martes, 22 de marzo de 2016

10 valiosas lecciones de Santa Faustina sobre la Sagrada Eucaristía







El profundo amor y devoción a la Eucaristía fue el centro de la vida de Santa Faustina. El amor Eucarístico motivó cada una de sus acciones .
  
El nombre religioso completo de Santa Faustina fue Sor María Faustina del Santísimo Sacramento. Su profundo amor y devoción a la Eucaristía fue el centro de su vida. El amor Eucarístico motivó cada una de sus acciones. Casi cada página de su diario espiritual hace referencia a la Eucaristía. A una amistad le dijo: “El momento más solemne de mi vida es el momento cuando recibo la Sagrada Comunión y por cada Sagrada Comunión doy gracias a la Santísima Trinidad” (Diario de Santa Faustina, 1804). En otro momento dijo, “…Toda mi fortaleza está en Ti, oh Pan Viviente. Me sería difícil vivir un día sin recibir la Santa Comunión. Él es mi escudo; sin Ti, Jesús, no sé vivir” (Diario de Santa Faustina, 814).

Amor Eucarístico: 10 Gemas

1.- Jesús se quiso quedar con nosotros y abrió Su corazón de misericordia

Jesús le dio a Santa Faustina un claro amor por el misterio de la Eucaristía. Ella lo describió “como el maravilloso regalo de Su presencia en la tierra”. Ella escribió que durante la Misa, “le agradezco al Señor Jesús por habernos redimido y por habernos dado el más grande de todos los regalos, la Santa Eucaristía”. “Tú, oh Señor, partiendo de esta tierra deseaste quedarte con nosotros y te dejaste a Ti Mismo en el Sacramento del Altar y nos abriste de par en par Tu misericordia… nos abriste una inagotable Fuente de Tu Misericordia; nos ofreciste lo más valioso que tenías, es decir, la Sangre y el agua de Tu Corazón” (Diario de Santa Faustina, 1747).

2.- El sacrificio de amor fue completamente cumplido en la consagración

Durante una Hora Santa, en una visión del cenáculo, Sor Faustina vio la institución de la Santa Eucaristía. Ella entendió que, “en el momento de la consagración… el sacrificio fue completamente cumplido. Ahora se cumplirá solamente la ceremonia exterior de la muerte. En toda mi vida no tuve un conocimiento tan profundo de este misterio como en aquella hora de adoración” (Diario; 684, 757, 832).

3.- La misericordia que brotó de Su Corazón…

Santa Faustina le pidió a Dios que le permitiera al mundo entender más el misterio de la divina misericordia y de la Eucaristía. Ella dijo, “¿quién concebirá jamás y entenderá la profundidad de la misericordia que brotó de Su Corazón? Sólo en la eternidad conoceremos el gran misterio que nos fue dado en la Santa Comunión. Un día sabremos lo que Dios hace por nosotros en cada Misa, y qué clase de regalo nos tiene preparados a través de ella”.

4.- Eucaristía: transfórmame en huésped vivo como propiciación por los pecadores

“Todas las lenguas de los hombres y ángeles unidos no podrían encontrar las palabras adecuadas para describir el misterio de Su amor y misericordia”. “Jesús, transfórmame en una segunda hostia. Quiero ser una hostia viva para Ti. Tú eres el gran Señor, omnipotente, Tú puedes hacerme esta gracia. Y el Señor me contestó: Tú eres una hostia viva, agradable al Padre celestial” (Diario, 1826).

A través de nuestra comunión con Cristo crecemos en un amor que nos despoja de nosotros mismos y nos lleva a desear ofrecer penitencias por los pecadores. La Eucaristía nos mueve a una sed aún mayor por la salvación de las almas.

5.- Le debo todo a la Santa Comunión

Santa Faustina dijo: “Todo el bien que está dentro de mí se lo debo a la Santa Comunión. Le debo todo a ella”. Ella fue transformada en una hostia viva a imagen de su Señor; escondida y quebrantada como Jesús en Su Pasión dando Su vida por nuestra redención. La unión de Santa Faustina con Dios aumentó durante la Misa, la Santa Comunión y durante la Adoración del Santísimo Sacramento. La vida Eucarística es transformadora.

6.- El amor pide solamente una cosa: reciprocidad

Su unión con el Señor fue, en Sus palabras, como una novia: “Aquí estoy entero para ti, con el cuerpo, el alma y la divinidad, como tu Esposo. Tú sabes lo que exige el amor, una sola cosa, es decir, la reciprocidad” (Diario, 1770). Lo que ella experimentó durante la Santa Comunión fue una completa unión con la Santísima Trinidad, “En aquel mismo instante fui atraída al seno de la Santísima Trinidad y fui sumergida en el amor del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo” (Diario; 1670, 1121, 1129).


