La
semana santa, la semana mayor de los cristianos, es una de esas ocasiones en la
que celebramos el Amor de Dios por todos los hombres. Nos tomamos una semana
para dedicarnos a acompañar a Jesús en la culminación de su vida, es decir, su
Pasión, Muerte y Resurrección.
Es
una semana de contemplación y silencio, de oración y conversión, de ayuno
siendo su fruto la limosna, es decir, compartir con mi hermano lo que tengo.
Es
un tiempo para acercarnos a Jesús, para volver a Dios y renovar nuestra vida y
nuestra fe.
Pidamos
juntos la gracia de que esta no sea una semana santa más, sino que Jesús nos
encuentre con un corazón sinceramente preparado para resucitar con Él!
DOMINGO DE RAMOS: ¿Qué celebramos?
Cuando
Jesús llegaba a Jerusalén para celebrar la Pascua, les pidió a sus discípulos
traer un burrito y lo montó. Al entrar en Jerusalén, la gente tendía sus mantos
por el camino y otros cortaban ramas alfombrando su paso, tal como
acostumbraban saludar a los reyes. La gente gritaba:
¡Hosanna
en las alturas!"
"Bendito
el que viene en el nombre del Señor"
Esta
fue la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén.
Con
el Domingo de Ramos inicia la Semana Santa, la Semana Mayor. Continuamos en Cuaresma, que culmina el Jueves Santo, antes de la Santa Cena del Señor.
La
Misa comienza con la bendición de los ramos, luego se realiza la procesión con
los ramos bendecidos –que nos recuerda la entrada de Jesús en Jerusalén- y la
liturgia de la palabra evoca la Pasión del Señor en el Evangelio según San
Marcos.
La entrada de Jesús en Jerusalén –
Procesión y Aclamación con los ramos
Jesús
es reconocido como rey; por eso alfombraban el camino con sus mantos para que
El pasara. Mateo y Marcos nos dicen también que lo recibieron aclamándolo con
ramos, y ese era el modo tradicional de recibir a un rey en su entrada triunfal
a una ciudad. ¡Hosanna al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en nombre del
Señor!. Con esta exclamación lo recibió toda la gente; también nosotros nos
unimos a este saludo. El grito “hosanna” era una aclamación del Salmo 118, un
salmo muy popular que se cantaba en la fiesta de las chozas.
Debemos
conmemorarla con una procesión, en la cual los cristianos, imitamos, las
aclamaciones y los gestos que hicieron aquellos hermanos que salieron al
encuentro del Señor.
El sacerdote y los ministros preceden la procesión, en
tanto que los cristianos con nuestros ramos en las manos, aclamamos a Cristo
como el Rey de nuestras vida!
La procesión que realizamos durante la celebración es un modo de
expresar, en comunidad, la fe en Cristo Jesús, nuestro Salvador, el Enviado del
Padre, el Hijo de Dios. Llevamos en las manos los ramos como signo de la paz y
la esperanza que queremos compartir con todos los hombres. Porque sabemos que
siguiendo a Jesús y pasando nuestra propia pasión y muerte, viviremos la resurrección
definitiva junto a Dios, nuestro Padre.
¿Por qué utilizamos ramo de olivo?
El
olivo es un árbol típico de la región donde vivió Jesús. Por eso los habitantes
de Jerusalén salieron a festejar la llegada de Jesús llevando ramos de este
árbol, como cuando nosotros agitamos banderas o pañuelos. En la Biblia, el
olivo aparece muchas veces como símbolo de paz y amistad o Alianza de Dios con
los hombres.
Qué hacemos con el ramito de olivo
bendecido?
Los
ramos bendecidos los llevamos a nuestra casa como signo de la bendición de
Dios, de su protección y su ayuda. Los colocamos en el Crucifijo o en un cuadro
religioso. Es un hermoso gesto dárselos a los familiares, vecinos, amigos o
compañeros de trabajo, como muestra de amistad, deseo de paz, esperanza y
conversión.
El olivo bendito es un sacramental, es decir,
nos recuerda algo sagrado. No es un amuleto! Nos ayudará a recordar que hemos
acompañado y aclamado a Jesús como el Rey de nuestras vidas, como nuestro único
Señor, y nos debe animar a seguirlo durante todo el año. Para el año que viene,
antes de la cuaresma, llevemos nuestros ramos de olivo a la iglesia, ya que con
esos ramitos, se realizan las cenizas que nos impondrán el miércoles de
cenizas.
Debe recordarnos a lo largo del año, que nosotros reconocimos a Jesús
como el Rey de nuestras vidas, y nuestro compromiso de seguirlo, de seguir su
camino, imitando su vida, haciendo lo que Él nos pide!
La proclamación de la Pasión en la Santa
Misa
El
sentido profundo de los textos que se leen en la celebración es abrirnos
espiritualmente a la Semana Santa que comienza reconociendo a Jesús como el Rey
Salvador. Él es quien debe tener domino sobre nuestras vidas. Jesús debe
reinar, debe ejercer su señorío, para que no nos domine el poder del pecado, el
odio, el miedo, la injusticia, la tristeza. En la celebración de hoy, se
mezclan la alegría y el dolor, a la euforia del inicio sigue el drama del
relato de la Pasión. La Alegría por la entrada triunfal de Jesús a Jerusalén y
el Dolor porque la lectura de la Pasión nos enfrenta con el sufrimiento y la
entrega de Cristo.
Se
aconseja que se mantenga la tradición en el modo de cantarla o leerla, es
decir, que sean tres las personas que hagan las veces de Cristo, del cronista y
del sanedrín. La Pasión ha de ser proclamada por diáconos o presbíteros, o, en
su defecto, por lectores, reservándose la parte correspondiente a Cristo para
el sacerdote. Para la proclamación de la Pasión no se llevan ni luces, ni
incienso, ni se hace al principio saludo al pueblo como de ordinario para el
Evangelio, ni se signa el libro. Tan sólo los diáconos piden la bendición al
sacerdote.
Color Litúrgico del Domingo de Ramos
Si bien continuamos en Cuaresma, y el color litúrgico es el morado, el Domingo de Ramos, el color litúrgico es el rojo, que somboliza martirio y amor, la realeza de Cristo, su Preciosa Sangre, que fuera derramada para la salvación de la humanidad!
Pidamos la gracia, de vivir esta Semana Santa, con un corzón convertido, con un corazón que ha regresado a Dios, se ha reconciliado y sale al encuentro de Cristo que vive en el hermano!