La Iglesia celebra el
nacimiento de San Juan Bautista porque fue
santificado en el vientre de su madre cuando la Virgen María, embarazada de
Jesús, visita a su prima Isabel, según el Evangelio.
Esta fiesta conmemora el
nacimiento "terrenal" del Precursor, ya que es motivo de mucha
alegría, para todos los hombres, tener a quien corre delante para anunciar y
preparar la próxima llegada del Mesías.
Isabel, la prima de la Virgen
María estaba casada con Zacarías, quien era sacerdote, servía a Dios en el
templo y esperaba la llegada del Mesías que Dios había prometido a Abraham. No
habían tenido hijos, pero no se cansaban de pedírselo al Señor. Vivían de
acuerdo con la ley de Dios.
Un día, un ángel del Señor se
le apareció a Zacarías y le anunció que
iban a tener un hijo muy especial, pero Zacarías dudó y le preguntó que cómo
sería posible esto si él e Isabel ya eran viejos. Entonces el ángel le contestó
que, por haber dudado, se quedaría mudo hasta que todo esto sucediera.
La Virgen María, al enterarse
de la noticia del embarazo de Isabel, fue a visitarla. Y en el momento en que
Isabel oyó el saludo de María, el niño saltó de júbilo en su vientre. Éste es
uno de los muchos gestos de delicadeza, de servicio y de amor que tiene la
Virgen María para con los demás. Antes de pensar en ella misma, también
embarazada, pensó en ir a ayudar a su prima Isabel.
El ángel había encargado a
Zacarías ponerle por nombre Juan. Con el nacimiento de Juan, Zacarías recupera
su voz y lo primero que dice es: "Bendito el Señor, Dios de Israel".
Juan creció muy cerca de Dios.
Cuando llegó el momento, anunció la venida del Salvador, predicando el
arrepentimiento y la conversión y bautizando en el río Jordán.