El amor activo al prójimo es, como el mismo Jesús dice, lo que glorifica a la Divina Misericordia. Es por elo que la práctica de las obras de misericordia es esencial en esta devoción y condición para recibir las gracias, al igual que la confianza. Practicar la misericordia no es un consejo sino un deber para cada creyente y en particular para los que desean ser devotos y apóstoles de la Divina Misericordia. Jesús dijo a Santa Faustina: "Exijo de ti obras de misericordia que deben surgir del amor hacia Mí. Debes mostrar misericordia al prójimo siempre y en todas partes. No puedes dejar de hacerlo, ni excusarte ni justificarte. Te doy tres formas de ejercer misericordia con el prójimo: la primera, la acción, la segunda, la palabra; la tercera, la oración. En estas tres formas está contenida la plenitud de la misericordia y es el testimonio irrefutable del amor haci Mí" (Diario 742)