El Padre Claudio, expone el Santísimo Sacramento!
¡Bendito y Alabado sea Jesús en el Santísimo Sacramento del Altar!
Sea por siempre Bendito y Alabado, Jesús Sacramentado!
Introducción
Hermanos: La presencia del Dios Eucaristía, nos penetra e
inflama su amor por El. No hay ninguna palabra, solo hay un entendimiento
interno. Queremos unirnos espiritualmente en la oración para pedir a nuestro
Señor Jesús, verdadero Dios y verdadero hombre, por los sacerdotes del mundo
entero, las vocaciones sacerdotales, laicales y misioneros, por nuestra
comunidad y por todo lo que traemos en nuestro corazón. Invitemos a Jesús a
nuestro corazón. Jesús Misericordioso abro el cáliz de mi corazón para acoger
tu Amor.
Canto
Invocación
al Espíritu Santo
Oración al Espíritu Santo por la Vocaciones Sacerdotales y Religiosas de
Juan Pablo II:
Espíritu de Amor eterno, que procedes del Padre y del Hijo,
Te damos gracias por todas las vocaciones de apóstoles y santos que han
fecundado la iglesia. Continúa, todavía, te rogamos, esta tu obra. Acuérdate de
cuando, en Pentecostés, descendiste sobre los Apóstoles reunidos en oración con
María, la madre de Jesús, y mira a Iglesia que tiene hoy una particular
necesidad de sacerdotes santos, de testigos fieles y autorizados de tu gracia;
tiene necesidad de consagrados y consagradas, que manifiesten el gozo de quien
vive sólo para el Padre, de quien hace propia la misión y el ofrecimiento de
Cristo, de quien construye con la caridad el mundo nuevo. Espíritu Santo, perenne
manantial de gozo y de paz, eres tú quien abre el corazón y la mente a la
divina llamada: eres tú que hace eficaz cada impulso al bien, a la verdad, a la
caridad. Tus gemidos inenarrables suben al Padre desde el corazón de la
Iglesia, que sufre y lucha por el Evangelio. Abre los corazones y las mentes de
los jóvenes, para que una nueva floración de santas vocaciones manifieste la
constancia de tu amor, y todos puedan conocer a Cristo, luz verdadera del
mundo, para ofrecer a cada ser humano la segura esperanza de la vida eterna.
Amén.
Dejo que mi fe me guie en un momento de Silencio.
Lectura de la Carta a los Hebreos 5,4-9
Nadie se arroga la
dignidad, del Sumo Sacerdocio sino el llamado por Dios. De igual modo, tampoco
Cristo se apropió la gloria del Sumo Sacerdocio, sino que la tuvo de quien le
dijo: Tú eres mi Hijo, Yo te he engendrado hoy. El cual habiendo ofrecido en
los días de su vida mortal ruegos y súplicas con poderoso clamor y lágrimas al
que podía librarlo de la muerte, fue escuchado por su actitud reverente. Y aun
siendo Hijo, tuvo que aprender por medio del sufrimiento, lo que es obedecer; y
llegado a la perfección se convirtió en causa de salvación eterna para todos
los que le obedecen, proclamado por Dios Sumo Sacerdote a semejanza de
Melquisedec. Palabra de Dios. Te alabamos Señor.
Ven Espíritu Santo, para inspirar, dirigir y guiar a los
Sacerdotes. Hazlos instrumentos aptos de Cristo como salvadores en la tarea de
santificación y salvación de todos los hombres. En esta labor divina con
Cristo, dales la luz para ver la necesidad de generosidad, sacrificio y amor.
Dales la luz para ver que fue a través de la Cruz, y solo a través de la Cruz,
que la salvación llego a la humanidad. Dales la fuerza y fortaleza que ellos
necesitan para llegar a ser los salvadores de los hombres con Cristo. Hazlos
por siempre fieles a Cristo y a su Iglesia. Haz que siempre estén atentos a la
voz del Vicario de Cristo en la tierra. Permíteles ver que su misión es salvar,
bendecir y redimir a toda la humanidad con Cristo. Haz que sean uno solo con El
en pensamiento, palabra y acción. Hazles ver que ellos son con Cristo los
mensajeros de gozo, de esperanza y amor, permite que sea la caridad de Cristo,
el lazo que los una. Permite que el celo de Cristo sea la llama que los envié,
como a sus misioneros, hasta los
confines de la Tierra. Permite que su fuerza los sostenga en sus pruebas y
aflicciones. Des este modo, Oh Divino Espíritu, el gozo de Cristo irradiara de
sus vidas. Que Tu mismo seas la luz que los guíe a Ellos, y a aquellos
encomendados a su cuidado, a través de esta vida hacia la luz de la Gloria en
el Cielo, para toda la Eternidad. Amen.
Hacemos
un momento de silencio para abrir más nuestros corazones.
