sábado, 8 de junio de 2013

El Inmaculado Corazón de María



María, Madre de Jesús y nuestra, nos señala hoy su Inmaculado Corazón. Un corazón que arde de amor divino, que rodeado de rosas blancas nos muestra su pureza total y que atravesado por una espada nos invita a vivir el sendero del dolor-alegría.

Al celebrar el Inmaculado Corazón de María, nos unimos al Sagrado Corazón de Jesús, porque es ella quien nos dirige a su Hijo. Por eso, en la liturgia, se celebran ambas fiestas de manera consecutiva, viernes y sábado respectivamente, en la semana siguiente al domingo del Corpus Christi.

Santa María, Mediadora de todas las gracias, nos invita a confiar en su amor maternal, a dirigir nuestras plegarias pidiéndole a su Inmaculado Corazón que nos ayude a conformarnos con su Hijo Jesús.

Ella, quien atesoraba y meditaba todos los signos de Dios en su Corazón, nos llama a esforzarnos por conocer nuestro propio corazón, es decir la realidad profunda de nuestro ser, aquel misterioso núcleo donde encontramos la huella divina que exige el encuentro pleno con Dios Amor.