miércoles, 2 de enero de 2013

JESÚS, DIVINO NIÑO ALCALDE

 
     “Cuentan los archivos orales… que los Caciques fueron convertidos por San Nicolás en sus peregrinaciones por los cerros del Oeste, y que, sublevadas las masas de indios, por no consentir en aquel sometimiento de los jefes, hubo de producirse tremenda catástrofe, cuando empuñando una vara de alcalde, vestido con el traje e insignias de este título en aquella época, destellando luces celestiales, irradiando sus ojillos azules y brillando su cabellera rubia, se apareció en medio el Niño Jesús, como la historia lo representa cuando predicaba entre los doctores incrédulos. La fascinación fue repentina, el encanto deslumbrador, y como  fieras magnetizadas cayeron de rodillas los rebeldes ante aquella varita, levantada en alto por un alcalde de doce años. El hermoso Niño bendijo aquel concurso que le adora con terror y emoción: el atribulado apóstol le besó los pies, porque la aparición sublime e inesperada le dejó atónito y transportado de divino fervor. El maravilloso Alcalde le tocó con su mano cubriéndole de gracia; y de pedir para sí los caciques y de cederle la chusma innumerable, como un premio por su heroísmo y una confirmación de su valimiento, desapareció en el espacio, dejando en el ambiente un suavísimo perfume como de vaso sagrado, y una estela luminosa como la de una estrella que rueda en la noche. La belicosa asamblea cambió el aspecto tosco y gruñidor por el de la más sumisa devoción, y fue a deponer sus furores y sus armas, a los pies del Patriarca, ante cuyo poder de hacer prodigios hubieron de convencerse de que la lucha era inútil, y que sus propios dioses le protegían de manera tan visible…
…. Los padres jesuitas dieron forma litúrgica y social al hecho histórico, organizando una cofradía de indígenas devotos al milagroso apóstol y a su divino protector… Recogieron aquel suceso para darle forma tangible y práctica en el gobierno y en la religión; para combinar los elementos salvajes con los cultos de aquella leyenda, y para hacer entrar en la obscura conciencia de los indios la idea de las dos potestades que gobiernan las sociedades humanas. La idea del Niño Jesús convertido en Alcalde del mundo es algo que sale de los límites de la invención vulgar y sencilla.”
(Joaquín V. González, Mis montañas, en Obras completas)
 
 
Tiempo después, la imagen del Niño Alcalde que hoy conocemos, fue encontrada por San Francisco Solano,  en un momento trascendente de la historia de la provincia de La Rioja: más de 20.000 indígenas, cansados de las injusticias que padecían por parte de los españoles, se levantaron en armas para destruir la ciudad de La Rioja. Es aquí cuando interviene San Francisco Solano, interponiendo la imagen del Niño Dios como alcalde de la ciudad, llega a un acuerdo con los nativos y propone su veneración como verdadera autoridad del pueblo.