Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
R. Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.
Como la oscuridad de la noche queda vencida por el resplandor de la
aurora, así ha sucedido en ti el milagro de la Nueva Vida. Al acercarse el
brillo del sol, otra Luz llena de alegría a todos: la tumba está vacía y el
Dios-Hombre se ha alzado de la muerte y camina de nuevo en esta tierra. El
sufrimiento, la dureza, las torturas de su vida, todo fue vencido por la gloria
de su resurrección. Cristo ha resucitado y el mundo entero, lleno de
esperanza grita: ¡Aleluya!
Oremos: Oh Dios,
ojalá se me ocurriera más veces detenerme y mirar a mi propia vida. Yo, por
el Bautismo, estoy unido a Cristo. Mi vida, según tus planes, es un reflejo
de su vida. También yo puedo superar todo eso porque esa es mi herencia
como cristiano: levantarme, renovarme, ser cada vez más perfecto, y gritar
con todos los que tienen esperanza mi gozoso ¡Aleluya, Aleluya, Aleluya!
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