viernes, 6 de diciembre de 2013

San Nicolás de Bari: Obispo - Patrono de La Rioja, Argentina



Desde niño se caracterizó porque todo lo que conseguía lo repartía entre los pobres. Unos de sus tíos era obispo y fue éste quien lo consagró como sacerdote, pero al quedar huérfano, el santo repartió todas sus riquezas entre los pobres e ingresó a un monasterio.


Según la tradición, en la ciudad de Mira, en Turquía, los obispos y sacerdotes se encontraban en el templo reunidos para la elección del nuevo obispo, ya que el anterior había muerto. Al fin dijeron: "elegiremos al próximo sacerdote que entre al templo". En ese momento sin saber lo que ocurría, entró Nicolás y por aclamación de todos fue elegido obispo. Fue muy querido por la cantidad de milagros que concedió a los fieles.

En la época del Licino, quien decretó una persecución contra los cristianos, Nicolás fue encarcelado y azotado. Con Constantino fueron liberados él y los demás prisioneros cristianos. Se dice que el santo logró impedir que los herejes arrianos entrasen a la ciudad de Mira.

El santo murió el 6 de diciembre del año 345. En oriente lo llaman Nicolás de Mira, por la ciudad donde fue obispo, pero en occidente se le llama Nicolás de Bari, porque cuando los mahometanos invadieron a Turquía, un grupo de católicos sacó de allí, en secreto, las reliquias del santo y se las llevó a la ciudad de Bari, en Italia.

 


Devoción a San Nicolás en La Rioja


La devoción a San Nicolás de Bari nace en La Rioja en 1641, cuando se celebró por primera vez su patronato en un acto público y oficial. Esta devoción, muy difundida en Europa meridional, Bélgica y Alemania, fue implantada en el nuevo mundo desde los albores de la conquista. El primer templo cristiano que se levantó en tierra americana en su honor fue el de San Nicolás de Bari en la isla de Santo Domingo.



San Nicolás de Bari tuvo en un principio dos fiestas diferentes y dos imágenes que en el aspecto exterior indican la diversidad de clase, origen y color de los respectivos fieles que las honraban. La división que hacían los conquistadores entre libres y esclavos o "negros y blancos" llevó a duplicar en los templos dos imágenes para una misma advocación: una para los nobles (la blanca) y otra para el pueblo común (la negra). En la actual sacristía del santuario de la Catedral se conserva aquella imagen blanca que fue perdiendo popularidad a lo largo de los años. La imagen del santo moreno, ligeramente bronceado, como si estuviera tostado por el sol riojano -como dicen los parroquianos-, estaba destinada al culto de los nativos y fue conquistando poco a poco la gratitud de todos, tanto negros como blancos. Así se convirtió en la predilecta del pueblo.