Santa Marta y sus
hermanos, María y Lázaro, eran varios de los seguidores de Jesús y a quienes el
Señor les tenía especial afecto y cariño. En el hogar de Marta, María y Lázaro,
siempre había una habitación lista y bien arreglada para recibir al Divino
Maestro, cualquier día a la hora en que llegara.
Famosa se ha
hecho la escena que sucedió un día en que Jesús llegó a Betania con sus 12
apóstoles. Marta corría de allá para acá preparando los alimentos, arreglando las
habitaciones, llevando refrescos para los sedientos viajeros. Jesús como
siempre, aprovechando aquellos instantes de descanso, se dedicó a dar sabias
instrucciones a sus discípulos. El estaba sentado y los demás, atentísimos,
sentados en el suelo escuchaban. Allí, en medio de todos ellos, sentada también
en el suelo estaba María, la hermana de Marta, extasiada, oyendo tan
formidables enseñanzas.
De pronto
Marta se detiene un poco en sus faenas y acercándose a Jesús le dice con toda
confianza: "Señor, ¿cómo te parece que mi hermana me haya dejado a mí sola
con todo el oficio de la casa? Por qué no le dices que me ayude un poco en esta
tarea?".
Jesús con una
suave sonrisa y tono bondadoso le responde: "Marta, Marta, te afanas y te
preocupas por muchas cosas. Sólo una cosa es necesaria. María ha escogido la
mejor parte, la que no le será quitada". Marta entendió la lección y
arremangándose el delantal, se sentó también allí en el suelo para escuchar las
divinas instrucciones del Salvador. Ahora sabía que todos los afanes materiales
no valen tanto como escuchar las enseñanzas que vienen del cielo y aprender a
conseguir la eterna salvación.
De Santa Marta,
lo único que se puede afirmar con certeza es que era una mujer de fe, cercana a
Jesucristo, que le atendió en su propia casa. En su boca el Evangelista Juan
pone una de las declaraciones de fe más grandes del Evangelio “Yo creo que tú
eres el Mesías, el Hijo de Dios”. Santa
Marta, anfitriona de nuestro Señor Jesucristo, nació de una familia noble.
Marta jamás se casó y permaneció virgen, contenta de servir al Señor, tanto en
su mesa, como por la fe. Después de la Ascensión de nuestro Señor, y partir los
discípulos, ella con su hermano Lázaro y su hermana María, San Maximino y
muchos otros, ya bautizados y llenos del Espíritu Santo fueron metidos en un
buque sin velas, ni remos ni timón y abandonados en el mar, llegaron hasta
Marsella, desde donde fueron a Aix, convirtiendo a la gente a la fe de Cristo.
Marta llamaba la atención por su fe y pureza.
En esa época, había un gran dragón que había llegado allí
por mar desde Galicia. El monstruo entró en tierra y se comió a un hombre, la
gente asustada se encomendó a las oraciones de Marta y ella, arrojándole agua
bendita, y mostrándole una cruz (que se venera en Anon), lo amansó como una
oveja, atándole con su propia faja y fue muerto con lanzas y espadas por el
pueblo. Lo del dragón fue en Tarascón, por lo que se le ha llamado tarasca y ha
sido asociado al monstruo del Lago Ness
Luego de ello,
Marta, con permiso de San Maximino, y de su hermana, se quedó en aquel sitio
para predicar y dedicarse a la oración y penitencia. Construyó un monasterio y
una iglesia en honor de la Santísima
Virgen María, donde llevó una austera vida, evitando la carne y grasa, huevos,
queso y vino, y comiendo una vez al día. Cien veces al día y cien veces de
noche doblaba sus rodillas en oración.
En Avignon, mientras predicaba entre la ciudad y el río del Ródano, un joven,
deseoso de escuchar sus palabras, se tiró al río porque no había barco que le
cruzara. Comenzó a nadar, pero de repente fue tomado por la fuerza del agua, se
ahogó y el cuerpo fue encontrado al día siguiente. Llevaron el cadáver a los
pies de Marta y esta, haciendo la señal de la cruz cayó al suelo y oró: Oh,
Señor Jesucristo, que en que un día resucitaste a mi bien amado hermano, ten a
bien resucitar a este joven. Lo tomó de la mano, y de inmediato resurgió la
vida y recibió el santo bautismo.
Eusebio el historiador nos dice que aquella hemorroisa del Evangelio era Marta.
Marta murió con grandes consuelos del Señor.
Santa Marta se celebra el 29 de julio (antiguamente con el
adjetivo “virgen”, hoy eliminado), y de ella se reza el oficio de santas
mujeres.
Sus atributos más comunes son el acetre e hisopo de agua bendita, el
dragón, una lanza que termina en cruz, la antorcha (la luz de la fe) y el libro
(los evangelios).
Es patrona de las amas de casa, la hostelería, contra los
maridos infieles y difíciles (por la tarasca que amansó) y también de todas las personas que sirven.
Hay sitios donde se
acostumbra a poner en la boca del dragón, dentro del acetre o a los pies de
Marta un papel con el nombre de los hombres rebeldes.