“Cuentan los archivos
orales… que los Caciques fueron convertidos por San Nicolás en sus
peregrinaciones por los cerros del Oeste, y que, sublevadas las masas de
indios, por no consentir en aquel sometimiento de los jefes, hubo de producirse
tremenda catástrofe, cuando empuñando una vara de alcalde, vestido con el traje
e insignias de este título en aquella época, destellando luces celestiales,
irradiando sus ojillos azules y brillando su cabellera rubia, se apareció en
medio el Niño Jesús, como la historia lo representa cuando predicaba entre los
doctores incrédulos. La fascinación fue repentina, el encanto deslumbrador, y
como fieras magnetizadas cayeron de
rodillas los rebeldes ante aquella varita, levantada en alto por un alcalde de
doce años. El hermoso Niño bendijo aquel concurso que le adora con terror y
emoción: el atribulado apóstol le besó los pies, porque la aparición sublime e
inesperada le dejó atónito y transportado de divino fervor. El maravilloso
Alcalde le tocó con su mano cubriéndole de gracia; y de pedir para sí los
caciques y de cederle la chusma innumerable, como un premio por su heroísmo y
una confirmación de su valimiento, desapareció en el espacio, dejando en el
ambiente un suavísimo perfume como de vaso sagrado, y una estela luminosa como
la de una estrella que rueda en la noche. La belicosa asamblea cambió el aspecto
tosco y gruñidor por el de la más sumisa devoción, y fue a deponer sus furores
y sus armas, a los pies del Patriarca, ante cuyo poder de hacer prodigios
hubieron de convencerse de que la lucha era inútil, y que sus propios dioses le
protegían de manera tan visible…
…. Los padres jesuitas dieron forma litúrgica y social al hecho
histórico, organizando una cofradía de indígenas devotos al milagroso apóstol y
a su divino protector… Recogieron aquel suceso para darle forma tangible y
práctica en el gobierno y en la religión; para combinar los elementos salvajes
con los cultos de aquella leyenda, y para hacer entrar en la obscura conciencia
de los indios la idea de las dos potestades que gobiernan las sociedades
humanas. La idea del Niño Jesús convertido en Alcalde del mundo es algo que
sale de los límites de la invención vulgar y sencilla.”
(Joaquín V. González, Mis
montañas, en Obras completas)
Tiempo después, la imagen
del Niño Alcalde que hoy conocemos, fue encontrada por San Francisco
Solano, en un momento trascendente de la
historia de la provincia de La
Rioja : más de 20.000 indígenas, cansados de las injusticias
que padecían por parte de los españoles, se levantaron en armas para destruir
la ciudad de La Rioja. Es
aquí cuando interviene San Francisco Solano, interponiendo la imagen del Niño Dios como alcalde de la ciudad ,
llega a un acuerdo con los nativos y propone su veneración como verdadera
autoridad del pueblo.