¡Ven y caminemos a la luz del Señor! (Isaías 2,5)
Mis queridos hermanos
Siempre es un motivo de gran alegría escribirles para ponernos en comunicación. Especialmente cuando la ocasión es tan importante como ésta: Estamos a las puertas del Adviento, el tiempo litúrgico que prepara nuestro corazón para la venida del Señor a nuestro corazón, a nuestras familias y comunidades, a nuestro Pueblo.
Quiero animarlos a vivir el Adviento como una gran oportunidad para crecer en la fe, para madurarla a la luz de la Encarnación del Hijo de Dios que asume nuestra condición y nuestra historia para darnos vida y hacernos plenamente hijos. Es tiempo pues de renovar ahora mismo nuestro encuentro personal con Jesucristo o al menos, de tomar la decisión de dejarnos encontrar por Él, de intentarlo cada día sin descanso (cfr. nro. 3 de la Exhortación del Papa Francisco “La alegría del Evangelio”).
En Adviento nuestro corazón se vuelve a las promesas de Dios que nunca nos defrauda, que siempre va más allá de nuestros límites y posibilidades, que conoce los deseos más hondos de nuestro corazón y busca nuestro bien. Puesta nuestra esperanza y nuestra mirada en Jesús, el Salvador, nos reconocemos necesitados de su gracia, de su luz, de su misericordia. Esperamos a quien ya ha venido en nuestra carne, a quien ya nos ha visitado en la pequeñez de nuestra condición para llamarnos a su misma vida. Sabemos que nuestra esperanza no se verá defraudada. Y esto nos da paz. Y también nos compromete aún más con su Reino, con sus enseñanzas, con nuestra cercanía real a los pobres y pequeños.
Es tiempo de ponerse en camino, de preparar el corazón, de poner todos los medios de nuestra parte para vivir en plenitud este tiempo de Adviento: Profundizar nuestra meditación de la Palabra de Dios, en forma personal y comunitaria, acercarnos al sacramento del perdón para sanar las heridas del camino, animarnos a perdonar a quienes nos han ofendido y a pedir el perdón de quienes hemos lastimado con nuestros propios errores, comprometernos decididamente para ayudar y estar presentes en las vidas de quienes nos necesitan, nos ayudará a llegar a la Navidad y encontrarnos con Cristo, el Señor. “Llegamos a ser plenamente humanos cuando somos más que humanos, cuando le permitimos a Dios que nos lleve más allá de nosotros mismos para alcanzar nuestro ser más verdadero.” (Exhortación del Papa Francisco “La alegría del Evangelio”, nro. 8).
En el camino hacia la Navidad los invito entonces a dejarse alcanzar por Cristo, el Señor que viene. Nos trae la certeza de su Reino presente entre nosotros y se hace disponible para quien lo quiere recibir. Nos acerca la alegría de su entrega para crecer en confianza y en paz porque tendremos la experiencia honda de reconocer a Dios entre nosotros. Camina los senderos difíciles de nuestra propia historia para hacernos trascender nuestros límites, dolores e incapacidades y unirnos fuertemente a Él y a los hermanos.
Tiempo de Adviento, tiempo de alegría: Dios es fiel. Salgamos a su encuentro para poderlo hallar cuando nos hable, cuando nos parta el Pan, cuando vuelva a nacer en el humilde pesebre de Belén…
Los abrazo y bendigo en el Señor Jesús, nuestro Niño Alcalde que viene.
La Rioja, 29 de noviembre de 2013.
+ Marcelo Daniel Colombo, Padre Obispo de La Rioja