lunes, 20 de mayo de 2013

Culminado el Tiempo Pascual, volvemos a rezar el Ángelus



Tres veces al día -al amanecer, al mediodía y al anochecer-, los cristianos estamos invitados a elevar al cielo la sublime plegaria del Ángelus para saludar a María y recordarle la escena más grandiosa de su vida: la anunciación del ángel en Nazareth y el misterio de la Encarnación del Verbo en sus virginales entrañas: “El ángel del Señor anunció a María, y concibió del Espíritu Santo...” 



El Ángelus sufrió un lento proceso evolutivo hasta alcanzar su forma definitiva tal como lo rezamos hoy. El primer documento conocido en el que encontramos el Ángelus en su forma actual, con indulgencia concedida por el Papa Paulo III, en un catecismo impreso en Venecia en 1560.

En 1571, San Pío V inserta el Ángelus en un Oficio Parvo de la Virgen aprobado por él.

Benedicto XIII, el 14 de septiembre de 1724, con el breve Iniunctae nobis, concedía cien días de indulgencia por cada vez que se rezara y una plenaria al mes al que lo rezase diariamente de rodillas por la mañana, a mediodía y por la tarde al toque de las campanas.

Benedicto XIV estableció el 20 de abril de 1742 que durante el tiempo pascual se sustituyese el Ángelus por la antífona: Reginal Coeli. 

Finalmente, Pío VII en 1815, añadió al Ángelus tres “Gloria al Padre...” en acción de gracias por los dones copiosamente otorgados por la Santísima Trinidad a la Virgen, particularmente por su gloriosa Asunción a los cielos.

Forma de Rezar el Ángelus



El ángel del Señor anunció a María.
Y concibió del Espíritu Santo.

Ave María.

He aquí la esclava del Señor.
Hágase en mí, según tu palabra.

Ave María.

Y el verbo se hizo carne.
Y habitó entre nosotros.

Ave María.

Oremos:

Te pedimos, Señor, infundas tu gracia en nuestras mentes, para que los que hemos conocido por el mensaje del ángel el misterio de la encarnación de tu Hijo, seamos conducidos a la gloria de la resurrección, por los méritos de su cruz y pasión. Por el mismo Cristo nuestro Señor.
Amén.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
(tres veces)