martes, 1 de noviembre de 2011

SOLEMNIDAD DE TODOS LOS SANTOS


Todos los bautizados, somos santos desde el bautismo.
El Señor, no hizo Santos en la Pila Bautismal y estamos llamados a la Santidad, desde ese mismo momento y para toda la vida, desde lo simple de nuestras vidas, allí donde nos toque actuar. En la casa, en la oficina, en el barrio, en la comunidad: como amas de casa, gobernantes, doctores, ingenieros, estudiantes, albañiles, sacerdotes, religiosas, misioneros, en fin, en cada lugar y desde cada profesión, que el Señor, nos llame a vivir y obrar.
Nosotros aceptamos ese desafío de ser fieles al Espíritu Santo y transmitir a Dios en obras, palabras y acciones concretas, cumpliendo con nuestra misión de profetas, misión que nos fuera encomendada desde nuestro Bautismo.
Que es la santidad?: Es un llamado de Dios a vivir de una manera particular el sentido de la vida.
En el dolor, en la soledad, en el estudio, en la tristeza, en la enfermedad, la santidad es un llamado.
La santidad está al alcance de la mano de aquel que quiera seguir a Jesús y reflejar su vida.
La santidad no se logra porque ingrese a un convento o un seminario. Hay ejemplos de santidad en el mercado, en la carnicería, en la peluquería, etc.
No es mérito nuestro, es un Don de Dios, que nos capacita para el servicio.
La santidad la logramos en la medida que tomemos nuestra profesión como servicio, en nuestro consultorio médico, en el estudio jurídico, en nuestro comercio, en la escuela, etc.
Jesús, en el Evangelio de hoy, nos habla de las bienaventuranzas. La palabra bienaventuranza significa Feliz. Es decir que la santidad es un llamado a ser Feliz.
La Felicidad no es la que nos ofrece el mundo, la Felicidad a la que nos llama Jesús, radica en dar sentido a la vida que nos toque vivir, por eso, hay santos analfabetos, jóvenes, niños, ricos, pobres, santos que vivieron en la simpleza del campo, sirviendo en las obras más denigrantes, etc., y que fueron felices, a pesar de haberse esforzado y sufrido, porque la vida de ellos tuvo sentido.
Las angustias, renuncias, dolores, enfermedades, son tenidas en cuenta por el Padre y hay una recompensa. Tienen sentido. Lo que nos toca vivir: alegría, dolor, cruz, gozo, pérdida de nuestros seres queridos, cansancio, rutina, esfuerzos por ser fieles y perseverar, aún en las noches oscuras y de desierto, todo eso, tiene sentido y es tenido en cuenta por el Padre.
En los santos se refleja la misma vida de Cristo. Nuestra vida tiene sentido cuando entendemos que todo lo que hoy y aquí vivimos, es recompensado por el Padre.
La vida de San Martín de Pores, San Agustín, Santa Mónica, San Pablo, San José, San Nicolás de Bari, Santa Gianna, la vida de todos los santos fue una vida feliz, por el sentido de esas vidas.
La memoria de todos los Santos, redunda en beneficio nuestro. Hace nacer en nosotros el deseo imitar la vida de ese Santo, de que Jesús se manifieste en nosotros, y que nosotros lo manifestemos a Cristo través de nuestra vida de santidad.
El Amor de Dios, tres veces Santo, se hace presente,a través de todos los Santos que interceden por nosotros, y nos invita a imitar la vida de santidad de ellos. Y nuestro Amor a Dios, se manifiesta en la forma de obrar con los hermanos que nos necesitan, cada vez que convertimos en amor, las enseñanzas de Jesús: tuve hambre y me diste de comer, estuve preso y me visitaste, estaba desnudo y me vestiste.
No solo debemos rezarle al Santo de nuestra devoción, asistir a sus novenas, procesiones, o elegir sus nombres para nuestros hijos, sino también, conocer la vida de esos santos, pedirle a ellos que nos ayuden a ser el reflejo de esas vidas, en el servicio de cada día, contagiando y dando testimonio de la santidad.
A nuestro Amado, San Martín de Porres, le pedimos que nos ayude a crecer en la humildad, la caridad y el servicio, que podamos descubrir y a amar a Jesús en cada hermano, haciéndolo presente a nuestro Señor con nuestra vida, allí, donde nos toque estar.
Hermanos Queridos, debemos tener presente, que la santidad es un llamado para vivirla hoy, aquí en la tierra y que nadie, está excluido de esa invitación, que nuestro Padre Amoroso y Misericordioso, nos hace.

“San Martín de Porres, que tu santidad,
Nos ayude a respetar y amar la vida”

Invocamos a todos los Santos y Santas de Dios, que reinan con Cristo en el Cielo, pidiendo su intercesión, para que le lleven a Nuestro Señor, todas las intenciones que guardamos en lo más profundo del corazón.
A cada invocación decimos: ¡Ruega Por Nosotros!
San Martín de Porres,
San Nicolás de Bari,
Santa Mónica,
San Expedito,
San Agustín,
Santa Ana,
San José,
San Pantaleón,
Santa Rita,
Santo Cura de Ars,
Santa Gianna,
San Francisco de Asís,
Santa Cecilia,
San Francisco Solano,
Santa Lucía,(Podemos agregar el Santo de nuestra devoción)
Todos los Santos y Santas de Dios
¡Rueguen por nosotros y por el mundo entero!