La Iglesia Católica, recuerda este hecho el 6 de agosto y el IIº Domingo de Cuaresma.
«…Toda la escena es la
"manifestación" plena de Jesús el enviado del Padre para llevar a la plenitud
el misterio de la redención, para que todos los pueblos en Él tengan vida. Ese
Jesús que había sido presentado a los pobres pastores, a los magos, a todo el
pueblo en el río Jordán, ahora es presentado por el Padre a los discípulos
predilectos para que en el momento del dolor en el huerto de los Olivos y de la
muerte en cruz, sea reconocido como el Divino Salvador, el Hijo enviado
por el Padre. Pero esa palabra del Padre: "escuchadlo" debe
resonar fuertemente en nuestra mente y en nuestro corazón. San Pedro jamás la
olvidó, como hemos escuchado en su segunda carta: "Y nosotros
escuchamos esta voz, venida del cielo mientras estábamos con él el monte santo"...»
La palabra transfiguración.
Ésta proviene del griego y significa cambio de forma o de figura. No es
una metamorfosis al estilo pagano, es decir, un cambio sustancial de su
esencia. En el caso de Jesús es un cambio de apariencia, de su figura, para
mostrar Su gloria.
Este
acontecimiento en el monte, sucede después de una semana en que Pedro había
confesado que Jesús era el Cristo (Lc. 9:18-20) y del anuncio de su muerte (Lc.
9:21-27). Este hecho es la confirmación de la revelación de Jesús como el
Cristo y el Hijo de Dios. Ésta es una experiencia similar a la de su bautismo
(Lc. 3:21-22). Su gloria es revelada no sólo por sus hechos, sino de un modo
más personal y que significa su presencia real, porque el reino está en medio
de su pueblo. De ahí que la transfiguración es un punto central de la
revelación del reino de Dios, el cual está relacionado con el Antiguo
Testamento y muestra la forma en que Cristo lo cumple, luego vuelve la mirada
hacia los grandes acontecimientos de la cruz, la resurrección, la ascensión, y
su segunda venida.
Lucas nos
relata que Jesús llevó a tres de sus discípulos más íntimamente ligados a él
-Pedro, Jacobo y Juan- a un monte. Allí se transfiguró y sus vestidos brillaron
resplandecientemente. Luego aparecieron Moisés y Elías,
Hay muchos
aspectos en el relato que se relacionan Moisés y Elías representan la Ley y los Profetas en el acto
de dar testimonio acerca del Mesías, Ley y Profetas que se cumplen y son
remplazados por él.
La nube (que se presenta
también) simboliza la protección de la presencia divina (Ex. 24:15–18; Sal.
97:2). Hay una nube que recibe a Cristo y lo arrebata de la vista de sus
discípulos en el momento de la ascensión (Hch. 1:9). El regreso de Cristo será
con nubes (Ap. 1:7).
Es importante tener en cuenta esta
experiencia de Jesús y ver de que manera hoy en día la presencia de Cristo se
manifiesta en medio la Misión ,
cómo reconocer su presencia en media de la tarea, en medio de los problemas, las
angustias, las alegrías. Él está en medio de nosotros todos los días, porque
así lo ha prometido (Mt. 28:20b), su gloria resplandece en el quehacer
cotidiano y se hace visible a través de la acción evangelizadora de cada uno de
sus discípulos y discípulas. ¡Que en cada rostro podemos ver al Cristo
resucitado!. Amén..