domingo, 3 de abril de 2016

Devoción a la Divina Misericordia



"Prometo que el alma que venere esta imagen no perecerá" (Diario 48) 

Movido de su constante e incansable misericordia, el Señor vuelve a inivitar a la humanidad, a cada uno de nosotros, a confiar en su Amor y a arrepentirse de sus pecados. Y por ello, a través de su Iglesia, ofrece a los hombres canales de gracia para restituir en el hombre Su vida divina.

"Hija mía, di que soy el Amor y la Misericordia en persona", pidió Jesús a santa Faustina, a esta sencilla monja polaca, sin estudios, pero valerosa y abandonada totalmente en Dios. El Señor Jesús le confió una gran misión: el mensaje de la misericordia dirigido a todo el mundo. "Te envío, dijo, a toda la humanidad con mi Misericordia. No quiero castigar a la humanidad doliente, sino que deseo sanarla, abrazarla a mi Corazón Misericordioso" (Diario 1588). "Tú eres la secretaria de mi Misericordia; te he escogido para este cargo, en ésta y en la vida futura (Diario 1605), para que des a conocer a las almas la gran misericordia que tengo con ellas, y que las invites a confiar en el abismo de mi Misericordia" (Diario 1567) 

Condiciones fundamentales de la devoción

La Confianza

La confianza es la esencia de la devoción a la Divina Misericordia ya que es necesaria para obtener las gracias y recibir el amor de Dios. Nuestro Señor nos invita a confiar en Él como los niños en sus padres. "Que los más grandes pecadores pongan su confianza en mi Misericordia. Ellos más que nadie tienen derecho a confiar en el abismo de mi Misericordia. Hija mía, escribe sobre mi Misericordia para las almas afligidas. Me deleitan las almas que recurren a mi Misericordia. A estas almas les concedo gracias por encima de lo que piden. No puedo castigar aún al pecador más grande si él suplica mi Compasión, sino que lo justifico en mi insondable e impenetrable Misericordia. Escribe: antes de venir como Juez justo abro de par en par la puerta de mi Misericordia. Quien no quiere pasar por la puerta de mi Misericordia, tendrá que pasar por la puerta de mi Justicia..." (Diario 1146).


Misericordia hacia el prójimo

El amor activo al prójimo es, como el mismo Jesús dice, lo que glorifica a la Divina Misericordia. Es por elo que la práctica de las obras de misericordia es esencial en esta devoción y condición para recibir las gracias, al igual que la confianza. Practicar la misericordia no es un consejo sino un deber para cada creyente y en particular para los que desean ser devotos y apóstoles de la Divina Misericordia. Jesús dijo a Santa Faustina: "Exijo de ti obras de misericordia que deben surgir del amor hacia Mí. Debes mostrar misericordia al prójimo siempre y en todas partes. No puedes dejar de hacerlo, ni excusarte ni justificarte. Te doy tres formas de ejercer misericordia con el prójimo: la primera, la acción, la segunda, la palabra; la tercera, la oración. En estas tres formas está contenida la plenitud de la misericordia y es el testimonio irrefutable del amor haci Mí" (Diario 742)