viernes, 30 de noviembre de 2012

SEGUNDO DÍA DE NOVENA A LA "INMACULADA CONCEPCIÓN DE MARÍA"


Hermanos en este segundo día de oraciones, nuestra Santísima Madre nos reúne como pueblo creyente de Dios que  acude a Ti en auxilio de nuestras necesidades.

  
Oración inicial


         ¡Virgen Santísima, que agradaste al Señor y fuiste su Madre; inmaculada en el cuerpo, en el alma, en la fe y en el amor! Por piedad, vuelve benigna los ojos a los fieles que imploran tu poderoso patrocinio. La maligna serpiente, contra quien fue lanzada la primera maldición, sigue combatiendo con furor y tentando a los hijos de Eva. ¡Ea, bendita Madre, nuestra Reina y Abogada, que desde el primer instante de tu concepción quebrantaste la cabeza del enemigo! Acoge las súplicas de los que, unidos a ti en un solo corazón, te pedimos las presentes ante el trono del Altísimo para que no caigamos nunca en las emboscadas que se nos preparan; para que todos lleguemos al puerto de salvación, y, entre tantos peligros, la Iglesia y la sociedad canten de nuevo el himno del rescate, de la victoria y de la paz. Amén.

 
Cita bíblica:


“No hay nada imposible para Dios” (Lc. 1, 37)

 

María fue obediente a la voluntad de Dios durante toda su vida, segura de que para Él nada es imposible.

Ella, aceptando el designio del Señor, se entregó a sí misma por entero a la persona de Jesús y a su obra de salvación.

Roguemos a Dios que, por intercesión de nuestra Madre, aumente nuestra Fe para poder abandonarnos a su Amor y Misericordia.

 

  A cada intención respondemos: “Madre, Ruega por nosotros”

 
- Te pedimos por la Iglesia católica, los obispos y sacerdotes, para que sean fieles a los mandatos que dejó Jesucristo. Oremos.

- Por todos los fieles que conforman la Iglesia católica, para que den ejemplo de vida y santidad, a imagen y semejanza de Jesucristo nuestro Señor. Oremos.

- Santa Madre, queremos pedirte por todos los que han perdido la esperanza y arrastran una vida sin fe ni ilusiones. Oremos.

 

       ***  Ave María   ***


Oración Final


Inmaculada Madre de Dios, Reina de los cielos, Madre de misericordia, abogada y refugio de los pecadores: he aquí que yo, iluminado y movido por las gracias que vuestra maternal benevolencia abundantemente me ha obtenido del Tesoro Divino, propongo poner mi corazón ahora y siempre en vuestras manos para que sea consagrado a Jesús.
A Vos, oh Virgen santísima, lo entrego, en presencia de los nueve coros de los ángeles y de todos los santos; Vos, en mi nombre, consagradlo a Jesús; y por la filial confianza que os tengo, estoy seguro de que haréis ahora y siempre que mi corazón sea enteramente de Jesús, imitando perfectamente a los santos, especialmente a San José, vuestro purísimo esposo. Amén.
 
Ave María Purísima… Sin pecado concebida.
Ave María Purísima… Sin pecado concebida.
Ave María Purísima…. Sin pecado concebida
 

 

Alumbrantes de la Novena: Apostolado de la Oración “Sagrado Corazón de Jesús”