martes, 1 de enero de 2013

SANTA MARÍA, MADRE DE DIOS: SOLEMNIDAD - MISA DE PRECEPTO



En el año de 431, el hereje Nestorio se atrevió a decir que María no era Madre de Dios, porque Dios no podía tener una madre. Ante esto, en el Concilio de Éfeso los obispos declararon: “La Virgen María sí es Madre de Dios porque su Hijo, Cristo, es Dios”.
Dios, en su inmensa sabiduría, ha querido vivir la experiencia de tener una madre! Y María, la llena de gracia, al asumir en su viente al Niño Jesús, la Segunda Persona de la Trinidad, se convierte en la Madre de Dios, dando todo de sí para su Hijo.


 
Toda su vida está iluminada por el Señor, bajo el radio de acción del nombre y el rostro de Dios encarnado en Jesús, el «fruto bendito de su vientre». Así nos la presenta el Evangelio de Lucas: completamente dedicada a conservar y meditar en su corazón todo lo que se refiere a su hijo Jesús (cf. Lc 2,19.51). El misterio de su maternidad divina… contiene de manera sobreabundante aquel don de gracia que toda maternidad humana lleva consigo, de modo que la fecundidad del vientre se ha asociado siempre a la bendición de Dios. La Madre de Dios es la primera bendecida y quien porta la bendición; es la mujer que ha acogido a Jesús y lo ha dado a luz para toda la familia humana.
-Benedicto XVI-