miércoles, 2 de noviembre de 2011

CONCEPCIÓN Y ABORTO

Catequesis compartida con los fieles, antes de la celebración de la Santa Misa, durante la Novena de nuestro Santo Patrono "San Martín de Porres"

Salmo 127, 3

“Los hijos son un regalo del Señor, el fruto del vientre es una recompensa”

Jr. 1, 5

Antes de haberte formado yo en el seno materno, te conocía, y antes que nacieses te tenía consagrado.

Salmo 139, 15

Y mis huesos no se te ocultaban, cuando era yo hecho en lo secreto, tejido en las honduras de la tierra.

La concepción es el comienzo del embarazo, cuando se realizó la unión celular del hombre y la mujer.

La autoridad de concebir, Dios se la dio a los hombres ya que Él, por su condición divina no podía hacerlo; El, los bendijo diciéndoles: “sean fecundos, multiplíquense, llenen la Tierra y sométanla” Gn. 1, 28.

El Catecismo de la Iglesia Católica enseña que la persona humana dotada de un alma espiritual, es la única criatura de la Tierra a la que Dios a amado por si misma desde la concepción hasta la vida eterna (1703).

La vida humana es sagrada desde su inicio, es fruto de la acción creadora de Dios. NADIE en ninguna circunstancia puede atribuirse el derecho de quitar la vida a un ser inocente (2258).

La cooperación formal a un aborto constituye una falta grave y un pecado mortal.

2270 La vida humana debe ser respetada y protegida de manera absoluta desde el momento de la concepción. Desde el primer momento de sus existencia, el ser humano debe ver reconocidos sus derechos de persona, entre los cuales está el derecho inviolable de todo inocente a la vida.

2271 Desde el siglo primero, la Iglesia ha a firmado la malicia moral de todo aborto provocado. Esta enseñanza no ha cambiado; permanece invariable. El aborto directo, es decir, querido como un fin o como un medio, es gravemente contrario a la ley moral. No matará el embrión mediante el aborto, no darás muerte al recién nacido. Dios, Señor de la vida, ha confiado a los hombres la excelsa misión de conservar la vida, misión que debe cumplir de modo digno el hombre. Por consiguiente, se ha de proteger la vida con el máximo cuidado desde la concepción; tanto el aborto como el infanticidio son crímenes abominables.

2272 La cooperación formal a un aborto constituye una falta grave. La Iglesia sanciona con pena canónica de excomunión este delito contra la vida humana. “Quien procura el aborto, si éste se produce, incurre en excomunión latae sententiae, es decir, “de modo que incurre ipso facto en ella quien comete el delito”, en las condiciones previstas por el Derecho. Con esto la Iglesia no pretende restringir el ámbito de la misericordia; lo que hace es manifestar la gravedad del crimen cometido, el daño irreparable causado al inocente a quien se da muerte, a sus padres y a toda la sociedad.

La Iglesia propone:

- El No Nacido debe ser tratado como un apersona desde su concepción.

- El embrión deberá ser defendido en su integridad, cuidado y atendido médicamente en la medida de lo posible como todo ser humano (2274).


"San Martín de Porres, que tu Santidad,

nos ayude a defender y amar la vida"