Marzo 02, Domingo 8º
Durante el año. Verde
1ª
lectura Is 49, 14-15
Lectura del libro de
Isaías.
Sión decía: “El Señor me
abandonó, mi Señor se ha olvidado de mí”. ¿Se olvida una madre de su criatura,
no se compadece del hijo de sus entrañas? ¡Pero aunque ella se olvide, yo no te
olvidaré!
Palabra de Dios.
Comentario
Dios se nos presenta con
rasgos maternales. De él proviene el cuidado amoroso y entrañable. No es ni un
sentimiento superficial ni un vínculo inconstante. Es el amor puro de una madre
por su criatura. Así es Dios con nosotros, una madre que vela por nuestra vida.
Salmo 61, 2-3. 6-9
R. Sólo en Dios descansa mi alma.
Sólo en Dios descansa mi
alma, de él me viene la salvación. Sólo él es mi Roca salvadora; Él es mi
baluarte: nunca vacilaré. R.
Mi salvación y mi gloria
están en Dios: Él es mi Roca firme, en Dios está mi refugio. R.
Confíen en Dios
constantemente, ustedes, que son su pueblo, desahoguen en él su corazón, porque
Dios es nuestro refugio. R.
2ª lectura 1Cor 4,
1-5
Lectura de la primera carta
del apóstol san Pablo a los cristianos de Corinto.
Hermanos: Los hombres deben
considerarnos simplemente como servidores de Cristo y administradores de los
misterios de Dios. Ahora bien, lo que se pide a un administrador es que sea
fiel. En cuanto a mí, poco me importa que me juzguen ustedes o un tribunal humano;
ni siquiera yo mismo me juzgo. Es verdad que mi conciencia nada me reprocha,
pero no por eso estoy justificado: mi juez es el Señor. Por eso, no hagan
juicios prematuros. Dejen que venga el Señor: Él sacará a la luz lo que está
oculto en las tinieblas y manifestará las intenciones secretas de los
corazones. Entonces, cada uno recibirá de Dios la alabanza que le corresponda.
Palabra de Dios.
Comentario
San Pablo expone la
condición de los apóstoles y los evangelistas, es decir de aquellos que cumplen
algún servicio de conducción en la Iglesia. Son administradores, no dueños. Por
lo tanto, les compete ser fieles ante el Pastor que les confió una porción del
rebaño. Sea cual fuere nuestra tarea en la Iglesia, si tenemos algún cargo o
función de dirección en algún grupo, recordemos siempre nuestro rol de
administradores fieles.
Evangelio: Mt 6, 24-34
Evangelio de nuestro Señor
Jesucristo según san Mateo.
Dijo Jesús a sus
discípulos: Nadie puede servir a dos señores, porque aborrecerá a uno y amará
al otro, o bien, se interesará por el primero y menospreciará al segundo. No se
puede servir a Dios y al Dinero. Por eso les digo: No se inquieten por su vida,
pensando qué van a comer o qué van a beber, ni por su cuerpo, pensando con qué
se van a vestir. ¿No vale acaso más la vida que la comida y el cuerpo más que
el vestido? Miren los pájaros del cielo: ellos no siembran ni cosechan, ni
acumulan en graneros y, sin embargo, el Padre que está en el cielo los
alimenta. ¿No valen ustedes acaso más que ellos? ¿Quién de ustedes, por mucho
que se inquiete, puede añadir un solo instante al tiempo de su vida? ¿Y por qué
se inquietan por el vestido? Miren los lirios del campo, cómo van creciendo sin
fatigarse ni tejer. Yo les aseguro que ni Salomón, en el esplendor de su
gloria, se vistió como uno de ellos. Si Dios viste así la hierba de los campos,
que hoy existe y mañana será echada al fuego, ¡cuánto más hará por ustedes,
hombres de poca fe! No se inquieten entonces, diciendo: “¿Qué comeremos, qué
beberemos, o con qué nos vestiremos?”. Son los paganos los que van detrás de
estas cosas. El Padre que está en el cielo sabe bien que ustedes las necesitan.
Busquen primero el Reino de Dios y su justicia, y todo lo demás se les dará por
añadidura. No se inquieten por el día de mañana; el mañana se inquietará por sí
mismo. A cada día le basta su aflicción.
Palabra del Señor.
Comentario
Seguramente hay muchas
cosas que nos inquietan en el día a día: las urgencias económicas, los
problemas que resolver y las necesidades por cubrir. Jesús nos lleva a la
experiencia profunda y pacífica de un Dios que, como un padre y una madre,
conoce nuestras necesidades y provee lo necesario para nuestra vida. Jesús
quiere que vivamos libres de la inquietud y la preocupación. Que nos ocupemos
de las cosas mientras nuestra vida está entregada, serenamente, en las manos de
Dios que vela por nuestros asuntos.
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