sábado, 13 de abril de 2013

"La Madrecita del Valle" - Nuestra Señora del Valle: Memoria Obligatoria




NUESTRA SEÑORA DEL VALLE
Sábado 13 de Abril – Memoria Obligatoria

Cerca de 1542, los españoles comenzaron a civilizar el Valle de Catamarca, donde se fueron estableciendo sacerdotes y pobladores católicos, empeñados en hacer apostolado con los indios de la región, los calchaquíes.
Poco después de convertidos, éstos comenzaron a venerar una imagen de Nuestra Señora que se encontraba en la gruta de Ambato, cerca del poblado de Choya. Era una imagen de mármol, de 42 centímetros de altura, que representaba la Inmaculada Concepción.
Los españoles tomaron conocimiento de la existencia de la imagen en 1630 cuando uno de los indios comunicó el hecho a Don Manuel de Salazar, administrador del Valle y defensor de los indígenas. Este caballero, buen cristiano y de origen noble, fue a verificar la veracidad del hecho, pues temía que los indios estuviesen adorando algún ídolo. Al confirmar que no había nada de pagano en aquella devoción, intentó convencer a los indios que llevasen la imagen a la ciudad de los españoles. Pero los indios, para impedirlo, llegaron hasta a montar guardia delante de la imagen. Finalmente, al ver que la imagen sonreía y reflejaba una luz en la mirada, consintieron en el traslado. Fue llevada a un altar en la casa del propio Salazar, de donde varias veces huyó a la primitiva gruta hasta que le fue edificada una iglesia.

Disgusto de Nuestra Señora con la apostasía de los indios

Lamentablemente, los calchaquíes se apartaron de la Fe y se transformaron en una de las más terribles tribus enemigas de la civilización católica en la región. La imagen de Nuestra Señora comenzó a desaparecer de la iglesia, pero esta vez para mostrarles a los indios su disgusto con la apostasía.
Los documentos de época dan testimonio de que los más aterradores combates de la rebelión indígena coinciden con nuevas desapariciones de la imagen, la cual retornaba a la iglesia con el manto lleno de polvo, salpicado de barro, con pequeñas hojas y la fisonomía ruborizada.
Fue especialmente notoria la aparición de Nuestra Señora a los indígenas en 1658 durante el ataque a la ciudad del Valle Viejo y al fuerte San Bernardo. Diez años después, algunos indios prisioneros, llevados a la iglesia donde se encontraba la imagen, comenzaron a gritar asustados pues reconocieron en ella a la “guerrera que vimos en muchas batallas”.