Hermanos: comenzamos
hoy la novena a nuestra Santísima Virgen María, nuestra Madre del cielo, la Inmaculada , la Bendita entre todas las mujeres. Dispongamos nuestras
mentes y corazones a su entrega sin límites ni condiciones. Aprendamos de ella
la obediencia, la templanza, la misericordia, la dulzura y el amor a las cosas
de Dios. Pidámosle que aumente y sostenga nuestra fe en estos tiempos de tribulaciones y tentaciones.
Oración
inicial
¡Virgen Santísima, que
agradaste al Señor y fuiste su Madre; inmaculada en el cuerpo, en el alma, en
la fe y en el amor! Por piedad, vuelve benigna los ojos a los fieles que
imploran tu poderoso patrocinio. La maligna serpiente, contra quien fue lanzada
la primera maldición, sigue combatiendo con furor y tentando a los hijos de
Eva. ¡Ea, bendita Madre, nuestra Reina y Abogada, que desde el primer instante
de tu concepción quebrantaste la cabeza del enemigo! Acoge las súplicas de los
que, unidos a ti en un solo corazón, te pedimos las presentes ante el trono del
Altísimo para que no caigamos nunca en las emboscadas que se nos preparan; para
que todos lleguemos al puerto de salvación, y, entre tantos peligros, la Iglesia y la sociedad
canten de nuevo el himno del rescate, de la victoria y de la paz. Amén.
Cita
bíblica:
“¡Alégrate!, llena de
gracias, el Señor está contigo” (Lc.
1, 28.)
María estaba llena de
la Gracia de
Dios para poder decir sí, libremente, a la misión que le había sido
encomendada.
María es Inmaculada
desde su concepción. Dios la eligió y la preservó del pecado original y de toda
mancha a lo largo de su vida.
Pidamos a Nuestra
Madre que nos enseñe a vivir en la
Gracia de Dios para que sea Él quien ilumine nuestros
pensamientos, palabras y acciones.
A
cada intención respondemos: “¡Que tu Madre, Señor,
interceda por nosotros!”
- Salvador del mundo, que con la
eficacia de tu redención preservaste a tu Madre de toda mancha de pecado,
líbranos a nosotros de toda culpa. Oremos.
- Redentor nuestro que hiciste de la Virgen María tabernáculo
purísimo de tu presencia y sagrario del espíritu Santo, haz también de nosotros
templos de tu espíritu. Oremos.
- Verbo eterno del Padre, que
enseñaste a María el temple del Espíritu, ayúdanos a imitarla y a buscar el
alimento de la vida eterna . Oremos.
- Rey de reyes, que elevaste contigo
al cielo en cuerpo y alma a tu Madre, haz que aspiremos siempre a los bienes
del cielo. Oremos.
***
Ave María ***
Oración
Final
Inmaculada Madre de
Dios, Reina de los cielos, Madre de misericordia, abogada y refugio de los
pecadores: he aquí que yo, iluminado y movido por las gracias que vuestra
maternal benevolencia abundantemente me ha obtenido del Tesoro Divino, propongo
poner mi corazón ahora y siempre en vuestras manos para que sea consagrado a
Jesús.
Ave
María Purísima… Sin pecado concebida.
Ave
María Purísima… Sin pecado concebida.
Ave
María Purísima…. Sin pecado concebida
Alumbrantes de la Novena: Grupo de Oración "Jesús de la Divina Misericordia"