viernes, 17 de febrero de 2017

PALABRA DEL SEÑOR - REFLEXIÓN DEL PAPA FRANCISCO



Santo Evangelio según San Marcos 8,34-9,1

Las condiciones para seguir a Jesús: "Entonces Jesús dijo a sus discípulos: "El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; y el que pierda su vida a causa de mí, la encontrará. ¿De qué le servirá al hombre ganar el mundo entero si pierde su vida? ¿Y qué podrá dar el hombre a cambio de su vida? Porque el Hijo del hombre vendrá en la gloria de su Padre, rodeado de sus ángeles, y entonces pagará a cada uno de acuerdo con sus obras. Les aseguro que algunos de los que están aquí presentes no morirán antes de ver al Hijo del hombre, cuando venga en su Reino" Palabra del Señor

Reflexión del Papa Francisco

¿Qué significa perder la vida por causa de Jesús? Esto puede suceder de dos maneras explícitamente confesando la fe, o implícitamente defendiendo la verdad.

Los mártires son el máximo ejemplo del perder la vida por Cristo. En dos mil años son una fila inmensa de hombres y mujeres que han sacrificado su vida por permanecer fieles a Jesucristo y a su Evangelio.

Hoy, en muchas partes del mundo son tantos, tantos, más que en los primeros siglos, tantos mártires que dan su vida por Cristo. Que son llevados a la muerte por no renegar a Jesucristo. Esta es nuestra Iglesia, hoy tenemos más mártires que en los primeros siglos.

Los tres tipos de martirios de la vida cotidiana hoy en día:

También está el martirio cotidiano, que no comporta la muerte pero que también es un perder la vida por Cristo, cumpliendo el propio deber con amor, según la lógica de Jesús, la lógica de la donación, del sacrificio. Pensemos:

¡Cuántos papás y mamás cada día ponen en práctica su fe ofreciendo concretamente su propia vida por el bien de la familia! Pensemos en esto.

¡Cuántos sacerdotes, religiosos y religiosas desarrollan con generosidad su servicio por el Reino de Dios!

¡Cuántos jóvenes renuncian a sus propios intereses para dedicarse a los niños, a los minusválidos, a los ancianos…!
¡También estos son mártires, mártires cotidianos, mártires de la cotidianidad!

Y después hay tantas personas, cristianos y no cristianos, que pierden su propia vida por la verdad. Y Cristo ha dicho "yo soy la verdad”, por tanto, quien sirve a la verdad sirve a Cristo.

[...] ¡Cuántas personas pagan a caro precio el compromiso por la verdad! ¡Cuántos hombres rectos prefieren ir contracorriente, con tal de no renegar la voz de la conciencia, la voz de la verdad!

Personas rectas que no tienen miedo de ir contracorriente, y nosotros no debemos tener miedo. Entre ustedes hay tantos jóvenes. Pero a ustedes jóvenes les digo no tengan miedo de ir contracorriente.

Cuando te quieren robar la esperanza, cuando te proponen estos valores que son valores descompuestos, valores como la comida descompuesta, cuando un alimento está mal nos hace mal. Estos valores nos hacen mal por eso debemos ir contracorriente.

Y ustedes jóvenes son los primeros que deben ir contracorriente. Y tener esta dignidad de ir precisamente contracorriente. (Reflexión antes del rezo del Ángelus, 23 de junio de 2013)