Padre Eterno, te ofrezco la dolorosa Pasión de Jesús en propiciación de nuestros pecados y de los de todo el mundo.
I. Por su condena a muerte. Ten misericordia de nosotros y del mundo entero.
II. Por la cruz que le fue cargada sobre sus espaldas. Ten misericordia de nosotros y del mundo entero.
III. Por su primera caída. Ten misericordia de nosotros y del mundo entero.
IV. Por las lágrimas de su Madre que vino a su encuentro. Ten misericordia de nosotros y del mundo entero.
V. Por su angustiosa fatiga, por cuya causa se debió obligar a un hombre a ayudarlo. Ten misericordia de
nosotros y del mundo entero.
VI. Por la compasión de la mujer que le enjugó el rostro ensangrentado. Ten misericordia de nosotros y del mundo entero.
VII. Por su segunda caída. Ten misericordia de nosotros y del mundo entero.
VIII. Por las palabras que Él dirigió a las mujeres que lo compadecían. Ten misericordia de nosotros y del mundo entero.
IX. Por su tercera caída. Ten misericordia de nosotros y del mundo entero.
X. Por aquella brasa de dolor que presentaba su cuerpo cuando fue despojado de sus vestiduras. Ten misericordia de nosotros y del mundo entero.
XI. Por la horrible transfixión de los clavos que atravesaron sus manos y sus pies. Ten misericordia de nosotros y del mundo entero.
XIII. Por la imagen de todos los dolores que ofrecía su Madre cuando lo tenía entre sus brazos, a tal punto que aún hoy llamamos a esa escena “La Piedad”. Ten misericordia de nosotros y del mundo entero.
XIV. Por la piedra que se cerró sobre su sepulcro. Ten misericordia de nosotros y del mundo entero.