7.- “En la Hostia está tu fuerza…”

“Estos momentos de unión son una prueba de la Eternidad”, dijo ella (Diario, 969). Santa Faustina se fortalecía y buscaba refugio de las luchas diarias de su vida en recibir la Santa Comunión. El Señor le dijo: “En la Hostia está tu fuerza, ella te defenderá” (Diario, 616).

El amor Eucarístico es infinitamente poderoso para defendernos de todo lo que dañe nuestra salvación.

8.- Rayos de Misericordia brotan de la Santa Eucaristía cubriendo el mundo.

Durante la Santa Misa, muchas veces Santa Faustina experimentó visiones del Señor y cerca de sesenta de dichas visiones se encuentran en su diario espiritual. A menudo veía al niño Jesús durante la Misa, pero además, en ocasiones, vio a la Santísima Madre, o a Jesús durante Su Pasión, y algunas veces, en Su gloriosa majestad. Ella recuerda ver los rayos de misericordia como en la imagen de la Divina Misericordia brotando de la Santa Eucaristía, en ocasiones cubriendo al mundo (Diario 420, 441,1046).

9.- La Eucaristía está estrechamente asociada a los vasos de misericordia

La Santa Comunión es la parte más importante de la celebración de la Fiesta de la Divina Misericordia. La Fiesta de la Divina Misericordia, la Imagen, la Coronilla, y la oración a las 3 PM, todas están estrechamente relacionadas a la Eucaristía. En un sinnúmero de ocasiones, Santa Faustina vio a la Eucaristía irradiando rayos rojos y blancos, como en la Imagen de la Divina Misericordia. La Coronilla de la Divina Misericordia es Eucarística. Es un ofrecimiento del Cuerpo y la Sangre, el Alma y la Divinidad de nuestro Señor Jesucristo, al Padre, como propiciación de los pecados del mundo.

10.- El Acto Eucarístico de Ofrecimiento de Faustina

Al recibir la Eucaristía, Santa Faustina se ofrecía a sí misma en total entrega a la voluntad de Dios con este acto de ofrecimiento personal que ella misma compuso:

“Oh Jesús Hostia que en este momento he recibido en mi corazón y en esta unión contigo me ofrezco al Padre celestial como hostia expiatoria, abandonándome plena y absolutamente a la misericordiosísima Santa Voluntad de mi Dios. Desde hoy, Tu voluntad, Señor, es mi alimento. Tienes todo mi ser, dispón de él según Tu divina complacencia… Ya ahora no temo ninguna de Tus inspiraciones ni analizo con preocupación a dónde me llevaran… tengo confianza absoluta en Tu voluntad que es para mí el amor y la misericordia mismos” (Diario 1264, 456).

Sanación Eucarística y Resurrección

La Eucaristía sana en formas vistas y no vistas y afecta nuestra resurrección. El padre Lawrence Lovasik escribió: “La Santa Comunión establece no solo contacto espiritual entre Jesucristo y nosotros sino además contacto físico a través de las ‘especies’ del pan. La resurrección del cuerpo es indicio de este contacto físico con Cristo. Los cuerpos resucitados de aquellos que han recibido meritoriamente la Eucaristía durante su vida resplandecerán más sorprendentemente por su contacto frecuente, a lo largo de su vida, con el Cuerpo resucitado de su Señor” (Padre Lawrence Lovasik, El libro básico de la Eucaristía, Sophia Press, 140).

Oración para convertirse en custodia viviente

Señor Jesús, por favor conviérteme en una custodia eucarística viviente para que pueda convertirme en vaso de misericordia llevando Tu amor a los demás. A través de nuestra incorporación eucarística, concédeme ser un hijo de la luz, sal de la tierra, pan para el hambriento, agua para el sediento, vino nuevo y aceite sanador para los demás. Que la gente te vea en este corazón, siervo tuyo, en la luz de mis ojos, en el calor de mi corazón, en el trabajo de mis manos, en las palabras de mi boca, en el incienso de mi oración, en la ligereza de mi risa, en el brillo de mis lágrimas, en la poquedad de esta criatura. Oro, para que me escondas, en la custodia dorada de Tu amoroso corazón de manera que pueda ser custodia viviente irradiando rayos curativos de misericordia (Kathleen Beckman, La misericordia sanadora de Dios, Sophia Press, 133-134).

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Adaptación y traducción al español por María Vanegas, para PildorasdeFe.net, de artículo publicado originalmente en: Catholic Exchange, autor: Kathleen Beckman