El Domingo de Ramos es la puerta de acceso a la Semana Santa. Jesús entra a Jerusalén montado en un burrito, donde sabe que entregará su vida y así se cumple la profecía de Isaías: “Mira a tu rey que está llegando, humilde, montado en un burrito” (Is. 62,11). Jesús es reconocido como rey; por eso alfombraban el camino con sus mantos para que El pasara. Mateo y Marcos nos dicen también que lo recibieron aclamándolo con ramos, y ese era el modo tradicional de recibir a un rey en su entrada triunfal a una ciudad. ¡Hosanna al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor!. Con esta exclamación lo recibió toda la gente; también nosotros nos unimos a este saludo. El grito “hosanna” era una aclamación del Salmo 118, un salmo muy popular que se cantaba en la fiesta de las chozas.
La liturgia de hoy consta de tres partes: 1- Bendición de los ramos. 2- Procesión con los ramos bendecidos, aclamando a Cristo Rey. 3- Misa, en la que se lee la Pasión de Jesús, según San Mateo. Buscamos revivir aquel momento en que Jesús es recibido como el Mesías Salvador. El sentido profundo de los textos que se leen en la celebración es abrirnos espiritualmente a la Semana Santa que comienza reconociendo a Jesús como el Rey Salvador. El es quien debe tener domino sobre nuestras vidas. Jesús debe reinar, debe ejercer su señorío, para que no nos domine el poder del pecado, el odio, el miedo, la injusticia, la tristeza. Los ramos, deben recordarnos que Jesús es el rey de nuestra vida, de todo lo que somos y tenemos. En la celebración de hoy, se mezclan la alegría y el dolor, a la euforia del inicio sigue el drama del relato de la Pasión. La Alegría por la entrada triunfal de Jesús a Jerusalén y el Dolor porque la lectura de la Pasión nos enfrenta con el sufrimiento y la entrega de Cristo.
¿Por qué llevamos el ramos de olivo a la casa?
El olivo es un árbol típico de la región donde vivió Jesús. Por eso los habitantes de Jerusalén salieron a festejar la llegada de Jesús llevando ramos de este árbol, como cuando nosotros agitamos banderas o pañuelos. En la Biblia, el olivo aparece muchas veces como símbolo de paz y amistad o Alianza de Dios con los hombres. La procesión que realizamos durante la celebración es un modo de expresar, en comunidad, la fe en Cristo Jesús, nuestro Salvador, el Enviado del Padre, el Hijo de Dios. Llevamos en las manos los ramos como signo de la paz y la esperanza que queremos compartir con todos los hombres. Porque sabemos que siguiendo a Jesús y pasando nuestra propia pasión y muerte, viviremos la resurrección definitiva junto a Dios, nuestro Padre.
¿Qué se hace con el olivo bendecido?
Los ramos bendecidos los llevamos a nuestra casa como signo de la bendición de Dios, de su protección y su ayuda. Los colocamos en el Crucifijo o en un cuadro religioso. Es un hermoso gesto dárselos a los familiares, vecinos, amigos o compañeros de trabajo, como muestra de amistad, deseo de paz, esperanza y conversión. El olivo bendito es un sacramental, es decir, nos recuerda algo sagrado. En este caso, nos debe ayudar a recordar que hemos acompañado y aclamado a Jesús como el Rey de neustras vidas, como nuestro único Señor, y nos debe animar a seguirlo durante todo el año. Para el año que viene, antes de la cuaresma, llevemos nuestros ramos de olivo a la iglesia, ya que con esos ramitos, se realizan las cenizas que nos impondrán el miércoles de cenizas.
Muchas hermanos acostumbran colocar las ramas benditas de olivo detrás de la puerta como amuletos o bien las utilizan con fines curativos o para mantener alejados a los malos espíritus o a los ladrones, lo cual es una superstición.