La sociedad
de los Misioneros de África, conocida como los Padres Blancos, formó parte de
la evangelización de África en el siglo XIX. Después de seis años en Uganda ya
tenían una comunidad de conversos cuya fe sería un testimonio para toda la
Iglesia. Las misiones progresaron en Uganda por el apoyo que prestó el regente
local Mtesa a los cristianos. En cambio, Mwanga, su sucesor, parecía decidido a
desarraigar el Cristianismo de su pueblo, sobre todo cuando uno de sus
súbditos, un católico servidor del palacio San José Mkasa, hizo reproches de
los abominables vicios que practicaba. El 15 de noviembre de1885, Mwanga se
valió de un pretexto cualquiera y mandó decapitar a José Mkasa. Los cristianos
lejos de atemorizarse, continuaron con sus actividades.
En mayo del
año siguiente, estalló la tempestad. Los cristianos fueron capturados y
llamados ante el rey. Este les preguntó si tenían la intención de seguir siendo
cristianos, "! Hasta la muerte!", respondieron ellos al unísono. El
rey ordenó que la ejecución se haga en un lugar llamado Namugongo, a 60 kms de
distancia. A tres de los jóvenes mártires se les quitó la vida cuando iban por
el camino; los restantes fueron encerrados en la prisión de Namugongo, bajo
condiciones infrahumanas. El 3 de junio de 1886, día de la Ascensión, fueron
sacados de la prisión; envueltos en unos juncos y, ordenados en fila, se les
prendió fuego. Carlos Lwanga, Andrés Kagwa, y otros veinte jóvenes fueron
beatificados en 1920. El 18 de octubre de 1964, el Papa Pablo VI canonizó a los
22 mártires de Uganda.
Los primeros
conversos se dieron a la misión de instruir y guiar a los más nuevos y la
comunidad creció rápidamente. La vida ejemplar de los cristianos inicialmente
ganó el favor del rey Mtesa pero más tarde este comprendió que los cristianos
no favorecían su negocio de venta de esclavos.