Hermanos en este
segundo día de oraciones, nuestra Santísima Madre nos reúne como pueblo creyente
de Dios que acude a Ti en auxilio de
nuestras necesidades.
¡Virgen Santísima, que agradaste al
Señor y fuiste su Madre; inmaculada en el cuerpo, en el alma, en la fe y en el
amor! Por piedad, vuelve benigna los ojos a los fieles que imploran tu poderoso
patrocinio. La maligna serpiente, contra quien fue lanzada la primera
maldición, sigue combatiendo con furor y tentando a los hijos de Eva. ¡Ea,
bendita Madre, nuestra Reina y Abogada, que desde el primer instante de tu concepción
quebrantaste la cabeza del enemigo! Acoge las súplicas de los que, unidos a ti
en un solo corazón, te pedimos las presentes ante el trono del Altísimo para
que no caigamos nunca en las emboscadas que se nos preparan; para que todos
lleguemos al puerto de salvación, y, entre tantos peligros, la Iglesia y la sociedad
canten de nuevo el himno del rescate, de la victoria y de la paz. Amén.
Cita bíblica:
“No hay nada imposible para
Dios”
(Lc. 1, 37)
María fue obediente a
la voluntad de Dios durante toda su vida, segura de que para Él nada es
imposible.
Ella, aceptando el
designio del Señor, se entregó a sí misma por entero a la persona de Jesús y a
su obra de salvación.
Roguemos a Dios que,
por intercesión de nuestra Madre, aumente nuestra Fe para poder abandonarnos a
su Amor y Misericordia.
A cada intención respondemos: “Madre, Ruega por nosotros”
- Te pedimos por la Iglesia católica, los
obispos y sacerdotes, para que sean fieles a los mandatos que dejó Jesucristo.
Oremos.
- Por todos los fieles que conforman la Iglesia católica, para que
den ejemplo de vida y santidad, a imagen y semejanza de Jesucristo nuestro
Señor. Oremos.
- Santa Madre, queremos pedirte por todos los
que han perdido la esperanza y arrastran una vida sin fe ni ilusiones. Oremos.
***
Ave María ***
Oración
Final
Inmaculada Madre de
Dios, Reina de los cielos, Madre de misericordia, abogada y refugio de los
pecadores: he aquí que yo, iluminado y movido por las gracias que vuestra
maternal benevolencia abundantemente me ha obtenido del Tesoro Divino, propongo
poner mi corazón ahora y siempre en vuestras manos para que sea consagrado a
Jesús.
A Vos, oh Virgen
santísima, lo entrego, en presencia de los nueve coros de los ángeles y de
todos los santos; Vos, en mi nombre, consagradlo a Jesús; y por la filial
confianza que os tengo, estoy seguro de que haréis ahora y siempre que mi
corazón sea enteramente de Jesús, imitando perfectamente a los santos,
especialmente a San José, vuestro purísimo esposo. Amén.
Ave
María Purísima… Sin pecado concebida.
Ave
María Purísima… Sin pecado concebida.
Ave
María Purísima…. Sin pecado concebida
Alumbrantes de la
Novena: Apostolado de la Oración “Sagrado Corazón de Jesús”