3° Día: “Jesús nos llama a la alegría”
Celebrante: En el Nombre del Padre y del Hijo y del
Espíritu Santo.
Asamblea: Amén.
Celebrante: Pidamos perdón al Señor de nuestros pecados.
-
Tú
que borras de nuestra vida la tristeza:
Señor,
ten piedad.
-
Tú
que nos prometes una alegría eterna:
Cristo,
ten piedad.
-
Tú
que nos devuelves la paz duradera.
Señor,
ten piedad.
Celebrante: Dios todo poderoso tenga misericordia de
nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
Celebrante: OREMOS: Dios nuestro, tú eres el único
refugio en las fatigas, la fuerza en la debilidad y el consuelo en la tristeza;
ten compasión de tu pueblo y purifícalo en la adversidad, para que pueda
disfrutar del alivio de tu misericordia. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los
siglos de los Siglos.
Del
Evangelio Según San Mateo: Mt.
13, 10-17
Los discípulos se acercaron y le
dijeron: «¿Por qué les hablas por medio
de parábolas?» Él les respondió: «A ustedes se les ha concedido conocer los
misterios del Reino de los Cielos, pero a ellos no. Porque a quien tiene, se le
dará más todavía y tendrá en abundancia, pero al que no tiene, se le quitará
aun lo que tiene. Por eso les hablo por medio de parábolas: porque miran y no
ven, oyen y no escuchan ni entienden. Y así se cumple en ellos la profecía de
Isaías, que dice: "Por más que oigan, no comprenderán, por más que vean,
no conocerán. Porque el corazón de este pueblo se ha endurecido, tienen tapados
sus oídos y han cerrado sus ojos, para que sus ojos no vean, y sus oídos no
oigan, y su corazón no comprenda, y no se conviertan, y yo no los cure". Felices,
en cambio, los ojos de ustedes, porque ven; felices sus oídos, porque oyen. Les
aseguro que muchos profetas y justos desearon ver lo que ustedes ven y no lo
vieron, oír lo que ustedes oyen, y no lo oyeron.
Palabra
del Señor.
Breve
momento de silencio
Meditación: De la Exhortación Apostólica
Evangelii Gudium del Santo Padre Francisco.
La alegría del
Evangelio llena el corazón y la vida entera de los que se
encuentran con Jesús. Quienes se dejan salvar por Él son liberados del pecado,
de la tristeza, del vacío interior, del aislamiento. Con Jesucristo siempre
nace y renace la alegría. El gran riesgo del mundo actual,
con su múltiple y abrumadora oferta de consumo, es una tristeza individualista
que brota del corazón cómodo y avaro, de la búsqueda enfermiza de placeres
superficiales, de la conciencia aislada. Cuando la vida interior se clausura en
los propios intereses, ya no hay espacio para los demás, ya no entran los
pobres, ya no se escucha la voz de Dios, ya no se goza la dulce alegría de su
amor, ya no palpita el entusiasmo por hacer el bien. Los creyentes también
corren ese riesgo, cierto y permanente. Muchos caen en él y se convierten en
seres resentidos, quejosos, sin vida. Ésa no es la opción de una vida digna y
plena, ése no es el deseo de Dios para nosotros, ésa no es la vida en el
Espíritu que brota del corazón de Cristo resucitado. Invito a cada cristiano,
en cualquier lugar y situación en que se encuentre, a renovar ahora mismo su
encuentro personal con Jesucristo o, al menos, a tomar la decisión de dejarse
encontrar por Él, de intentarlo cada día sin descanso. No hay razón para que
alguien piense que esta invitación no es para él, porque «nadie queda excluido
de la alegría reportada por el Señor.
Celebrante: A nuestro Señor del
Milagro le pidamos la gracia de ser una comunidad que cultive el don de la
alegría para anunciar al mundo la belleza del evangelio y del encuentro
personal con Jesús. Lo pedimos por intercesión de su Madre, nuestra Señora del
Milagro: Dios te Salve María…
Celebrante: Recemos la oración al
Señor del Milagro: (para todos los días)
y misericordia; hazme ver las cosas de este
mundo con tal indiferencia a que solamente
contemple las tuyas para que te pertenezca
del todo y me salve; guía mi memoria,
entendimiento y mis pasos por el buen
camino a fin de poder llegar un día a tu
santa gloria. Escúchame, Señor nuestro
cristo crucificado.
Abre Señor tus labios y dime que me
perdonas, que me ayudarás a obrar
siempre el bien y saber perdonar las ofensas
que me hagan. Librame, Señor, del mal uso
de la palabra y de las murmuraciones.
Acercame Señor a tu Corazón Santísimo con aquel amor
divino con que abrazaste tu Santa Cruz para salvarnos
y haz que yo también abrace resignadamente mi cruz
dándome humildad, paciencia y fortaleza para todos
los trabajos de esta vida.
(se pide lo que se desea conseguir)
Y tú, Madre amada del Milagro, pide también a tu Santísimo
hijo que nada puede negarte, todo lo que acabo de suplicarte.
Acógeme bajo tu amparo y protección todos los días de mi
vida y especialmente en la hora de mi muerte. Amén.
SOLEMNES FIESTAS EN HONOR AL SEÑOR DEL MILAGRO
"Tú eres nuestro y nosotros, siendo tuyos, somos bienaventurados"
Fiesta Solemne: 17 de Septiembre
Domingo: 10 de septiembre
“Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados”
19:00 hs. Rezo del Rosario y confesiones.
19:30 hs. Adoración al Santísimo y rezo de la novena.
20:00 hs. Santa Misa: Rezamos por las intenciones de la comunidad: "San Antonio", "Ntra. Sra. la que desata los nudos", Cáritas Parroquial "San Martín de Porres" y Servidores de "San Martín de Porres"
Durante la Novena y Fiesta Solemne en honor al Señor del Milagro, no se celebra la Santa Misa en ninguna Comunidad perteneciente a la Parroquia "Señor del Milagro"
Iglesia "Señor del Milagro": Calle Guido esquina Grassi, Barrio Evita, La Rioja - Argentina