Elevemos una oración desde
nuestro corazón a Dios, una dulce conversación entre nosotros y el Creador. Con este espíritu estamos aquí
delante de Jesús Eucaristía pidiendo por nuestros Sacerdotes. Digamos a cada
petición: “Señor, yo creo pero aumenta mi Fe”
1.- Creemos, Señor Jesús, que en
la noche del Jueves Santo instituiste el sacramento de la Eucaristía
convirtiendo el pan en tu cuerpo y el vino en tu sangre. Oremos.
2.- Creemos, Señor Jesús, que en
la noche del Jueves Santo confiaste a la Iglesia la renovación del Sacrificio
de tu cuerpo y de tu sangre para el perdón de los pecados. Oremos.
3.- Creemos, Señor Jesús, que
cada vez que un sacerdote celebra la Santa Eucaristía, te haces presente en el
pan y el vino consagrados. Oremos.
4.- Creemos, Señor Jesús, que te
das a nosotros como alimento para la vida eterna en la Sagrada Eucaristía. Oremos.
Señor,
presente en este sacramento, queremos pedirte por nuestros sacerdotes, párrocos
y vicarios, por sus necesidades, problemas, aflicciones y enfermedades. Te
pedimos, Señor, que les des todo lo que necesitan para tu servicio; que nuestra
oración en este día este centrada en pedir por los sacerdotes, que ella suba
como incienso ante la presencia de Dios.
Padre nuestro, Ave María, Gloria.
Oración por los Sacerdotes
Guarda, Señor, a tus Sacerdotes que todos los días te inmolan en el altar.
Protégelos, porque sin ser del mundo, han de vivir en el.
Cuando los placeres mundanos les seduzcan, sácialos con las delicias de tu
Corazón. Defiéndelos y consuélalos en las horas de amargura cuando crean
estéril toda su vida de sacrificio por las almas, atráelos, porque no tienen
más que a Ti. Presérvalos inmaculados como la Hostia Santa que diariamente
estrechan en sus manos. Bendice todos sus pensamientos… palabras y obras. Amen
Señor y Dios mío, estamos en tu presencia, con la
confianza, puesta en que nos amas y escuchas nuestra oración. Tú eres grande y
santo, nosotros te adoramos. Tú nos has dado todo lo que somos y tenemos, por
eso a cada invocación respondemos: “Gracias, Señor por tus Sacerdotes”
Te damos gracias, Señor, porque
instituiste el sacramento del orden sacerdotal. Oremos
Te damos gracias, Señor, porque
en tus sacerdotes sigues presente en medio de nosotros. Oremos.
Te damos gracias, Señor, porque
por medio de tus sacerdotes nos enseñas lo que Tú quieres para nuestra
vida. Oremos.
Te damos gracias, Señor, porque
en tus sacerdotes sigues guiando a tu pueblo a través de la historia. Oremos.
Te damos gracias, Señor, porque
en tus sacerdotes sigues santificando a tu pueblo, por medio de los
sacramentos. Oremos.
Te damos gracias, Señor, porque
por medio de tus sacerdotes sigues curando enfermos, liberando endemoniados,
denunciando el mal. Haciendo el bien a los más pobres y necesitados. Oremos.
Meditamos
con el canto.
Si podemos hacerlo, nos ponemos de rodillas para iniciar
el rezo de la Coronilla.
Rezo
de la Coronilla
Padrenuestro, Ave María, Credo.
Al
comienzo de cada decena:
Eterno Padre, te ofrezco el Cuerpo y la Sangre, el Alma y
la Divinidad de tu amadísimo Hijo, nuestro Señor Jesucristo, como propiciación
de nuestros pecados y los del mundo entero (una vez en cada cuenta que
corresponde al Padrenuestro)
En
cada cuenta de la decena:
Por su dolorosa pasión, ten misericordia de nosotros y
del mundo entero (10 veces)
Al
terminar:
Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten piedad de
nosotros y del mundo entero (3 veces).
Acto de Consagración a Jesús
Misericordioso
¡Oh Jesús
Misericordioso! Tu bondad es infinita y los tesoros de tu gracia son
inagotables. Me abandono a tu Misericordia que sobrepuja a todas tus obras, me
consagro eternamente a Ti, para vivir bajo los rayos de tu gracia y de Tu amor,
que brotaron de tu Corazón traspasado en la Cruz. Quiero dar a conocer Tu
misericordia por medio de las obras de misericordia corporales y espirituales,
especialmente con los pecadores, consolando y asistiendo a los pobres,
afligidos y enfermos. Mas Tu me protegerás como cosa tuya, pues, todo lo temo
de mi debilidad y todo lo espero de tu Misericordia. Que toda la humanidad
comprenda el abismo insondable de tu misericordia, a fin de que poniendo toda
su esperanza en Ella, pueda ensalzarla por toda la eternidad. Amen.
¡Jesús,
en Vos confió! (Se repite 3 veces)
¡Santa
Faustina, Ruega por nosotros! (se repite 3 veces)
En
el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén