Nació en Betsaida (región de
Galile) y tuvo el honor y el privilegio de haber sido el primer discípulo que
tuvo Jesús, junto con San Juan el evangelista. Los dos eran discípulos de Juan
Bautista, y este al ver pasar a Jesús (cuando volvía el desierto después de su
ayuno y sus tentaciones) exclamó: "He ahí el cordero de Dios". Andrés
se emocionó al oír semejante elogio y se fue detrás de Jesús, Jesús se volvió y
les dijo: "¿Qué buscan?". Ellos le dijeron: "Señor: ¿dónde
vives?". Jesús les respondió: "Venga y verán". Y se fueron y
pasaron con Él aquella tarde. Esa llamada cambió su vida para siempre. San
Andrés se fue luego donde su hermano Simón y le dijo: "Hemos encontrado al
Salvador del mundo" y lo llevó a donde Jesús quien encontró en el gran San
Pedro a un entrañable amigo y al fundador de su Iglesia.
El día del milagro de la multiplicación de los
panes, fue San Andrés el que llevó a Jesús el muchacho que tenía los cinco
panes. El santo presenció la mayoría de los milagros que hizo Jesús y escuchó,
uno por uno, sus maravillosos sermones, viviendo junto a él por tres años. En
el día de Pentecostés, San Andrés recibió junto con la Virgen María y los
demás Apóstoles, al Espíritu Santo en forma de lenguas de fuego, y en adelante
se dedicó a predicar el evangelio con gran valentía y obrando milagros y
prodigios.
La tradición coloca su
martirio el 30 de noviembre del año 63, bajo el imperio de Nerón.