ORACIÓN POR EL PÁRROCO (de San Juan Maria Vianney)
“Te damos gracias, Señor, porque en nuestra comunidad, nos has concedido a nuestro Párroco, porque en Tu infinita Misericordia lo has elegido para que pastoree este pequeño rebaño.
Te pedimos que le des la fuerza para que lleve con fidelidad y de acuerdo a lo que Tú le pidas, esta Parroquia.
Que sea un solícito dispensador de tus divinos misterios, ferviente maestro de Tu Palabra, padre para los necesitados, misericordia para los pecadores.
Sabemos que es hombre y tiene debilidades, te pedimos que nunca le niegues Tu Mano, antes bien, ponlo cerca de Tu Divino Corazón, para que, sintiendo como late de amor por los hombres, no tenga miedo de amar sin medida.
Amén.
LA ORACIÓN: Hermosa obligación del hombre: orar y amar
Consideradlo, hijos míos: el tesoro del hombre cristiano no está en la tierra, sino en el cielo. Por esto, nuestro pensamiento debe estar siempre orientado hacia allí donde está nuestro tesoro.
El hombre tiene un hermoso deber y obligación: orar y amar. Si oráis y amáis, habréis hallado la felicidad en este mundo.
La oración no es otra cosa que la unión con Dios. Todo aquel que tiene el corazón puro y unido a Dios experimenta en sí mismo como una suavidad y dulzura que lo embriaga, se siente como rodeado de una luz admirable.
En esta íntima unión, Dios y el alma son como dos trozos de cera fundidos en uno solo, que ya nadie puede separar. Es algo muy hermoso esta unión de Dios con su pobre criatura; es una felicidad que supera nuestra comprensión.
Nosotros nos habíamos hecho indignos de orar, pero Dios, por su bondad, nos ha permitido hablar con él. Nuestra oración es el incienso que más le agrada.
Hijos míos, vuestro corazón es pequeño, pero la oración lo dilata y lo hace capaz de amar a Dios. La oración es una degustación anticipada del cielo, hace que una parte del paraíso baje hasta nosotros. Nunca nos deja sin dulzura; es como una miel que se derrama sobre el alma y lo endulza todo.
En la oración hecha debidamente, se funden las penas como la nieve ante el sol.
Otro beneficio de la oración es que hace que el tiempo transcurra tan aprisa y con tanto deleite, que ni se percibe su duración. Mirad: cuando era párroco en Bresse, en cierta ocasión, en que casi todos mis colegas habían caído enfermos, tuve que hacer largas caminatas, durante las cuales oraba al buen Dios, y creedme, que el tiempo se me hacía corto.
Hay personas que se sumergen totalmente en la oración como los peces en eI agua, porque están totalmente entregadas al buen Dios. Su corazón no esta dividido. ¡Cuánto amo a estas almas generosas! San Francisco de Asís y Santa Coleta veían a nuestro Señor y hablaban con el mismo modo que hablamos entre nosotros.
Nosotros, por el contrario, ¡cuántas veces venimos a la Iglesia sin saber lo que hemos de hacer o pedir! Y, sin embargo, cuando vamos a casa de cualquier persona, sabemos muy bien para qué vamos. Hay algunos que incluso parece como si le dijeran al buen Dios: "Sólo dos palabras, para deshacerme de ti..." Muchas veces pienso que cuando venimos a adorar al Señor, obtendríamos todo lo que le pedimos si se lo pidiéramos con una fe muy viva y un corazón muy puro.
Juan Maria Vianney (El Santo Cura de Ars)
Elevamos una oración a San Juan María Vianney, el Santo Cura de Ars, para que interceda ante nuestro Señor, por todos los Sacerdotes y especialmente por aquellos que son Párrocos, para siempre hagan la Voluntad de nuestro Dios, en la tarea que les ha encomendado y sean Santos, tal como el Señor, les pide.
Feliz Día, para nuestro Sacerdote, el Padre Claudio, quien con su entrega, manifiesta la Misericordia de nuestro Dios, que nos espera con los brazos abiertos, como al hijo pródigo.
Gracias Señor, por el sacerdote que le diste a nuestra comunidad, que nos alimenta a diario, con tu Palabra y con tu Hijo en la Eucaristía.
Bendice su ministerio, para que sigas cosechando frutos y frutos en abundancia, gracias a la siembra que a diario realiza, para la Gloria de tu Reino.
Comunidad "San Martín de Porres"