domingo, 2 de noviembre de 2014

Ser santos y ser hijos es la misma cosa, lo recuerda el Papa

(RV).- La tarde del sábado 1 de noviembre el Papa Francisco presidió en el Cementerio romano del Verano, la Misa en la Solemnidad de Todos los Santos. “Personas que pertenecen totalmente a Dios”, así definió el Obispo de Roma a todos aquellos, la mayor parte desconocidos hombres y mujeres  que, en lo escondido, han vivido el ideal de las Bienaventuranzas: han sido pobres de espíritu, es decir humildes; han sentido la aflicción por sus males  y por el de los demás; se han comprometido a construir la paz y la concordia, comenzando por sus propios ambientes de vida; han practicado con alegría la misericordia y la caridad; han conservado la pureza del corazón; han sabido elegir con valentía, a costo de ser ridiculizados, incomprendidos, marginados. Dios los recuerda uno por uno, nombre por nombre. “La santidad consiste en una vida filial, a imagen de Jesús”, observó también el Papa, puntualizando que “ser santos y ser hijos es la misma cosa”. Durante esta celebración, que congregó especialmente a gran cantidad de fieles romanos, se expusieron para la veneración de los fieles, las reliquias de los dos Papas canonizados recientemente: Juan XXIII y Juan Pablo II. Se dirigieron oraciones especiales por los cristianos perseguidos por causa de la fe y una vez más por los pobres, los sufrientes y los que no tienen esperanza. Al final de la liturgia, el Papa pronunció una oración de bendición de las tumbas. (RC)