martes, 2 de octubre de 2012

FIESTA DE LOS ÁNGELES CUSTODIOS


 

Actualmente se habla mucho de los ángeles: se encuentran libros de todo tipo que tratan este tema.

Es verdad que los ángeles son muy importantes en la Iglesia y en la vida de todo católico, pero son criaturas de Dios, por lo que no se les puede igualar a Dios ni adorarlos como si fueran dioses.

Dios ha asignado a cada hombre un ángel para protegerle y facilitarle el camino de la salvación mientras está en este mundo.  La misión de los ángeles custodios es acompañar a cada hombre en el camino por la vida, cuidarlo en la tierra de los peligros de alma y cuerpo, protegerlo del mal y guiarlo en el difícil camino para llegar al Cielo. Se puede decir que es un compañero de viaje que siempre está al lado de cada hombre, en las buenas y en las malas. No se separa de él ni un solo momento. Está con él mientras trabaja, mientras descansa, cuando se divierte, cuando reza, cuando le pide ayuda y cuando no se la pide. No se aparta de él ni siquiera cuando pierde la gracia de Dios por el pecado. Le prestará auxilio para enfrentarse con mejor ánimo a las dificultades de la vida diaria y a las tentaciones que se presentan en la vida.

Recordemos que los ángeles no pueden conocer nuestros pensamientos y deseos íntimos si nosotros no se los hacemos saber de alguna manera, ya que sólo Dios conoce exactamente lo que hay dentro de nuestro corazón. Los ángeles sólo pueden conocer lo que queremos intuyéndolo por nuestras obras, palabras o gestos. Debemos invocarlos para que acudan en nuestra protección o la de nuestros seres queridos y siempre hacerle nuestra quizás primera oración: “Ángel de la Guarda dulce compañía no me desampares ni de noche ni de día, no me desampares que me perdería
 
Hermosa práctica que generalmente nuestros padres nos enseñan cuando somos niños, el rezarle a nuestro Ángel de la Guarda, quien ha recibido de Dios, la misión de acompañarnos durante toda la vida.
 
Generalmente, cuando ya somos jóvenes o adultos, nos olvidamos de invocar a nuestro Ángel de la Guarda.
 
En el día de su Fiesta, entreguemos a ellos todo aquello que guardamos en el corazón, para que se lo presenten a nuestro Dios que, en su Infinita Bondad, nos regaló a nuestros Ángeles Custodios.
 
Como cuando eramos niños y unidos a nuestros niños, digamos juntos:
 

Ángel de la Guarda,
Dulce compañía,
no me desampares ni de noche ni de día,
hasta que descanse en los brazos de Jesús, José y María!