Ven, Espíritu Santo, lléname. Te necesito, ven. Tú mismo has puesto sed de Ti en el fondo de mi ser y mi corazón clama con tu propia sed, con tu propio grito.
Ven, Espíritu Santo, y llena todos los espacios de mi vida, porque necesito que todo lo mío esté poseído por tu presencia. Ven y hazme saber de Ti, gozar de Ti, gustar de Ti, vivir en Ti.
Invade mi alma y hazme reposar en los brazos de Jesús, hazme descansar en su amor y átame a él con tus lazos amorosos, para que ya no escape de ese amor bendito.
Sopla suavemente en mí, invade mi mente, mi cuerpo, todo mi ser. Y toca todos mis recuerdos sanándolos. Ahora quiero recordar mi historia en tu presencia, porque deseo que toda mi vida esté bajo tu luz.
Mira los momentos de mi infancia en que sentí un rechazo de los demás, porque percibí que no era como los demás deseaban que fuera. Toca los primeros años de mi vida, los momentos en que recibí agresiones físicas o psíquicas, cuando me hicieron sentir que yo valía poco, que no servía para nada, cuando no valoraban mis esfuerzos, o me interpretaban mal, cuando me hacían sentir que era una carga.
Toca los recuerdos de mi vida familiar, cuando presencié discusiones y peleas entre mis seres queridos, y no podía hacer nada para asumirlos.
Sana también la memoria de mi piel, porque a veces abusaron de mi sexualidad.
Sana también los recuerdos de la enfermedad o la muerte de algunos seres queridos.
Pasa por los años de mi adolescencia en que comencé a experimentar mi madurez sexual, y eso me causaba confusión, miedos e inseguridades, y tuve malas experiencias afectivas, y fui despreciado.
Pasa también por los momentos en que pequé, porque los recuerdos de esos pecados a veces me lastiman, me hacen sentir una porquería. Y sana esos recuerdos, porque, en ocasiones, siento el deseo de volver a caer en los mismos pecados. Libérame de la influencia de esos recuerdos para que sólo me atraiga lo que a Ti te agrade.
Como un manso manantial de frescura sana mi ser, Espíritu Santo, y pasa con el don de tu paz por los recuerdos de mi cuerpo y de mi corazón a causa de accidentes, fracasos, angustias, desilusiones, engaños.
Quiero entregar a Jesús todo lo que me lastimó, quiero regalárselo a Él, que tanto sufrió por mí. Acepto haber vivido esos dolores por amor a Jesús, y se lo entrego para siempre. Amén
Oración extraída del Libro: “Oraciones para sanar desde adentro”, del padre Victor Manuel Fernández